Germán Vargas Lleras, jefe de Cambio Radical, fue la fórmula vicepresidencial de Juan Manuel Santos. Se mostró muy efusivo al término de la jornada electoral. | Foto: León Darío Peláez

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De ministro estrella a vicepresidente

Germán Vargas Lleras, jefe natural de Cambio Radical, le dará un nuevo talante a la vicepresidencia cargo que le podrá servir de catapulta para el 2018.

Rodrigo Urrego Bautista, periodista semana.com
15 de junio de 2014

Desde que fue creada por la Constitución de 1991, la figura del Vicepresidente de la República ha tenido un perfil limitado. Según la Carta Política, el quien ostente el cargo deberá, en primer lugar, reemplazar al jefe del Estado en caso de una vacancia absoluta, y cumplir las funciones que el mandatario le designe.

En la historia reciente, la trascendencia de los vicepresidentes ha sido reducida. Pero esta historia podría cambiar en el segundo periodo del presidente Juan Manuel Santos, pues para este próximo cuatrienio la vicepresidencia estará ocupada por uno de los pesos pesados de la política colombiana, Germán Vargas Lleras, jefe natural del partido Cambio Radical y uno de los principales figuras presidenciables del país.

Vargas Lleras se ha convertido en uno de los principales aliados del presidente Santos. No en vano, en el año 2010 fue el primero de los candidatos presidenciales de esa campaña en adherirse a su proyecto político. Su respaldo se tradujo en su ingreso al gabinete como ministro del Interior.

Desde esa cartera, Vargas Lleras quien se había desempeñado por casi 16 años como congresista empezó a mostrar su capacidad de ejecución. Fue clave para sacar adelante una agenda reformista en el Congreso, en la cual se destacó la Ley de Víctimas y restitución de tierras, la nueva Ley de Partidos políticos, y la prórroga de la Ley de Orden público eliminando las zonas de despeje, la cual se convertiría en determinante para definir las condiciones de un eventual proceso de paz.

Quizás el lunar de su gestión como ministro del Interior fue el de persuadir al Congreso para aprobar una reforma constitucional para que los congresistas no pudieran declararse impedidos para discutir una reforma constitucional. Ese proyecto que parecía inofensivo se convirtió después en la primera piedra del orangután de la reforma a la justicia. También no tuvo la capacidad de concertar el estatuto de la oposición, proyecto que fue la principal deuda del gobierno Santos. Pero, durante el primer año de gobierno, el Congreso marchó al ritmo que le impuso Vargas Lleras.

En abril del 2012, después de haber conseguido la separación del Ministerio del Interior y el de Justicia, acordó con Santos un relevo en el gabinete. Vargas Lleras pasó a la cartera de Vivienda y desde allí lideró uno de los proyectos sociales de mayor impacto del gobierno, el de las 100.000 casas gratis para los más pobres de los pobres. Primero sacó en tiempo récord una ley para conseguir este propósito y después recorrió el país iniciando proyecto y luego entregando viviendas, muchas de ellas de la mano del presidente Santos en actos públicos que bien parecían proselitistas.

Al estar en la cartera de Vivienda, Vargas Lleras se libró de la responsabilidad de liderar en el Congreso el marco jurídico para la paz, pues siempre ha sido un escéptico del proceso paz con las FARC, una posición que solo cambió hasta el momento en convertirse formula vicepresidencial de Santos, cuando aseguró que pese a sus temores, existían las mayores posibilidades en la historia de alcanzar la paz.

Fue en mayo del 2013 cuando Vargas Lleras salió del gobierno. Santos lo nombró presidente de la Fundación Buen Gobierno en la que durante más de diez meses se trazó el programa de gobierno para la reelección, pero por su protagonismo generó celos al interior de la Unidad Nacional. El propio expresidente César Gaviria lo señaló de convertir esa ONG en una plataforma para favorecer a Cambio Radical.

Mucho se habló de que Vargas Lleras podría coinvertirse en un 'plan B' en caso de que Santos no se lanzara a la reelección, pero eso se despejó con el anuncio del mandatario, quien en sus cálculos electorales nombró a su exministro estrella como fórmula vicepresidencial.

En el momento de ese anuncio, Vargas Lleras y Santos anunciaron que la figura vicepresidencial tendría otra dimensión. Incluso Vargas Lleras pareció exigirle a Santos funciones definidas para ejercer la Vicepresidencia, palabras que demuestran que el exministro no quiere desempeñar un cargo decorativo. “Es un cargo que puede contribuir mucho si se asignan una tareas concretas y unas metas verificables”, expresó.

En su proclamación, Vargas Lleras mencionó el sector de la infraestructura como uno de los de mayores rezagos en el país. Estas palabras, sumadas a la capacidad de ejecución que demostró al instrumentar el programa de las cien mil viviendas gratis, lo podrían ubicar al frente de la cartera de infraestructura, y las obras que inaugure en el próximo cuatrienio podrían ampliarle su capacidad para que en el 2018 se catapulte a la Presidencia de la República.

La Vicepresidencia será un cargo que le sumará Vargas Lleras a su hoja de vida, en la que siempre ha escalado con miras a ocupar la Casa de Nariño, pues así se lo designa su origen y su estirpe, y como ningún otro vicepresidente tendrá bancada propia en el parlamento, pues no hay que despreciar que nueve senadores están bajo sus órdenes. 

Vargas Lleras nació en Bogotá en 1962 y es nieto del expresidente liberal Carlos Lleras Restrepo. Es abogado de la Universidad del Rosario y con un postgrado en Gobierno y Administración Pública del Instituto Ortega y Gasset y la Universidad Complutense de Madrid.

Inició su carrera política en 1981 en el Nuevo Liberalismo de Luis Carlos Galán, con el aval de este movimiento fue concejal de Bojacá (Cundinamarca). Posteriormente, en el partido Liberal fue concejal de Bogotá desde 1992 hasta 1998, pues en ese año fue elegido senador de la República.

En el 2002 se apartó del liberalismo para apoyar la candidatura de Álvaro Uribe y en el 2003 ingresó al partido Cambio Radical que había fundado, entre otros, Rafael Pardo. En 2006 apoyó la reelección de Uribe y se convirtió en el senador más votado con 223.000 votos, una cifra que nadie ha podido superar. Mantuvo su curul hasta el el año 2008 cuando renunció para aspirar a la presidencia de la República. Una hoja de vida que cada vez más se acerca a la Presidencia, y en teoría sería el primero en el partidor de la Unidad Nacional.