| Foto: Guillermo Torres

POLÍTICA

Las fisuras del Partido Conservador

La segunda fuerza electoral del país se fragmentó tras su Convención. En aprietos los parlamentarios que apoyarán a Santos.

27 de enero de 2014

La semana pasada, tras la última reunión del Directorio Conservador previa a la Convención nacional del partido, el presidente de la colectividad, Ómar Yepes Alzate, confesó que, pasara lo que pasara, es decir, si se decidía por candidato propio o apoyar la reelección de Juan Manuel Santos, su deseo era uno solo: que el Partido Conservador saliera unido y fortalecido. 

Pero este lunes, luego de la efervescencia que produjeron los resultados, en los que la Convención decidió que Marta Lucía Ramírez sería su candidata a la Presidencia, el segundo partido de la Unidad Nacional, con un caudal de algo más de dos millones de votos, evidentemente salió fracturado. 

Y la línea divisoria quedó trazada entre las llamadas bases del partido y quienes se supone son los líderes de la colectividad, o, en palabras del senador Roberto Gerlein, “la esencia humana del partido”. 

“La Convención tuvo un quórum electoral dudoso. Pero además no contó con el quórum político. Los convencionistas de Antioquia, Nariño, Norte de Santander, Santander, sus parlamentarios fueron obligados a retirarse por falta de garantías. La decisión que se tomó se hizo sin la presencia de la esencia humana del partido”, asegura Gerlein.

En la llamada ‘Cumbre Azul’ quedó en evidencia que en lo que tiene que ver con la bancada de senadores, 18 estaban a favor de apoyar la reelección. Entre ellos el propio Gerlein, Efraín Cepeda, Hernán Andrade, Myriam Paredes, Eduardo Enríquez Maya, Arturo Yepes, Juan Manuel Corzo, Carlos Barriga, Juan Córdoba, quienes además fueron secundados por uno de los dirigentes más reconocidos del partido, el exministro Juan Gabriel Uribe, quien hoy hace parte de la junta directiva de la Fundación Buen Gobierno, el centro de pensamiento que Juan Manuel Santos revivió para su reelección. 

Ellos fueron quienes, tras el estruendoso abucheo con el que una mayoría de los convencionistas recibió a Gerlein en el momento que iba a defender su tesis de apoyar la reelección, decidieron abandonar la máxima instancia de decisión del partido. 

Incluso, antes de retirarse, Gerlein dejó sobre la mesa una especie de amenaza. “Están obligando a que los parlamentarios del partido no apoyemos al candidato que escojan”.

Advertencia que hoy parece empezar a cumplirse, pues los congresistas han declarado que la Convención fue ilegítima y aunque se habían comprometido a acatar la decisión mayoritaria, ahora estarían dispuestos a hacer todo lo contrario. “La decisión no tendrá el respaldo de la bancada parlamentaria; lo único que hicieron fue llevar un grupo de agitadores que no permitieron una labor democrática para explicar las razones de por qué se debía hacer una coalición”, explicó Gerlein, quien además calificó que la decisión se tomó “por detrás de la puerta”. “Esto terminó en una convención de barrio”, agregó Gerlein.

De la bancada de senadores, Juan Mario Laserna, José Darío Salazar, Jorge Hernando Pedraza y César Tulio Delgado permanecieron en la Convención y apoyaron a Marta Lucía Ramírez. 

Laserna, uno de los líderes de la facción independiente del partido, admitió que el partido haya salido fracturado. Por un lado, los conservadores de vocación, y por otro, quienes tienen otros intereses de cara a las elecciones. En la década pasada varios parlamentarios se deslizaron hacia La U, ahora el Centro Democrático ha reclutado a un grupo importante de dirigentes azules, entre ellos los sectores de Luis Alfredo Ramos y Fabio Valencia Cossio. “Ojalá volvieran, para reunificar el partido”, dice el senador. 

Laserna, quien defendió la legitimidad de la Convención, además la calificó de “histórica”, pues las llamadas bases del partido “le dieron una lección a la clase parlamentaria que ha estado apoyando la reelección. Las bases se dan cuenta de que si el Conservatismo no ofrece una alternativa verdadera de paz y desarrollo, está condenado a desaparecer”.

El gran dilema que tendrá ahora el Partido Conservador es su papel en la Unidad Nacional de Santos. A la luz de los resultados de la Convención, el partido no tendría motivos para mantenerse a la coalición, a pesar de su respaldo al proceso de paz que adelanta el gobierno con las FARC en La Habana. 

Pero que la bancada parlamentaria se mantenga en la coalición alrededor de un presidente candidato, y que el partido tenga otra carta para las elecciones presidenciales, no deja de entenderse como una contradicción. 

Los parlamentarios, los dueños de los votos de maquinaria, en teoría, deberán acompañar a su candidata, Marta Lucía Ramírez. Pero la más reciente contienda presidencial, en la que el partido escogió a Noemí Sanín como su candidata, al derrotar a Andrés Felipe Arias, dejó en evidencia que los congresistas abandonaron a su candidata oficial. Algo que bien podría repetirse en esta ocasión.

Juan Mario Laserna dice que la experiencia de las pasadas elecciones es que el partido pagó el precio de abandonar a su candidata. “Terminamos con un partido amorfo y acéfalo. Pagamos un precio”. Por eso asegura que hoy “la clase parlamentaria cometería un grave error entejiándose’ si no apoya a Marta Lucía. Salirse bravos porque no cumplieron sus cometidos es sumamente grave; lamento que lo hayan hecho, pero si no acatan las decisiones, ojalá se vayan y no vuelvan”.

El reto ahora, tanto para Marta Lucía como para el presidente del partido, no será fácil y es volver a la unidad de la colectividad. Para ello la propia candidata presidencial invitó a los parlamentarios a acompañar su candidatura. No sólo anunció como una especie de plan A reunirse con todos los parlamentarios, sino también aseguró que los estatutos del partido tienen las fórmulas para garantizar esa unidad. Ese escenario no es distinto a contemplar sanciones para quienes tengan cargos de representación y no acaten la decisión de la convención de respaldar la candidatura de Marta Lucía Ramírez. 

El Partido Conservador, con un caudal electoral superior a dos millones de votos, es una fuerza que bien podría inclinar la balanza en las elecciones. Si bien no tiene la capacidad de escoger presidente en solitario, si puede ser decisivo a la hora de conformar una coalición, la cual quedó descartada para la primera vuelta. Pero esta fuerza política, una vez más, parece llegar dividida a las elecciones.