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'Voz' quebrada

Con un fondo en el Citibank de Nueva York el Partido Comunista intenta rescatar de la quiebra al único semanario de izquierda del país.

1 de marzo de 2003

Una frase lapidaria sintetiza el presente y el futuro del semanario comunista Voz: "Este año ya arrancamos, pero no sabemos si vamos a terminar". Su director, Carlos Lozano, lanza la sentencia para explicar la profunda crisis financiera por la que atraviesa este controvertido periódico que, en julio, cumple 46 años de existencia. La salida: una campaña internacional de solidaridad centralizada en las entrañas mismas del monstruo capitalista: el Citibank de Nueva York.

La trayectoria del único medio de izquierda en Colombia, fundado el 20 de julio de 1957, está hoy amenazada por la ausencia de pauta publicitaria, la baja circulación y la violencia contra sus periodistas. A eso se suma el hecho de que hoy en varias regiones, como Urabá, Caquetá y el Magdalena Medio, que en el pasado fueron enclaves importantes de Voz, su distribución está prohibida por los paramilitares.

Su supervivencia depende de la campaña que adelantan sus directivos en el extranjero, paradójicamente, a través de la cuenta en el Citibank de la Gran Manzana, y a la ayuda de amigos en Suiza y Suecia. Sin embargo el dinero recaudado no basta para asegurar su circulación este año. Por lo pronto Voz subsiste con los exiguos aportes de los afiliados al Partido Comunista -unos 10.000- y a la venta de ejemplares entre sindicalistas, que viene en picada desde hace años.

La crisis se remonta a 1995 cuando el semanario se vio obligado a vender su rotativa y su sede. En esa época se imprimían apenas 20.000 ejemplares quincenales de 12 páginas. Hoy la situación no ha mejorado y Voz se escribe desde una vieja casa de Teusaquillo que comparte con la UP. Allí llegaron luego de que en 1996 su sede del centro de Bogotá fuera volada por una bomba. Un episodio que casi se repite el 20 de mayo de 2001 con un camión cargado de explosivos abandonado frente a sus oficinas. Ambos hechos fueron atribuidos por el periódico a los paramilitares. La azarosa vida del semanario ha incluido el exilio del periodista Alfonso Pardo y el asesinato del corresponsal en Tumaco, Flavio Bedoya, en abril de 2001.

Voz recibió el golpe más duro con el asesinato de su director, el senador Manuel Cepeda, un comunista de línea dura, baleado en Bogotá en agosto de 1994. Esas posiciones le han valido al semanario la identificación por parte de algunos sectores como un brazo de comunicación de las Farc. Lozano rechaza esa afirmación y reivindica su independencia, a pesar de que la versión en Internet de Voz se distribuye en Red Resistencia, a la par de los comunicados del secretariado de las Farc.

La controversia también gira en torno a su línea editorial militante. En Voz son comunes los calificativos de fascista al presidente Alvaro Uribe y a su política de seguridad. Lozano afirma que ellos no pretenden ser neutrales y ese criterio lo respalda Alfredo Molano, escritor y esporádico colaborador, quien señala que "hoy 'Voz' es un órgano radical, pero ajeno ya a los dogmas comunistas de otras épocas".

Dogmas que en ocasiones generaron grandes divisiones entre la izquierda colombiana. Voz siempre defendió una línea prosoviética, en oposición a vertientes más moderadas, que terminaron alejándose. Uno de los que partió cobijas fue el ex candidato presidencial Lucho Garzón, quien en sus tiempos de militancia era uno de los voceadores más entusiastas del semanario. Garzón recuerda los debates de los 80 entre los comunistas más radicales de Voz y los grupos trotskistas, maoístas y albaneses.

La caída del comunismo afectó mucho a Voz, no sólo por la suspensión de los envíos de papel desde la Urss, sino por la crisis ideológica que sufrió. Garzón recuerda cómo durante la perestroika Voz se alineaba cada semana con alguno de los regímenes que aún subsistían para la semana siguiente verlo caer.

Sin embargo lo claro, afirma el presidente de la CUT, Carlos Rodríguez, es que la desaparición del semanario sería un duro golpe a la libertad de expresión. Por ahora Voz enfrenta una nueva lucha, esta vez para no callar.