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columna del lector

Con lo mismo de antes

Diego Calle cree que la favorabilidad de Uribe está en su poder mediático, pues "a menos de un año de terminar su mandato, lo que se respira es incertidumbre más que esperanza"

Diego Calle Pérez
24 de julio de 2005

Quizás la situación actual del país aburra un poco, pero como dice un dicho popular: "El palo no esta para hacer cucharas". A menos de un año de terminar el mandato de Álvaro Uribe, lo que se respira es incertidumbre más que esperanza en que la cosa va cambiar de alguna forma.

Uribe empezó bien con su lema de campaña "mano firme y corazón grande". Pero sus expectativas fueron incrementadas en demasía. Desde un principio su gestión estuvo rodeada de una acción publicitaria un tanto exagerada y se ha convertido en el presidente de los tres y hasta cinco discursos diarios como mínimo. Pero en la realidad terrenal la gente sigue igual o con más aflicciones.

Veamos algunos aspectos. En lo político, el referendo fue un fracaso. Las principales acciones políticas gubernamentales han indicado que el presidente Uribe ha improvisado toda su gobernabilidad y que toma decisiones principales sin consultar a sus más fieles consejeros. En lugar de impulsar las reformas para instalar un sistema de dialogo con las Farc y el ELN, Uribe se fue con su "mano dura" que privilegia la represión.

El gobierno no concertó el Tratado de Libre Comercio y la decisión de apoyar el arrodillamiento a Bush con sus tropas listas a Irak. Y el inolvidable súper Ministro Londoño, impuso a la nueva directiva del senado el presupuesto y la política de endeudamiento.

En la otra cara de la balanza, vemos a una oposición tan disminuida que se considera ausente, dando tumbos, sin estrategia, sin visión constructiva, sin tan siquiera tratando de hacer el intento de rescatar algo de iniciativa. El fraccionamiento del Partido Liberal lo ha postrado y no sale de la "sala de cuidados intensivos". Ni con suero de color rojo se sostiene en el panorama visible de la Colombia ancha y diversa en opciones políticas.

En el terreno económico la situación no ha variado. Las encuestas que se hacen por fuera de la Casa de Nariño lo confirman y la gente reclama al gobierno poner paro al alza de precios, que controle el alza de la gasolina y genere trabajo.

Fuera de ello, los primeros síntomas económicos indican que este año el crecimiento puede ser más bajo que el del año pasado, que ni el Dane se atreve a dar los datos confiables y viables. La maquila continúa perdiendo terreno, a diferencia del café que medio se salva con una leve alza, pero tras la crisis sufrida, la alborada puede resultar muy pasajera.

Las remesas continúan inflando la economía nacional, haciendo crecer los renglones financieros y el comercio, en especial la construcción se ha convertido en la inversión de los que viven y trabajan en el exterior.

Lo que manifiesta el terreno social es un fracaso rotundo del "Uribismo" para diseñar una política social encaminada a frenar verdaderamente la criminalidad y la delincuencia. Lo que ha logrado la tan publicitada "Mano Dura" de Uribe es sacar a las Autodefensas a las calles, aumentando la impunidad.

El gobierno dice que el crecimiento de los homicidios es por la lucha entre las Farc y el dominio de los territorios recuperados por las Fuerzas Militares (Policía y Ejército). Otros sectores apuntan a la limpieza social a través de bandas de exterminio y otros al cada vez más evidente "imperio de la ley de la selva".

No obstante, a fuerza de golpes se aprende. El gobierno en cabeza de Álvaro Uribe, está aceptando la existencia de la ausencia del "corazón grande" y apenas -ya para terminar- quiere emprender los proyectos que mejoren la vida de los más de veintitantos millones de pobres que tiene el país.

En un sentido macro, de nación, los colombianos continuamos divididos. No tenemos puntos de coincidencia o más bien de comunidad. La vida transcurre como un carrusel dando vuelta y vuelta para que nada cambie. Triste y aburrida está nuestra Colombia patria querida. Con tanta esperanza perdida la opción de la juventud es irse al extranjero, especialmente donde impere el dólar o los euros. Cada vez más Colombia se me ocurre pensarla como una pesadilla donde cada sueño se cambia cada cuatro años. Es un país que ignoramos, que desconocemos, un país que se hace y se deshace constantemente. Fracasada y mentirosa, esa es nuestra única Colombia y nos encanta.

* Historiador, Universidad Nacional de Colombia. Sede Medellín. Profesor e Investigador Social Independiente. Líneas de Profundización: Cultura Urbana-Rural. Gestión Cultural. Director Fundación Educativa y Cultural HÁBITAT.