Marly tiene 19 años y ya es madre soltera. El padre de su hijo, de 5 años de edad, fue asesinado por un grupo al margen de la ley en el alto de Andágueda, Chocó. Ella vivió en Medellín varios meses y el pasado viernes regresó a su territorio, junto a otros 299 indígenas de la comunidad Embera – katíos, en un esfuerzo de la Alcaldía de Medellín, a través de la Secretaría de Inclusión Social, por devolverles su dignidad a partir del restablecimiento de sus derechos.“Ellos no tienen por qué estar pidiendo limosna en Medellín, y viviendo en inquilinatos que no cumplen los mínimos estándares de seguridad y salubridad. Eso es vergonzoso”, señaló Luis Bernardo Vélez, secretario de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos.Puede leer: Las puyas de Santos al alcalde de Medellín por el acuerdo de pazMarly pasó sus dos últimos días en la capital antioqueña de compras, con su hijo, pues tiene claro que a Medellín sólo volverá a estudiar, pero no a mendigar centavos en las aceras. “Yo quiero ser profesional, quiero ser médica”, dice la joven, cuya escolaridad no pasa del noveno grado de secundaria. “Me habría gustado terminar el bachillerato, pero tuve que venirme para Medellín por la violencia que se vive en Chocó”, explica.Son 300 emberas, 61 familias y 141 niños, los que se embarcaron el viernes rumbo a Chocó, por la vía de Risaralda. Muchos de ellos llegaron a Medellín hace más de 5 años, huyendo de la violencia, de los grupos criminales que han usurpado su territorio en busca de oro y que se han aprovechado de su vulnerabilidad para someterlos a todo tipo de vejámenes, entre ellos la trata de personas.Los emberas son hijos del agua y de la tierra, cultivan maíz, yuca y plátano; y pescan el bocachico en el río Conondo, según cuentan Lisia y Claudia, madre e hija que, desde 2011, vivieron en Medellín. Ellas, al igual que Marly aprovecharon su último día en la ciudad para hacer compras antes del esperado viaje, se subieron felices a uno de los 10 buses que se necesitaron para el transporte de todos los emberas. “Acá estar es muy duro. Mejor volver a la tierra allá en Chocó, mejor estar trabajando allá. Acá en Medellín es sin plata, sin comer y aguantando hambre”, expresa Lisia, madre de 6 y abuela de 2 pequeños. Según constata la sentencia 007 de 2014 proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Antioquia: “El Resguardo Andágueda está ubicado en el municipio de Bagadó, Chocó, y cuenta con una extensión de 50.000 hectáreas, los habitantes de este territorio son pertenecientes al Pueblo Indígena Embera y se estima que habitan 1454 familias, cerca de 7250 personas.Le puede interesar: Un grito unió a indígenas, víctimas y estudiantesDebido a la ubicación y características de la zona, en este territorio han hecho presencia los principales grupos armados guerrilleros, así como grupos de autodefensa, narcotraficantes y bandas criminales comunes.“Para nosotros es un logro importante que todas estas familias vuelvan al resguardo, pues su actividad es beneficiosa para el ecosistema. Además, ellos tienen derecho a la tierra, y no pueden ser sacados de ella. En un momento tan importante para Colombia, en el marco de un nuevo acuerdo de paz, este es un bonito mensaje a la ciudadanía colombiana”, señala Marianela Palomeque, alcaldesa de Bagadó.Hacinados en inquilinatosEn Medellín, según registros de la Dirección de Etnias, se tiene establecido que habitan unos 4.200 indígenas, de los cuales, entre 800 y 900 estudian en las universidades públicas y el resto labora en el comercio ambulante. “Los de la mendicidad son minoría, y casi todos son emberas. Es por eso que estamos felices por haber propiciado este regreso, sobre todo en tiempos de paz”, dijo José Nilson Léctamo, director de Etnias de la Alcaldía de Medellín.Pero lo más triste es las condiciones en que han vivido todo este tiempo en la capital antioqueña, hacinados en inquilinatos insalubres e inseguros, ubicados en el barrio Niquitao. Allí los menores de edad han sido víctimas de abusos de todo tipo, y los adultos han sido explotados por grupos criminales del sector. Alejandro Restrepo Correa, de la Secretaría de Salud, dio un parte de los inquilinatos, lugares que tras la salida de los emberas, fueron registrados y sellados. “Fueron tres inquilinatos en condiciones sanitarias inadecuadas, por eso fueron sellados. Mal manejo de basuras, baterías sanitarias incompletas, en mal estado o inexistentes; mala iluminación, muchas humedades, mejor dicho, muy malas condiciones para la vida digna”.Por la ingesta de roedores, heces, orinas, residuos de hongos y demás, muchos de los emberas presentan enfermedades respiratorias e incluso varios de ellos debieron quedarse en Medellín, pues son atendidos por tuberculosis. El regreso de las familias indígenas Embera se da en el marco de la sentencia T-025/04, el auto 016 de 2015 la Corte Constitucional y la sentencia 007 de 2014 proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Antioquia, que ordenaron atención a la población Embera Katío del Alto de Andágueda en situación de desplazamiento y el mejoramiento de la capacidad institucional para avanzar progresivamente en la satisfacción de los derechos constitucionales de estas personas.“Yo resumo esto en la palabra dignidad. Esta es una historia de pobreza extrema, de abandono estatal. Estas personas han sido condenadas al desplazamiento y a la mendicidad, y les ha tocado vivir en condiciones de indignidad. Por eso este regreso es un mensaje en el marco del nuevo proceso de paz. No podemos olvidar nuestros pueblos originarios”, expresó Luis Bernardo Vélez.Mientras estuvieron en Medellín, la Alcaldía, a través de la Secretaría de Inclusión Social y otras entidades, hizo un acompañamiento integral. Se llevó a cabo un proceso de atención psicosocial a 69 familias desde la aplicación del enfoque étnico; además se logró la escolarización de 74 niños y niñas indígenas en la Institución Héctor Abad Gómez bajo la instrucción de 3 docentes que dominan la lengua Emberá. Estos niños estuvieron recibiendo educación en los niveles de básico y aceleración. De igual forma en articulación con la Secretaría de las Mujeres, se desarrolló el proyecto de Formación en Autonomía Económica y Empoderamiento para 50 mujeres, con el fin de permitir procesos de desarrollo en estas familias. “Nunca estuvieron solos, pero era un paso obligado permitirles las garantías para que regresaran a su territorio. Era algo humanitario”, asegura Aida Suárez, de la Dirección Departamental de Etnias.Ahora lo que viene es garantizar la permanencia del pueblo Embera en su territorio, y hacer un control minucioso a los inquilinatos de Niquitao, pues no se puede permitir que lugares que no cumplen con los más mínimos estándares de salubridad, sigan abiertos al público.