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ELECCIONES

El hundimiento de Enrique Peñalosa

El candidato de la Alianza Verde es el gran derrotado en las elecciones.

25 de mayo de 2014

Y Peñalosa perdió otra elección. El clásico candidato de los independientes colombianos fue el gran derrotado de los comicios de este domingo, donde quedó en la última posición, al superar sólo el voto en blanco. 

Se trata del enésimo fracaso de quien a principios de la década pasada fue considerado un alcalde que revolucionó la capital colombiana, con propuestas que se replicaron en muchas otras ciudades del mundo y que pusieron a hablar del ‘milagro bogotano’. 

Tras su espectacular victoria por más de dos millones de votos en la consulta Verde, la falta de proyección nacional y una campaña marcada por imágenes evocadoras pero de poca recordación parecen enterrar de nuevo a quien hasta hace pocas semanas se llamaba el ‘Ave Fénix’ de la política colombiana. 

Después de su período al frente de la capital, este economista bogotano nacido hace casi 60 años en Washington no ha hecho más que encajar derrotas, de las cuales ha tratado en vano de aprender las lecciones. Pero lo cierto ha sido que tras su salida de la Alcaldía, a Peñalosa le ha tocado el cristo de espaldas en términos electorales. 

En el 2006, tras un descanso de la política, se lanzó al Senado, pero no le alcanzó para superar el umbral. Un año más tarde, se volvió a lanzar a la Alcaldía de la capital, donde fue derrotado por el polista Samuel Moreno, quien logró la mayor votación que un candidato haya alcanzado en la capital colombiana. Pero fue también el artífice del carrusel de la contratación, que le dio carpetazo al ‘milagro bogotano’. 

La moraleja que muchos parecieron sacar en ese momento es que entre una opción buena y otras pésima, los electores habían elegido la peor. Pese a su derrota, Peñalosa parecía salir fortalecido de la experiencia: el error había sido de los bogotanos, no de él.

A finales de los años 2010, se alió con Mockus y Garzón para formar una audaz coalición que la gente conoció como el partido de los exalcaldes –o coloquialmente como los 'trillizos’–, una opción que se concretó con la ‘refundación’ del Partido Verde. A los ojos de los optimistas, este reunía las fortalezas de los tres exmandatarios y neutralizaba sus diferencias (y sus egos) en un proyecto común. Justamente, como una bicicleta con tres puestos.

En ese contexto de trabajo en equipo, fue precandidato presidencial por el Partido Verde en el 2010, pero perdió la consulta interna frente a Antanas Mockus, que se convirtió en el fenómeno electoral de la Ola Verde, con la cual este hijo de inmigrantes lituanos puso a temblar la hegemonía uribista. 

Aunque los verdes perdieron en segunda ronda, el proyecto liderado por los tres exburgomaestres se había convertido en la segunda fuerza electoral a escala nacional. Peñalosa parecía montado en el bus de la esperanza, que además tenía gran acogida entre los jóvenes. 

Pero la ‘revolución por Facebook’ se diluyó tras las elecciones. Entonces Mockus desapareció del mapa político y comenzaron los coqueteos de Peñalosa con el uribismo. En el 2011, se lanzó por tercera vez a la Alcaldía de Bogotá, esta vez con el respaldo explícito del expresidente Uribe, de lejos el político más popular del país en las últimas décadas. Pero tanto las propagandas con bibicletas como bailar ‘Aserejé’ con el exmandatario no pudieron impedir que Gustavo Petro ocupara el segundo cargo público más importante del país. 

Hoy, su futuro político parece nuevamente signado, pues tras estar en segunda ronda a principios de marzo, su candidatura parece ser hoy el síntoma supremo de que sin maquinarias y sin partidos en Colombia no se puede. 

A diferencia de su derrota en las pasadas elecciones, donde leyó a las carreras un comunicado aceptando la victoria de Petro, Peñalosa aceptó hoy su derrota con gallardía y una sonrisa ambigua, sin dar el nombre del candidato que apoyará en segunda ronda. Tal vez sea la fuerza de la costumbre, tal vez la de un político que no se da por vencido.