Monseñor Leonardo Gómez Serna (fondo) fue designado como representante de la Iglesia en el operativo humanitario. | Foto: AP

TESTIMONIO

Así fue la liberación de Moncayo

Monseñor Leonardo Gómez Serna, quien participó en la misión humanitaria que trajo a la libertad al sargento Pablo Emilio Moncayo, narró detalles del operativo a Semana.com.

Carlos García, enviado especial de SEMANA a Florencia (Caquetá)
31 de marzo de 2010

El representante de la Iglesia Católica que acompañó la misión humanitaria que trajo de regreso a la libertad al sargento Pablo Emilio Moncayo, monseñor Leonardo Gómez Serna, afirmó que las Farc cambiaron a última hora el lugar de encuentro.

Una vez superado el inconveniente del clima que retrasó por varias horas la salida del helicóptero Cougar de la Fuerza Aérea de Brasil desde el aeropuerto de Florencia (Caquetá), la misión humanitaria se desplazó hasta zona rural de San Vicente del Caguán, en la vereda conocida como Ciudad Yarí.

Llegaron al mediodía. En ese lugar y junto a una escuela, un guerrillero y una guerrillera vestidos de civil anunciaron que por motivos de seguridad, el lugar donde entregarían al sargento Moncayo era otro.

Argumentaron que el cambio de planes se debía a supuestos sobrevuelos y a la presencia de militares a 2 kilómetros en la zona de las coordenadas entregadas a la senadora Piedad Córdoba. Por eso, después de una hora, la misión humanitaria abordó el helicóptero y voló durante 10 minutos hasta donde los esperaban pobladores de la región y un grupo aproximado de 70 guerrilleros.

La cantidad de subversivos impresionó a monseñor Gómez, quien fue designado por el presidente de la Conferencia Episcopal para servir de garante en las recientes liberaciones. Narra que la mayoría de guerrilleros eran hombres y había pocas mujeres y que un considerable grupo de campesinos los recibió para contarles de sus pesares.

“Nos sentamos a dialogar con la comunidad. Hablaron sobre sus necesidades, de su marginamiento. Los escuchamos y tomamos nota de todo. Hablaron claro a la senadora Piedad Córdoba sobre la necesidad de educación, salud, vivienda, y sobre todos los problemas que se presentan en los pueblos marginados de Colombia”.

Luego hablaron los guerrilleros. Dieron la bienvenida al grupo que contaba también con pilotos brasileños, un médico colombiano y dos representantes del Comité Internacional de la Cruz Roja (Cicr). Entonces la senadora liberal expresó su gratitud por el proceso de liberación.

Tomando la palabra, Monseñor hizo un reconocimiento al presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, y a la guerrilla de las Farc por cumplir con lo pactado en este proceso. Lo siguió en la intervención una representante del Cicr y finalmente habló el comandante guerrillero ‘Jairo’, quien fue el encargado de entregar al sargento Moncayo.

Este acto tuvo lugar en una carpa que habían instalado previamente. Allí almorzaron y escucharon algunas canciones salidas de un equipo de sonido mientras cesaba un torrencial aguacero.

“Cuando calmó la lluvia trajeron a Pablo Emilio. En ese momento aplaudimos, lo abrazamos y yo aproveché para invitarlos a todos los que allí estaban a hacer una oración de gracias por su libertad. Le entregué un rosario y lo felicité porque en sus palabras dejó ver que había vivido muy intensamente su fe. Tenía una Biblia y un rosario que siempre llevaba consigo y a esa fortaleza se sumaba el apoyo espiritual de su familia. Moncayo llegó vestido con prendas militares. Tenía buen semblante y sonreía porque estaba recuperando su libertad. Era como nacer de nuevo”.

Cuenta que las primeras palabras del sargento, secuestrado en la toma al cerro de Patascoy el 21 de diciembre de 1997, fueron de agradecimiento a la senadora Córdoba, a la Iglesia, al Cicr y al gobierno de Brasil, por haber hecho realidad su liberación.

El comandante ‘Jairo’ acercó un radio al micrófono para que escucharan el saludo de un miembro del secretariado de las Farc. Monseñor no supo exactamente si se trababa de ‘Alfonso Cano’ o de otro jefe guerrillero, pero escuchó el saludo que expresaba disposición de esa guerrilla para continuar en el proceso de intercambio humanitario y rechazaba lo que consideraban tropiezos por parte del gobierno colombiano. La senadora contestó el saludo y le manifestó la necesidad de avanzar en el diálogo y de trabajar por la libertad de quienes continúan secuestrados.

El comandante ‘Jairo’ les entregó un comunicado y les dijo que estaban listas las coordenadas para recuperar los restos del mayor Julián Ernesto Guevara, muerto en cautiverio.

Monseñor Gómez Serna aprovechó el momento para decirle a los guerrilleros de las Farc que deben aportar para conseguir la paz en Colombia. “Les hice ver una vez más que Colombia no quiere más guerra, no quiere más armas. En vez de armas, queremos inversión social que facilite la vida de los colombianos y la Iglesia está convencida de que la salida a este problema tiene que ser negociada y política, porque no es cuestión de balas. La verdadera paz no es fruto de la victoria militar, sino que es la búsqueda conjunta de la solución de los problemas que originaron la guerra”.

Al hablar de nuevo con Pablo Emilio, antes de abordar el helicóptero que los traería de regreso a Florencia, Monseñor resaltó la lucha incansable del profesor Gustavo Moncayo y de su familia en la búsqueda de su libertad y los comparó con una historia bíblica del padre que camina en busca de su hijo perdido. El militar aseguró que estaba al tanto de todo lo que había hecho su padre y su familia, para quienes no tenía más sentimientos que la admiración y el respeto. Pidió a quienes lograron su liberación que siguieran trabajando por la paz y por el acuerdo humanitario porque él quiere que todos sus compañeros salgan del secuestro.

Solicitud que para el representante de la Iglesia Católica está muy cerca de hacerse realidad. Gómez Serna ve con buenos ojos el reciente guiño del presidente Álvaro Uribe a un posible acercamiento con la guerrilla de las Farc para pactar el acuerdo humanitario.
 
“Me parece lógico las condiciones que puso el Presidente. No volver a delinquir y dejar el secuestro como forma de lucha, es necesario para avanzar a una solución definitiva del conflicto”.

Monseñor asegura que desde que descendieron del helicóptero, como sucedió en la reciente liberación del soldado Josué Daniel Calvo, guerrilleros de las Farc portaban algunas cámaras de video y fotográficas con las cuales registraron el momento. Dijo que en ningún momento presenció medios de comunicación y que desconoce lo que pasó al enterarse de la polémica que generó la transmisión de imágenes de la liberación por la cadena Telesur.

“Si el gobierno duda, pues que investigue. Nosotros somos personas serias y hablamos con la verdad. Si no nos creen allá ellos, pero que investiguen y así se aclaran las cosas”.

Pero cree que este episodio confuso no debe opacar la alegría que sienten los colombianos al ver el abrazo de una familia que se reúne después de haber sido separada por la fuerza.