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POLÍTICA

La hora del eslogan de la campaña de Santos

Todo apunta a que la frase de la campaña reeleccionista será: “Unidos por la paz”. ¿Qué implicaciones tiene? Análisis de Semana.com

Armando Neira
14 de febrero de 2014

Como cualquier empleado, el presidente busca de vez en cuando darse una vuelta por el campo, respirar aire fresco, huir del estrés y sentir esa agradable sensación de paz. El jefe del Estado tiene esa posibilidad a escasos 39 kilómetros de Bogotá, en la Hacienda de Hato Grande, en Sopó (Cundinamarca). La apacible casona que perteneció al general Santander, en la cual lo visitaba Bolívar para conversaciones memorables, fue el lugar escogido por Juan Manuel Santos para empezar a diseñar la hoja de ruta de su reelección.

De ese paisaje de bosques de encenillos, helechos y olor a romero se empezaron a filtrar algunas noticias que en el momento de escribir estas líneas son motivo de debate, aunque carecían de confirmación oficial como el que será el eslogan de la campaña: “Unidos por la paz”. Esta será la frase, según varias fuentes, que utilizará Santosp raa las elecciones del próximo 25 de mayo, en las que aspira a conseguir un segundo mandato en la Casa de Nariño.

Ha trascendido también que a lo largo de este fin de semana el jefe de Estado decida quiénes formarán parte de su equipo de campaña, así como la persona que le acompañará en condición de futuro vicepresidente.

Según les ha hecho saber el presidente a sus hombres más cercanos, el tema de la paz será el eje central de la campaña, por ello los publicistas crearon este eslogan. Así las cosas, queda despejada la mínima duda, por si quedaba alguna, de que Santos iba a poner todo su esfuerzo en este asunto.

Pero Santos no es el único. En realidad, todos los candidatos a la Presidencia le apuestan a ella, aunque de manera diferente. Incluso, su mayor contradictor, Álvaro Uribe Vélez: “Paz sí, pero sin impunidad”, dicen las vallas del Centro Democrático (CD), lo que es una forma abreviada de exclamar que sí a ésta anhelo nacional, pero no a la negociación que adelanta el Gobierno con las FARC en La Habana.

Es natural que estos dos mensajes que contrastan abiertamente serán los que se tomen la campaña. ¿Qué implicaciones tiene para Santos? Es una oportunidad de cohesionar a todos sus aliados políticos alrededor de la negociación. De hecho, entre los partidos que lo acompañan (Cambio Radical, La U, Liberal) cada uno de sus candidatos al Congreso se anuncia como el parlamentario de la paz.

El uso de la letra U en la palabra "unidos" tiene un propósito: mantener la marca creada en las campañas anteriores, en las que Uribe era el protagonista. Al expresidente le ha tocado salir a explicar en la publicidad que él ya no hace parte de La U sino que ahora es del Centro Democrático. Así Santos saca provecho del mensaje de la U, pero queda como un rehén de la paz.

Es mucho lo que se juega Santos. Para haber tomado el riesgo, debe tener información, o al menos la corazonada, de que en Cuba las cosas van por muy buen camino y que sí se puede llegar a un acuerdo.

Porque si ese no fuera el caso y las conversaciones fracasaran, Santos defraudaría doblemente a sus electores. A los de hace cuatro años que votaron por él convencidos de que iba seguir en la línea militar que traía Uribe y también a los de ahora, que irán a las urnas por lo contrario.

Con este eslogan, Santos marca una diferencia clarísima con Óscar Iván Zuluaga y Marta Lucía Ramírez, y deja en una posición incómoda a Enrique Peñalosa, Clara López y Aída Abella. El primero tiene el apoyo de los verdes, que son proclives a la negociación con algunos matices, y las dos últimas sí son defensoras a ultranza de una salida conversada con la guerrilla. ¿Qué podrán argumentar ellas en contra del eslogan del que será su rival en el tarjetón?

Pero si Santos quiere sacarle más provecho a este mensaje, debe hacer una campaña de pedagogía del proceso que se adelanta en La Habana al ciento por ciento. Y debe alinear a todo sus ministros en este propósito. ¿Cómo llegarle al elector con esta frase mientras su ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, llama a los guerrilleros de las FARC ratas, culebras o terroristas?

Y al escoger esta frase, Santos camina sobre un riesgo adicional: que a la audiencia no le interesa totalmente este trascendental asunto.  Aunque parezca un contrasentido –pues la guerra es el mayor problema del país–, también es cierto, según las últimas encuestas, que los colombianos le dan mayor preponderancia a otras dificultades. Los sondeos dicen que la gente quiere oír de los candidatos soluciones para el desempleo, la salud, la inseguridad y la corrupción. Se puede afirmar que las encuestas son mayoritariamente hechas en las ciudades y que las secuelas del conflicto se sufren más en el campo, pero también hay que decir que la gran masa de votos también está es en las urbes. Y ganarse el favor del electorado es lo que busca cada aspirante.

Es natural que ahora vengan algunos análisis que afirman que otra vez las FARC van a elegir presidente, como ha pasado en el último medio siglo. Sea Belisario Betancur (“En mi Gobierno no se derramará ni una gota de sangre”), pasando por Andrés Pastrana (“Firmaré la paz con Marulanda”) o hasta llegar a Álvaro Uribe (“En seis meses acabaré con esos bandidos de las FARC”). Pero en realidad –y más allá de los eslóganes y las frases efectistas–, los que votan y eligen son los ciudadanos y no la guerrilla. Y en ellos está decidir qué país quieren.