Luis Carlos Aparicio, candidato por el Partido Liberal a la Cámara de Representantes en Cundinamarca. | Foto: SEMANA

CAMPAÑA

“Quiero devolverle la dignidad a la política”

Luis Carlos Aparicio aspira a ganar una de las curules del departamento de Cundinamarca en una campaña quijotesca contra los políticos tradicionales.

5 de marzo de 2014

Con 65 años y una vida asegurada, Luis Carlos Aparicio un arquitecto y urbanista que en décadas pasadas lideró los procesos de recuperación del espacio público en el norte de Bogotá, decidió incursionar en la política electoral a nombre del Partido Liberal, y en las elecciones del próximo domingo aspira a una de las curules a la Cámara de Representantes por el departamento de Cundinamarca.

Su principal bandera será la de defender los intereses de los campesinos del departamento en el Congreso y propone, de ser elegido, impulsar leyes que le den estabilidad laboral y que les aseguren un futuro digno. Aspira a convertir a Cundinamarca en un departamento sostenible y un escenario para el postconflicto.

Semana.com: ¿Por qué decidió meterse en la política?

Luis Carlos Aparicio: Es la pasión por creer que la sociedad se puede transformar. El servicio social debería ser obligatorio para todos los empresarios si queremos romper a la clase política tradicional que se dedican a este oficio como una posibilidad de ascenso económico.

Semana.com: ¿Cree que los congresistas han convertido a la política en un negocio?

L. C. A.: Han tenido una visión de asegurarse un incremento patrimonial. Eso se da cuando ese político interfiere o maneja dineros públicos, queda untado y comprometido con el manejo de los recursos imponiendo contratistas, ese es un juego que no le corresponde al legislador, cuya majestad debe ser defender derechos vulnerados de la comunidad. Pero por la mermelada cae en temas siniestros. La mayoría de congresistas se han convertido en tramitadores de oficio de dineros públicos y posan como los grandes héroes de las comunidades y de esta forma dejan hipotecados a los ciudadanos con propósitos electorales.

Semana.com: ¿Cuáles cree que son las urgencias del departamento?

L. C. A.: En Cundinamarca no hay empleo formal. Sólo el 11 por ciento de los agricultores ofrecen empleo digno, de resto pagan jornales para hacer sus fincas viables. Debería haber una ley que establezca que todo aquel que genere empleo formal se le debería retribuir con descuentos tributarios significativos para que se animaran a generar empleo.

Semana.com: Otra de sus banderas ha sido recuperar la dignidad para los campesinos. ¿Cuál es su principal propuesta para esta población?

L. C. A.: Pretendo impulsar una ley que establezca una forma de pensión obligatoria para cada campesino, que por lo menos sea igual a un salario mínimo mensual. Y que la pensión no sea a los 65 años sino a los 55 porque a esa edad el campesino ya está en una situación vulnerable. Ese campesino que le ha trabajado toda su vida a Colombia hoy no tiene condiciones para garantizar su vejez precisamente porque ha trabajado en condiciones de informalidad.

Semana.com: ¿Cuál es su propuesta en materia de educación?

L. C. A.: Pretendo impulsar un proyecto de educación pertinente, eso qué significa, que si hay territorios donde la fortaleza es el turismo entonces la primaria y la secundaria debe tener especial énfasis en ese tema, para estimular a las personas a impulsar sus proyectos en el área económica donde tengan mayor fortaleza. Hoy los hijos de los campesinos no quieren saber de agricultura pues no ven garantías en esta área. El propósito es conectar la academia con las fortalezas de cada territorio.

Semana.com: ¿Cómo convertir el departamento en un escenario para el postconflicto?

L. C. A.: El postconflicto es una realidad por construir y que seguiremos viviendo. Es así como nos proponemos escuchar el contexto de cada rincón de Cundinamarca para hacerle frente a las necesidades que se tienen para convertir el postconflicto en escenario de oportunidades y retos, para todos y cada uno de los cundinamarqueses.

Semana.com: Para llegar al Congreso tiene que derrotar al voto de maquinaria, ¿cómo lo pretende conseguir?

L. C. A.: En las elecciones del 2010 Cundinamarca puso 145.000 votos de opinión, eran una expresión del deseo de transformación, votos que no le pertenecen a ningún partido, desesperados con la clase política. Ese segmento es al que le he apostado y ojalá haya escuchado mi mensaje en el que he invitado a que revisen con cuidado la hoja de vida de cada candidato. Mi campaña está llena de personas que han creído en una política coherente, limpia y decente donde no se buscan votos a cualquier precio, donde no es tan importante salir elegido si no devolverle el respeto al ejercicio de la política.

Semana.com: ¿Cuáles han sido los obstáculos para enfrentarse a la clase política tradicional del departamento?

L. C. A.: Como sucede en otras regiones, en Cundinamarca veo con terror como la mayoría de los candidatos adelantan campañas con miles de millones que jamás se investigará cuál es su procedencia. También escucho rumores profundos en zonas del departamento en los que hay candidatos que han tejido alianzas con grupos ilegales, están vigentes y probablemente van a salir elegidos. Lo más triste es que a candidatos de la talla y la decencia de Horacio Serpa o Juan Manuel Galán les han coqueteado los seguidores de estos caciques que han corrompido y siguen corrompiendo al departamento.

Semana.com: ¿Usted es la fórmula de Juan Manuel Galán? ¿Cree que lo ha abandonado en la campaña?

L. C. A.:
Me mantuve leal hasta el último segundo con Galán transmitiendo su mensaje. Pero de una manera ingenua creo que cayó en manos de tramitadores de la política de turno y ha recorrido el departamento con unos sectores que no le convienen al departamento, por el afán de los votos. Ahí es cuando se les acaba la coherencia a algunos dirigentes.

Semana.com: ¿Entonces le ha tocado hacer campaña en solitario?

L. C. A.: Durante la campaña me he encontrado con miles de dirigentes sin partido, los he llamado los ‘cándidos’, personas que durante su vida han hablado poco pero escuchan mucho y generan confianza, y cada vez que hay zozobra en la comunidad la apoyan sin meterse en la politiquería. A ellos he recurrido, a esos líderes ocultos, y le hemos tratado de dar voz a la gente por eso mi lema de campaña ha sido “que hable la gente”.