Tras el desplome de una pirámide en Zipaquira, muchos lamentaron su ambición por el dinero fácil.

NEGOCIOS.

La debacle de la pirámide albanesa

En 1996 el pequeño país europeo fue invadido por una fiebre de inversión en pirámides idénticas a las que hoy se derrumban en Colombia y dejan a miles en la quiebra. ¿Qué aprendieron en ese país para que la historia no se repita?

14 de noviembre de 2008

A principios de 1996, miles de albaneses que vivían una difícil situación económica sintieron que por fin habían encontrado la panacea a sus penas económicas. Un sistema de captación de dinero, distinto al de los bancos estatales, ofrecía multiplicar el dinero como por arte de magia. Era un sistema pirámides, como las que ahora se reventaron en Colombia.

Casi dos tercios de la población de Albania invirtió dinero. Tras su colapso miles de ‘ahorradores’ enfurecidos generaron disturbios incontrolables que terminaron tumbando al presidente del país cuyo gobierno nunca reconoció la gravedad de la crisis y hasta último momento respaldó la solvencia de algunas pirámides que habían traído a la nación una prosperidad ficticia. Al final, el caos dejó más de 2.000 personas muertas.

En Albania, igual que sucede hoy en Colombia, la gente de las ciudades vendía sus casas para invertir en estas empresas. Los campesinos vendían el ganado. A finales de 1996, Tirana, capital de Albania, se había convertido en un sucio y oloroso matadero: miles de campesinos llevaban sus reses para sacrificarlas, venderlas e invertir el dinero en las pirámides.

Todo el mundo echaba mano de cualquier propiedad que tuviera, por pequeña que fuera, en busca de los extraordinarios rendimientos de estas empresas. Dos de las pirámides más grandes, Xhafferi y Populli, llegaron en pocos meses a tener más de dos millones de depositantes, una cantidad de gente casi idéntica a la que hoy se calcula que ha metido su plata en pirámides en Colombia. En Albania vivían entonces, sólo tres y medio millones de personas y el dinero invertido era casi la mitad del PIB de ese país.

En Colombia, la gente pidió prestamos, hipotecó sus casas, vendieron el carro, sacaron las cesantías, liquidaron ahorros de toda una vida. Incluso hay información que hasta personas desplazadas, uno de los sectores más desvalidos de la sociedad, han invertido las mesadas de la ayuda del gobierno en este peligroso y oscuro negocio.

Según la fiscalía, en el país hay 240 pirámides y hasta hoy 67 han sido intervenidas o selladas. En total, hasta ahora las autoridades han incautado 58.000 millones de pesos, en cajas, costales y bolsas. El Director de Seguridad Ciudadana de la Policía dijo que en los departamentos donde más se ha incautado dinero son Huila, con 24 mil millones de pesos y Nariño, con 13 mil millones de pesos.

En Albania, durante ese años de fulgurantes rendimientos, las autoridades miraban desde la barrera, pese a las advertencias del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Quien se atrevía a denunciar el peligro y a insinuar la posibilidad de que hubiera lavado de activos, lo acusaban de estar conspirando contra las empresas más rentables del país.

Entre Colombia hoy y Albania entonces hay muchas diferencias. Albania era entonces un país en transición hacia un sistema capitalista moderno. Era también  el país más pobre, atrasado y aislado de Europa. Sin embargo, las pirámides de allá ofrecían rendimientos altos e inverosímiles (12% y 19% mensual) pero no tan exorbitantes como los que hoy se ven en Colombia, que en casos llegan al 100% en menos de tres meses.

Albania era un país con un sistema financiero tradicional controlado por tres bancos estatales que no satisfacían la demanda de créditos. Esto dio paso a un sistema paralelo que alimentó las esperanzas de muchos albaneses de clase media y baja que soñaban con una vida mejor y que no tenían acceso a la banca tradicional.

¿Qué aprendieron?
La crisis económica y política que padeció Albania por cuenta de las pirámides deja muchas lecciones para Colombia hoy, víctima del mismo virus, diez años despúes.

La primera es que una vez se detecte una pirámide hay que actuar rápidamente y con firmeza, recomendó Christopher Jarvis, jefe del Departamento de Elaboración y Exámen de Políticas del FMI, en 2000, tras un detallado análisis de cómo había colapsado la economía albanesa.

“Por definición, los pasivos de las pirámides siempre son mayores que sus activos, y los pagos a los inversionistas se financian únicamente con nuevas entradas de fondos”, explicó Jarvis sobre cómo no es difícil detectar y sancionar estos movimientos fraudulentos.

“Una vez iniciadas las investigaciones, sus operadores intentarán sustraer la mayor cantidad de activos que puedan antes de que se descubra la verdad”, dijo Jarvis. “Esto es casi inevitable, pero si se congelan los activos que tengan depositados en el sector oficial y se decomisan los activos que pueden enajenarse fácilmente, pueden reducirse significativamente las pérdidas de los depositantes”

Y por último, una recomendación categórica: desde el principio, las autoridades deberán dejar claro que no indemnizarán a los depositantes. Según Jarvis “el costo fiscal puede ser altísimo y el riesgo moral considerable”.