Las dos principales campañas opositoras han encontrado líneas de ataque comunes contra el gobierno Santos. Tanto la falta de garantías electorales como las cifras de reducción de la pobreza fueron objeto de críticas por parte de los uribistas y la izquierda. | Foto: Guillermo Torres

POLÍTICA

Elecciones: la oposición enfila baterías

Desde la izquierda y la derecha, los dos principales contendores exigen garantías y minimizan resultados del gobierno Santos.

11 de enero de 2014

La campaña por la Presi- dencia de la República no tomó vacaciones. Ni el presidente Juan Manuel Santos ni sus dos principales competidores desaprovecharon los días de descanso para enviar mensajes a los colombianos a poco más de cuatro meses de la primera vuelta. La Casa de Nariño concentró sus esfuerzos en las cifras de reducción de la pobreza, la baja tasa de inflación, el balance de seguridad en Chocó y en el lanzamiento del primero de los Encuentros Regionales en los Llanos Orientales.

Mientras el gobierno sacaba pecho por los resultados de la economía y las políticas sociales, desde la izquierda y la derecha sus contendores denunciaban falta de garantías. Clara López, aspirante del Polo Democrático, inició el año con críticas contra el Consejo Nacional Electoral (CNE) por no haber girado los dineros de los anticipos para la campaña. En palabras de López la demora en la entrega de unos 4.200 millones de pesos que le correspondía a su partido va en contravía del “ejercicio de la oposición en Colombia”.

Del otro lado del espectro político, el reclamo giró la semana pasada sobre el mismo tema: las garantías. El Uribismo Centro Democrático, que segunda en las encuestas a Juan Manuel Santos, lucha con las autoridades electorales para lograr que el logo del tarjetón pueda incluir foto y nombre de su líder, el expresidente Álvaro Uribe. El viernes pasado el CNE les negó el recurso. “Se trata de un tratamiento discriminatorio”, dijo a SEMANA Óscar Iván Zuluaga, candidato presidencial de ese movimiento.

Para el exministro Zuluaga la persecución electoral contra el uribismo no se limita al tarjetón. Los uribistas han tenido problemas para registrar y modificar sus listas a la Cámara de Representantes en departamentos como Cauca, Nariño, Putumayo y Arauca. De hecho, la semana pasada el propio aspirante radicó un derecho de petición en Popayán en defensa de las 75.000 firmas que radicaron para inscribir su plancha en el Cauca. No es coincidencia para el contendor uribista que sean esas mismas regiones en las que los militantes de su movimiento han sufrido amenazas y presiones. Zuluaga incluye en sus reclamos supuestas advertencias que el gobierno les habría hecho a empresarios acerca de consecuencias futuras por su apoyo al uribismo.

En estas dos primeras semanas de 2014, el Polo y los uribistas coincidieron en sus críticas al gobierno no solo sobre la falta de garantías políticas sino también sobre varios resultados sociales y económicos. En campaña reeleccionista lo más natural es que tanto la administración cacaree sus logros como la oposición busque minimizarlos. Lo delicado en esta ocasión es que el pulso gira en torno a la lucha contra la pobreza. El presidente Santos anunció la salida de 2,5 millones de colombianos de la pobreza y 1,3 millones de la pobreza extrema. El primer mandatario repitió la conclusión de la mesa de pobreza del gobierno: mientras en los ocho años de la administración Uribe la reducción llegó a 3 millones, en tres años la cifra es de 2,5 millones. Además, resaltó la tasa de desempleo de 8,5 por ciento de noviembre, la más baja en 11 años para ese mes.

Las baterías de Clara López se enfilaron hacia las “contradicciones entre el discurso oficial y la realidad nacional”. Para el Polo el entusiasmo con que la Casa de Nariño despliega los logros en disminución de pobreza ignora las angustias del ciudadano de a pie. “Las cifras de Santos y Uribe son todas falsos positivos mediáticos”, afirmó la candidata de la izquierda. Por el lado de Zuluaga el ataque a Santos fue más técnico. “A Santos le entregamos la herencia de Familias en Acción y redujo la cobertura. A junio de 2013 la pobreza rural había aumentado”, indicó el representante uribista. Mientras López busca desvirtuar al gobierno acusándolo de desconexión con la realidad de los hogares, Zuluaga, y el expresidente Uribe, atacan la credibilidad de las cifras.

Otra línea de ataque común a ambas campañas opositoras fueron las denuncias de los uribistas sobre 1.968 nombramientos y 597 contratos que la Casa de Nariño habría dado a congresistas de la Unidad Nacional a cambio de apoyar la reelección. Para los polistas y los uribistas esta información del llamado ‘computador de Palacio’, que también funcionó en el gobierno de Uribe, es la prueba fehaciente del ‘clientelismo y la mermelada’ detrás de la aspiración santista.

Al final de la semana dos hechos independientes le dieron munición a ambas campañas. A la izquierda le pareció débil y tardía la reacción del gobierno al suspender el cargue de carbón de la multinacional Drummond en Santa Marta. “Dizque enérgico Santos pero con extensión van 14 días de permiso para violar la ley” trinó Clara López en la red Twitter. Al uribismo le generó indignación el retiro del pedido de extradición de Julián Conrado y su posterior traslado a Cuba para vincularse a la delegación de negociadores de las Farc: “Este gobierno no fue elegido para que premiara asesinos con viajes a La Habana”, escribió Óscar Iván Zuluaga.

Si lo visto en estas dos primeras semanas del año indica algo es que la campaña presidencial de 2014 será tanto intensa como belicosa. Como Santos inicia el año con un repunte de favorabilidad en las encuestas, tanto Zuluaga como López tendrán que redoblar sus mensajes críticos para recortar las distancias que hoy los separan. Ya se vislumbran algunas estrategias de las campañas opositoras: los uribistas golpearán la credibilidad del presidente mientras la izquierda, su desconexión con las clases populares. En cuanto a la Casa de Nariño se refiere, el balance de los logros concentra por ahora la comunicación presidencial.