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¿Cuál es el sentido político del TLC?

Miércoles 15. Los negociadores colombianos deberían sacar ventaja de las condiciones políticas colombianas para lograr un TLC más conveniente, escribe el representante Guillermo Rivera.

Guillermo Rivera Flórez*
12 de diciembre de 2004

Tengo que comenzar con esta afirmación: el TLC que ahora se negocia entre Colombia y Estados Unidos tiene un profundo contenido político.

Primero, porque el presidente Uribe, en uso de las potestades constitucionales que el puede ejercer a partir su cargo, decidió que este tratado deberá tramitarse para convertirlo en un instrumento que permita consolidar las ventajas del Atpdea para posicionar otros productos en el mercado de los Estados Unidos, atraer inversión extranjera, generar empleo y contribuir con lo anterior a que nuestra economía crezca.

Segundo, porque el Gobierno y el Congreso de los Estados Unidos han decidido a través del Trade Promotion Authority fijar unos propósitos y criterios para que los Estados Unidos puedan celebrar acuerdos bilaterales de comercio con otros países para consolidar sus mercados externos y quizás su poderío geopolítico.

En principio, la negociación del TLC y sus propósitos se van materializando a través de las diversas rondas de discusión en donde unos equipos técnicos de uno y otro país avanzan en los acuerdos comerciales.

Pero de manera paralela, quizás imperceptible a la opinión, comienza a desarrollarse una negociación en el ámbito político que involucra elementos que no son del orden comercial pero que tal vez pueden o podrían llegar a tener más importancia que los primeros.

Varios congresistas y analistas hemos venido sosteniendo que es en el campo político en donde el Gobierno debería poner el énfasis de esta negociación por dos razones que a nuestro juicio juegan a favor de los intereses de Colombia.

La primera de ellas hace relación a la lucha contra el narcotráfico que en el pasado reciente ya generó dividendos comerciales (Atpa y Atpdea), cuyo argumento es tan sencillo como lógico: si Colombia no tiene un trato preferencial en materia comercial para que su economía crezca y se genere empleo, el terreno seguirá abonado para el narcotráfico y el terrorismo.

La segunda surge del hecho de que Colombia es el único país con un sistema político estable en el sur de este hemisferio perteneciente a la orbita de Washington. En efecto, Venezuela, Brasil, Argentina, Chile y ahora Uruguay mantienen distancia ideológica y no menos práctica de los Estados Unidos. En Bolivia, además, se rumora que las encuestas de opinión parecieran señalar al líder cocalero Evo Morales como el próximo Presidente de esa nación. Y, a pesar de que Perú y Ecuador siguen a Washington, y de los recientes sucesos políticos a favor de Lucio Gutiérrez, nada garantiza su estabilidad en el mediano plazo en ambos casos.

Así las cosas Colombia se convierte por sustracción de materia en el más importante aliado de los Estados Unidos en Sur América. Esta realidad geopolítica favorable debe, a nuestro modo de ver, constituirse en el punto de partida y no de llegada de la negociación.

* Representante a la Cámara