Ben Johnson gana los 100 metros en Seúl. Hora después se supo que había triunfado dopado.

LONDRES/ESCÁNDALOS

El gran enemigo

Desde 1968 los Juegos Olímpicos se han convertido en uno de los eventos clave en la lucha contra el dopaje.

Jorge Camilo Puentes*
14 de julio de 2012

Los Juegos Olímpicos son la máxima expresión del ideal deportivo, pero también uno de los eventos más esperados por las autoridades médicas para identificar deportistas que acuden al dopaje o a métodos artificiales para mejorar su rendimiento.
 
La medicina deportiva lucha a diario para ganarle la partida a estas sustancias, las cuales comenzaron a presentarse en los olímpicos de 1904, en San Luis, cuando el inglés Thomas Hicks ganó una maratón gracias a la estricnina, aunque nunca fue sancionado. Durante la posguerra se hizo más notorio el consumo de dopantes, algo que era aceptado en la comunidad deportiva.

El asunto pasó a convertirse en un problema mayor cuando en los Juegos de Roma, en 1960, falleció el ciclista danés Knud Jensen en plena competencia por una sobredosis de estimulantes, hecho que motivó al Comité Olímpico Internacional (COI) a crear comisiones médicas a la par de una lista de sustancias prohibidas.

Para las olimpiadas de verano e invierno de 1968, en México y Grenoble (Francia), respectivamente, empezaron los controles y el primer deportista descalificado fue el pentatleta sueco Hans-Gunnar Liljenwall. Entre este año y 1976 dieciocho deportistas fueron sancionados y expulsados de las olimpiadas, entre ellos, el pesista búlgaro Blagoi Blagoev, campeón mundial y olímpico.

Pese a esto, siempre hubo rumores de atletas dopados como el caso del finlandés Lasse Viren, quien se dice fue el primer deportista en practicar el dopaje sanguíneo (auto extracción de sangre para ser refrigerada y luego reinyectada). Con la caída del Muro de Berlín y la confirmación del dopaje de los atletas de Alemania Oriental, se establecieron los primeros controles fuera de competencia. Y también pasaron a ser ilegales las sustancias que ocultan las drogas a los controles. En 1998 se creó la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) que congrega diferentes entes nacionales (Colombia es representada por Coldeportes).

En el siglo XXI, como fruto de los controles al dopaje en los Olímpicos, han sido sancionados 33 deportistas. La lucha contra esta práctica se mantiene, pero la medicina deportiva sabe que la competencia no es fácil: sus enemigos suelen ir un paso adelante.
 
Los más conocidos
 
1. Ben Johnson (Canadá, atletismo. Seúl 1988): logró su triunfo en los 100 metros por consumir estanozolol. Fue sancionado de por vida.

 2. Marion Jones (Estados Unidos, atletismo. Sydney 2000): logró cinco medallas (tres de oro), pero años después se declaró culpable por consumo de sustancias, devolvió sus medallas.

3. Deportistas de Alemania Oriental (1968 – 1988): la desesperación por demostrar su superioridad obligó a sus dirigentes a dopar a varios de sus deportistas. Algunos murieron. Y también hubo secuelas: la atleta Heidi Krieger se convirtió en hombre tras consumir en exceso hormonas masculinas.

4. Blagoi Blagoev (Bulgaria, pesas. Montreal 1976): un positivo por dopaje bioquímico lo descalificó en los Juegos de 1976. A diferencia de muchos otros, logró seguir su carrera para ganar más medallas.

5. Andrea Raducan (Rumania, gimnasia. Sidney 2000): todo apunta a que una medicina para repeler una gripa hizo que esta gimnasta rumana fuera sancionada en la prueba individual de gimnasia artística.
 
*Estudiante de la Maestría en Periodismo de la Universidad del Rosario con Publicaciones SEMANA.