El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza cortó cuatro orejas y un rabo el pasado 23 de enero en Bogotá. Desde ese día se hizo nuevo ídolo de la afición colombiana. Estará presente en todas las plazas del país. | Foto: Rodrigo Urrego - SEMANA

FERIA DE CALI

Hermoso de Mendoza, una leyenda del toreo

La principal figura en hacer el paseíllo en Cali es el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, considerado por muchos críticos como el mejor de la historia.

24 de diciembre de 2011

Sin duda, la principal apuesta de Cañaveralejo es esa revolución llamada Pablo Hermoso de Mendoza. Muy pronto, si no es que ya lo está haciendo, la crítica le concederá el sitio que se merece: el mejor rejoneador de la historia del toreo.

A caballo fue como comenzaron los juegos con los toros bravos. Hasta que otro revolucionario decidió burlar las embestidas a pie. En el siglo XX el rejoneo fue perdiendo su lugar. Hasta que un joven nacido en Estella, un pueblo cercano de Pamplona, al norte de España, recuperó los orígenes de la fiesta.

El significado de Pablo Hermoso de Mendoza para el rejoneo, y la fiesta en general, sólo se puede establecer con cada una de sus actuaciones. Que son un auténtico espectáculo y trascienden más allá del ruedo.

Por ejemplo, el pasado 23 de enero en la Santamaría de Bogotá. Su presencia en el cartel generó una expectativa con lejanos antecedentes. Las boletas se agotaron. Y Pablo Hermoso de Mendoza respondió como mejor lo sabe hacer. Dominando sus caballos, pisando terrenos imposibles, burlando el peligro de los pitones de los toros que acariciaban el pecho de sus equinos, protagonizando embroques inverosímiles, saliendo de las suertes en un pequeño palmo de terreno entre el toro y las tablas de la barrera.

En los tendidos, la gente incrédula. Jamás pensaron ver tanto riesgo y tanta emoción. Las gargantas se hacían roncas, los pelos se ponían de punta, las lágrimas emotivas afloraban.

En Bogotá a Pablo Hermoso de Mendoza le dieron cuatro orejas y un rabo. Los máximos trofeos, sólo destinados a faenas extraordinarias, al punto que hacía más de 60 años que no se concedían.

Pero su revolución no queda en el ruedo. Porque la gente, que tuvo el privilegio de verlo, sale a contarlo. Fueron varios días que por las calles de Bogotá se volvía a hablar de toros más allá de la polémica sobre su permanencia o no en el siglo XXI.

La radio, la prensa, la televisión, tenía al rejoneador navarro como sui protagonista. Las revistas de la sociedad se peleaban por fotos o entrevistas exclusivas. Hasta un expresidente de la República se fue a visitarlo.

Y si eso pasó este año en Bogotá, ya había sucedido en todos los lugares que el navarro ha visitado.

También, después de más de 30 años, fue el primer torero en volver a cortar un rabo en la Maestranza de Sevilla. Lo hizo en abril de 1999. Demostró que con un solo toro podía salir a hombros por la puerta del príncipe.

En el año 2000 fue el primer rejoneador en la historia en cortar un rabo en la Monumental México. Su presencia en la plaza más grande del mundo, desde entonces, congrega a más de 45 mil personas que quieren descubrirlo.

Después de ese triunfo Pablo Hermoso recorrió todos los rincones de México. Y en una temporada sin precedentes, consiguió en tres meses 64 actuaciones.

A cada ciudad donde llegaba era recibido en los aeropuertos. Comerciantes informales, vendedores ambulantes se acercan a tocarlo como una deidad. Gracias a él tienen unos meses de trabajo, le dicen. Gobernadores de estados, y hasta los presidentes de turno, como Felipe Calderón, lo reciben y le rinden homenajes.

Su fama traspasa fronteras desconocidas. En 2002, en el estado de Texas, Estados Unidos, armaron plazas portátiles o acomodaban coliseos. Todos se llenaban.
 
Cali, aunque ya lo vio cuando apenas despuntaba, tendrá su turno. Tendrá en su ruedo a esta leyenda del toreo.