Sigifredo López improvisó un discurso de casi una hora desde la tarima en la plaza de San Francisco en Cali

LIBERACIONES

Sigifredo López, el político

Un orador incansable y apasionado, el ex diputado del Valle, salió a la libertad con la determinación de conseguir, lo antes posible, la libertad de los rehenes que aún están en manos de las Farc. Por Luis Ángel Murcia para Semana.

Luis Ángel Murcia, corresponsal de Semana en Cali
6 de febrero de 2009

Cuando Sergio López se avalanzó hacia su padre, con tanto impulso que casi lo tumba, para envolverlo con un abrazo enorme, Colombia entera lloró. Todos los presentes en el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón de Palmira, Valle, tenían sus ojos llenos de lágrimas.

El helicóptero con la comisión humanitaria que trajo al ex diputado López Tobón secuestrado desde hace 82 meses por las Farc, aterrizó a las 2:00 p.m. con la esperanza de una familia y el sueño de miles más que esperan su turno. La conmovedora escena del reencuentro de Sigifredo su esposa Patricia Nieto, su madre Nelly Tobón y sus dos hijos Lucas y Sergio, parecía el preludio de lo que sería una jornada llena de emociones, besos y abrazos que habían sido postergados por tantos años.
 
Pero no fue así. Minutos después de recobrar su libertad, Sigifredo arrancó junto a su familia en una caravana que lo condujo hacia la plazoleta de San Francisco, en Cali, donde lo esperaba una tarima para dirigirse al país y agradecer a quienes, durante sus casi siete años de cautiverio, nunca los olvidaron. 
 
En esa plaza, cargada de significado para él pues queda a media cuadra de la Asamblea del Valle donde junto a otros once diputados fueron sacados con engaños por un comando guerrillero, el 11 de abril de 2002, se largó a decir todo lo que pensaba. En ese escenario dejó claro que la selva no pudrió sus ideales.  

A las 4:00 p.m. enfiló su artillería hacia un tema que le apasiona: la política. Primero se disculpó advirtiendo jocosamente que ´hablaría más que un secuestrado recién liberado´. Tenía razón, desde la tarima echó un discurso de casi una hora y luego con pasión respondió las preguntas de la prensa por dos horas y media. Los mensajes de fondo fueron reiterativos: la urgencia de sacar a los que quedan secuestrados por la vía del llamado "acuerdo humanitario", la importancia de ponerle fin al conflicto armado y la necesidad de buscar caminos para que Colombia viva en forma civilizada.   (ver recuento detallado de la rueda de prensa).

Repartió agradecimientos y luego, insistió e insistió con diversos argumentos por qué se debía buscar el diálogo para resolver el conflicto armado.

En lo político hizo propuestas nuevas; su largo cautiverio le debió dar tiempo para meditarlas. “Ustedes ya conocen el poder de las marchas; propongo que hagamos una para pedir por el Intercambio Humanitario”. 

A las atrocidades cometidas por las Farc en contra de la población civil, también les dedicó su tajada al recordarles que “en la historia de la humanidad ninguna revolución ha prosperado sin el apoyo popular”. Anticipó que trabajará de lleno hasta lograr la liberación de los demás secuestrados y advirtió que para cumplir ese propósito no es indispensable hacerlo dentro de partido político alguno, “Aprovecho para pedirle a Colombianos por la Paz que me acepten en ese grupo, aún con mis grandes diferencias ideológicas”.

No guardó elogios para Piedad Córdoba y recriminó a quienes la insultan por cumplir su labor de mediadora por la libertad de secuestrados, “Esta liberación unilateral no es un gesto humanitario de las Farc, sino de Piedad”, con esa frase resumió la importancia de la senadora en la gestión que desarrolló. 

Todo el país esperaba con ansiedad escuchar de su propia voz la verdad sobre la muerte de sus compañeros de cautiverio, los once asambleístas del Valle. “Queremos conocer detalles de lo que realmente ocurrió y si logró guardar algunas pertenencias de ellos”, preguntó Diego Quintero, hermano del ex diputado asesinado, Alberto Quintero Herrera. Paradójicamente Fabiola Perdomo, esposa de Juan Carlos Narváez, cabildante también acribillado por las Farc, dijo que ella por el contrario lo que desea es conocer detalles de la rutina durante todo el cautiverio, “No me interesa revivir el horror de su muerte”.

Pese a toda esa expectativa, Sigifredo se tomó su tiempo para responder. al final, narró los detalles de la tragedia y confirmó que la muerte de los once ex diputados fue una  masacre, producto de fuego amigo. Sus carceleros creyeron que era un ataque del enemigo, cuando en realidad se estaban enfrentando a un grupo del frente 29 de las  mismas Farc, que se mueve en la zona costera del Cauca y ha sido golpeado por la fuerza pública.