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sexta de abono

Arte sin fronteras

Con poco más de media plaza se celebró la última corrida de toros del abono anunciado por la Corporación Taurina de Bogotá. Una pertinaz lluvia hizo temer la suspensión de la corrida pero luego el arte reemplazó al agua para dicha de todos los asistentes a la Santamaría.

Mauricio Sepúlveda Castro*
22 de febrero de 2004

Se lidiaron seis toros de "El Paraíso", ganadería de propiedad de don Jerónimo Pimentel, bien presentados y de juego interesante, tres sirvieron y tres presentaron complicaciones y cierta mansedumbre. El mejor lote se lo llevó Ramses. Dos toros nobles que embestían a placer, al primero de ellos se le dio la vuelta al ruedo. El otro buen toro fue el segundo de "Finito de Córdoba" que iba largo y templado. Los otros toros no fueron tan fáciles, el primero de la tarde se quedó parado muy pronto. El lote de Castella fue el peor, el primero que correspondió al francés también muy parado y el segundo de embestida rebrincada y violenta. La vuelta al ruedo al tercero de la tarde fue benévola pues fue un buen toro pero no para tal honor.

Los de a pie hicieron disfrutar de lo lindo a la afición capitalina. Juan Serrano Pineda " Finito de Córdoba" por fin convenció a la Santamaria. Luego de varias comparencias Finito logró un triunfo grande y de clamor. En el cuarto de la tarde dio los mejores muletazos de toda la temporada bogotana, unos muletazos majestuosos, larguísimos, de impecable concepción y mejor ejecución que hicieron crujir los cimientos de la plaza. En el primero, "Finito" dejó con el capote una media de su marca. Se enfrentó al publico al no querer picar al toro en el sitio indicado por la condición del ruedo muy encharcado. Inició bien por bajo sometiendo al toro con alguno que otro muletazo de calidad. El toro permitió tan solo dos tandas con la mano derecha y luego se quedó parado sin permitir mayor lucimiento. "Finito" necesitó de dos pinchazos saliéndose de la suerte y una media traserita para acabar con el toro. Pero lo grande vino en el cuarto. Las verónicas tuvieron majeza, aunque algo rápidas por la forma en que embestía el toro. Luego de un buen puyazo que le sirvió al toro, "Finito" volvió a iniciar por bajo con gran empaque, sometió al toro y se fue haciendo con él. Muletazos con la derecha que terminaron de ahormar al toro antecedieron a los exquisitos, larguísimos, cadenciosos y hondos derechazos que "Finito" nos regaló ayer. Dos tandas inmensas en el tercio, que era el terreno que pedía el toro, encandilaron al público. "Finito" cogió la muleta con la mano izquierda pero el tono bajó un poco debido a que el toro no iba tan franco por ese pitón. Volvió entonces el de Córdoba a la mano diestra y de nuevo nos brindó muletazos excepcionales que terminaron de rematar la faena. Entró a matar dejando una estocada entera que tumbó al astado. La gente de inmediato solicitó las orejas y estas fueron concedidas quizás con excesiva rapidez por parte de la presidencia.

Sebastián Castella que reemplazó, al supuestamente enfermo Cesar Jiménez, tuvo una actuación entonada pero no destacada, sin bien le correspondió el peor lote no se esforzó demasiado con el quinto de la tarde. El francés, de tan buen recibo en tierras americanas, estuvo bien en el segundo de la tarde al que instrumentó estimables verónicas rematadas con media. El toro, que tumbó al picador en su encuentro en varas, mostró que no se podía esperar demasiado de su condición y así fue. Tenía querencia a tablas pero Sebastián lo sacó con buenos derechazos al centro del ruedo, allí alcanzó a ejecutar tanda y media de muletazos buenos pero cortos, sin rematar atrás, antes de que el toro se quedara como un marmolillo. No pasaba ni tragaba un muletazo y Castella tuvo que pegarse un arrimón de marca mayor. El toro meneaba su cabeza al ritmo que le marcaba la muleta en péndulos interminables en los que los pitones rozaban los alamares de la taleguilla del torero. Mientras tanto los espectadores exclamaban de admiración y algunos de susto. No se podía hacer más y Castella entró a matar dejando inicialmente un pinchazo sin soltar y luego una estocada entera algo caída. El público pidió la oreja para premiar la valentía del francés y la presidencia luego de alguna dubitación la concedió. Sebastián la paseó sonriente mientras en lo alto sonaba la "marcha del toreador". En el quinto, un jabonero sucio, que hacia unos extraños cuando embestía por el pitón izquierdo no hubo mayor lucimiento. Los pases cambiados por la espalda de inicio de la faena fueron lo único destacado. El toro quedó con una embestida violeta y brusca y Castella prefirió no someterlo y pidió el estoque. Un pinchazo y una media estocada caída necesitó el francés para acabar con el de Pimentel.

Ramses es un torero necesario para la fiesta. El tiene algunas dudas por las pocas oportunidades que ha recibido en su primer año de alternativa pero es un torero que si le llevan bien puede dar mucho de que hablar. Ayer vino a por todas, como se debe venir a la primera plaza del país. Se había mentalizado para ello y se encerró diez días en el campo entrenando a sol y sombra, no sólo toreando sino empapándose de arte y de flamenco. Pues bien, Ramses mostró lo que tiene adentro, el sentimiento y el arte que lleva consigo. Lo hizo ver desde que se abrió de capa en las garbosas verónicas que instrumentó y en las ceñidas chicuelinas luego de llevarlo a caballo. Brindó al público y realizó una faena cargada de arte, rompiendo la cintura hacia adentro, con un peculiar estilo y una estética que no abunda en los diestros nacionales. El toro era bueno y Ramses le toreó bien, sin mucha estructura en la faena pero con mucha calidad en los pases. Los derechazos resultaron lo más logrado de su actuación por la mano baja y el gusto con que los dio. Al natural no lució mucho pero igual evidenció calidad. Quizás el toro necesitó algo más de acople pero así es Ramses y bienvenido sea porque es distinto a todos los demás. Mató bien y cortó una oreja. En el que cerró la tarde volvió a estar a gusto. Esta vez no brilló tanto con el capote pero con la muleta se echó de rodillas para iniciar con tres muletazos vibrantes antes de un pequeño achuchón. Volvió a deleitarnos con derechazos de cante jondo y de mano muy baja y pases de pecho desmayados como abandonado de sí. Los naturales también tuvieron maestría y ya cuando quiso volver a torear con la derecha el toro se paró. Igual la faena estaba hecha, volvió a dejar una buena estocada y corto otra oreja que le abría la puerta grande y que despejaba las dudas de una carrera que puede valer oro. No se si es demasiada la comparación pero si Sevilla presume de "Morante" y Málaga de Javier Conde, Bogotá puede presumir de Ramses.

Resumen: Seis toros de "El Paraíso", a uno se le dio la vuelta al ruedo, dos fueron aplaudidos en el arrastre, uno silenciado y dos pitados. "Finito de Córdoba", silencio en su primero y dos orejas en su segundo, Sebastián Castella, oreja en su primero y saludo desde el tercio en el quinto de la tarde y Ramses oreja en cada uno de sus toros. "Finito" y Ramses salieron a hombros de la plaza.

En banderillas destacó el nuevo ídolo de la afición capitalina, Hernando Franco, que le echó valentía y garbo en sus dos actuaciones, también saludo Raúl Morales. Anderson Murillo colocó una buena vara en el quinto de la tarde.

La temporada culmina el domingo entrante con la novillada. Se anuncian novillos de San Martín para Curro Martín, Héctor José y el debut con picadores de Moreno Muñoz.

*Comentarista taurino