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Conmovedora exposición fotográfica de víctimas de minas antipersonal

Hasta el 28 de febrero estará en la Biblioteca Pública Virgilio Barco la exposición ‘Vidas Minadas: diez años’, del fotógrafo español Gervasio Sánchez, ganador del Premio Nacional de Fotografía en España 2009. La exhibición de estremecedoras imágenes de víctimas de minas antipersonal en diferentes países fue organizada por la Secretaría de Educación de Bogotá, la Red Capital de Bibliotecas Públicas (BiblioRed) y la Consejería Cultural de la Embajada de España. La entrada es gratuita. (Textos fueron tomados de la información oficial de la exposición).

Foto: Gervasio Sánchez /
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Conmovedora exposición fotográfica de víctimas de minas antipersonal

Sokheum Man fue herido en enero de 1996 cuando tenía 14 años en Lojong (Camboya). Trece días después, le tuvieron que amputar su pierna derecha. Hoy, diez años después de su accidente, está a punto de terminar sus estudios secundarios y vive en una que pertenece a los jesuitas. Este joven camboyano tiene madera de líder y un don natural para el arte. A sus 23 años se ha convertido en uno de los activistas más importantes de la campaña internacional contra las minas. Viaja varias veces al año al extranjero para participar en encuentros con víctimas de otros países y dar conferencias en escuelas y universidades. Se casó hace unos meses y ahora trabaja en un proyecto de rehabilitación de niños víctimas de la poliomielitis en Battambang (Camboya).

Foto: Gervasio Sánchez /
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Conmovedora exposición fotográfica de víctimas de minas antipersonal

Las minas antipersonal, al permanecer activas durante mucho tiempo, siguen siendo peligrosas una vez terminado el conflicto bélico. Las estimaciones oficiosas indican que se producen entre 15.000 y 20.000 nuevas explosiones cada año por causa directa de las minas o munición sin explotar, muchos de ellos en países que ya no están en conflicto armado. Sus principales víctimas son los civiles, personas que trabajan la tierra, que recogen leña en el bosque o que, simplemente, transitan por una carretera o camino. Y muy a menudo, son también niños, que ajenos al peligro que corren se convierten en víctimas de estas armas terribles. En la foto, víctimas colombianas.

Foto: Gervasio Sánchez /
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El 21 de febrero de 2003, Mónica, con ocho años recién cumplidos, Mónica Paola Ardila Pérez regresaba del colegio junto a su padre en La Vereda Taracue , municipio San Pablo, cerca de Bucaramanga, en Colombia. “Papá, voy a orinar”, gritó la pequeña antes de salirse del camino. Uno de sus pies quedó enredado en unas raíces, perdió el equilibrio e intentó apoyarse en una rama para evitar la caída. Una mina colocada y abandonada por un guerrillero, un paramilitar o un soldado regular explotó al leve contacto e hizo volar por los aires a Mónica. “Trataba de abrir los ojos, pero me ardían. Es como si se me hubiesen llenado de tierra”, recuerda la niña. Su padre la recogió en brazos y la llevó a un hospital de primeros auxilios.

Foto: Gervasio Sánchez /
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Actualmente, Mónica Paola Ardila Pérez tiene nueve años. Hace poco más de dos años una mina le provocó la pérdida de los dos ojos y le mutiló una mano. Vive en el Hogar Jesús de Nazareth en Bucaramanga, estudia braille y va al colegio todos los días. Es una niña hermosa cuya vida ha quedado hecha trizas. Ha tenido que abandonar la vereda donde vivió y separarse de su madre y sus hermanos pequeños para continuar sus estudios en la capital departamental.

Foto: Gervasio Sánchez /
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Conmovedora exposición fotográfica de víctimas de minas antipersonal

Fanar perdió ambas piernas en una explosión de una mina en 1996 cuando tenía seis años. Los ortopedistas del centro de la Cruz Roja de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, todavía recuerdan a aquel niño que hacía acrobacias mientras esperaba su turno en la fila de los mutilados. Algunos viejos dibujos lo muestran haciendo piruetas en una barra fija o manteniendo el equilibrio en las posiciones más inverosímiles. Fanar vive en Lajan, una tranquila aldea kurda situada a 20 kilómetros de Erbil, en el seno de una familia compuesta por nueve hermanos.

Foto: Gervasio Sánchez /
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Las minas terrestres antipersona son artefactos explosivos diseñados para herir o matar a personas. En sus inicios fueron empleadas para evitar la desactivación de las minas antitanque y para proteger determinadas zonas estratégicas. Pero se hicieron tan populares, que su uso y producción se generalizaron en todo tipo de conflictos.

Foto: Gervasio Sánchez /
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Las minas antipersonal están expresamente prohibidas por el Derecho Internacional Humanitario (DIH), cuya misión es reducir al máximo el sufrimiento humano, limitando el tipo y el uso de las armas en un conflicto para evitar sufrimientos innecesarios, proteger a la población civil, a los prisioneros de guerra y a los combatientes heridos.

Foto: Gervasio Sánchez /
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Sofía Elface Fumo fue herida en febrero de 1993 cuando tenía 10 años en Boane (Mozambique). Perdió sus dos piernas mientras recogía leña cerca de su casa. En la explosión murió su hermana María, de ocho años. Su padre había fallecido tres años antes.

Foto: Gervasio Sánchez /
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En la actualidad, Sofía Elface Fumo, la joven que perdió sus dos pierdas al pisar una mina antipersonal, vive con el padre de su segunda hija. Sobreviven de una pequeña parcela situada en el distrito de Boane, a unos 40 kilómetros de Maputo, la capital de Mozambique. Los domingos asiste a misa en una de las iglesias evangélicas locales. En los últimos doce años ha tenido que cambiar cinco veces de prótesis, la última en Barcelona durante el mes de mayo de 2005. (Texto tomado de la información oficial de la exposición).

Foto: Gervasio Sánchez /
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Sofía Elface Fumo tiene dos hijos, Leonaldo y Alia, de siete y dos años, y estudia en la escuela secundaria. Sus dos principales deseos son conseguir un trabajo y estudiar medicina en la universidad.

Foto: Gervasio Sánchez /
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Sofía Elface Fumo ha resistido dos embarazos y una larga etapa de siete años con el mismo par de prótesis. Los ortopedistas que le atienden se quedan impresionados ante su capacidad de resistencia. “Ha tenido que sufrir lo inimaginable”, dice Gustau Correa, el encargado de realizar las mediciones y los moldes de las nuevas prótesis. Finalmente, Sofía estrenó prótesis en 2005.

Foto: Gervasio Sánchez /
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El 3 de diciembre de 1997 se publicaba en Ottawa la Convención sobre la Prohibición del Empleo, Almacenamiento, Producción y Transferencia de Minas Antipersona y sobre su Destrucción, que entró en vigor dos años después. Al Tratado de Ottawa se han adherido 151 países, tres más lo han firmado, estando aún pendientes de ratificación, mientras que 40 Estados continúan fuera del mismo. Una de las debilidades que presenta el Tratado es que hay cinco países fuera del mismo que reúnen aproximadamente 160 millones de minas almacenadas, entre ellos, Estados Unidos, Rusia y China.

Foto: Gervasio Sánchez /
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Adis Smajic fue herido el 18 de marzo de 1996 por la explosión de una mina antipersona en Sarajevo (Bosnia-Herzegovina) que le produjo profundas cicatrices en la cara y otras partes del cuerpo. Perdió su ojo izquierdo y sufrió la amputación de su brazo derecho. Durante varios días los médicos temieron por su vida. Pasó 36 horas seguidas en el quirófano.

Foto: Gervasio Sánchez /
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Despues de la explosión, Adis Smajic ha sufrido más de una treintena de intervenciones quirúrgicas. Desde noviembre de 1997 Adis ha viajado en siete ocasiones a Barcelona para someterse a diferentes operaciones de cirugía estética dirigidas por el reconocido cirujano plástico Antonio Tapia en la Clínica Quirón. La compañía DKV Seguros se ha encargado de la financiación. La última operación de reconstrucción de su rostro tuvo lugar en octubre de 2004.

Foto: Gervasio Sánchez /
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Gervasio Sánchez es un fotoperiodista español que ha cubierto numerosos conflictos armados en América Latina, Yugoslavia, África y Asia. Es autor de libros fotográficos como ‘El cerco de Sarajevo’, ‘Kosovo, crónica de la deportación’, y ‘La caravana de la muerte: las víctimas de Pinochet’. Fue nombrado enviado especial de la Unesco por la paz con ocasión del 50 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y ha recibido numerosos reconocimientos por su trabajo y trayectoria profesional, entre otros, el Premio Nacional de Fotografía de España 2009. Sánchez inició este proyecto en 1995 en los países más minados del mundo, entre ellos Afganistán, Angola y Camboya, el cual concluyó en noviembre de 1997 con un libro y una exposición, gracias al apoyo de entidades humanitarias no gubernamentales como Manos Unidas, Médicos Sin Fronteras e Intermon Oxfam.

Foto: Gervasio Sánchez /
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