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columna del lector

Cuestionario real

Jueves 17. Bernardo Ortiz Mejía, lector de SEMANA.COM, resalta "lo cursis que siguen siendo las famosas preguntas 'corchadoras' a las finalistas del Concurso Nacional de Belleza para medirles su coeficiente intelectual".

Bernardo Ortiz Mejía
12 de febrero de 2006

Llevaba tres años sin ver la transmisión final del Concurso Nacional de Belleza de Cartagena. Creía ver una cosa diferente, con agilidad, con gracia, con algo que además de llenar de expectativa por conocer el resultado de una elección, dejara ver alegría y entusiasmo. Pero encontré que pasados estos años, esta ceremonia está lejos de entregar lo que arriba esperaba. Por el contrario, y para solo quedarme en un aspecto, los presentadores estuvieron fatales, casi haciendo el ridículo. A Miguel Varoni, por ejemplo, casi se le salían las sandeces de Pedro El Escamoso, a pesar de estar trabajando para RCN.

Pero lo más lamentable y tema de este escrito, es lo cursis que siguen siendo las famosas preguntas "corchadoras" a las candidatas finalistas para medirles su coeficiente intelectual. A pesar de que las preguntas no las confeccionaron los jurados sino aficionados al concurso de varias regiones del país. Y como el objeto del artículo es cuestionar las preguntas, y también las respuestas de las candidatas, es necesario decir que las preguntas fueron tontísimas y las respuestas no se quedaron atrás, aunque vinieran disfrazadas de inteligentes.

Veamos las joyas de la corona del certamen de este año:

Pregunta tonta: ¿Qué le gustaría no haber aprendido en la vida?

Imposible que una aspirante a un título vaya a confesar ante el público, por ejemplo, que no le gustaría haber sido envidiosa, celosa, o a copiarse en los exámenes. Eso no lo diría jamás ni la representante de Sucre, ni nadie. Normalmente lo que a uno le gustaría olvidar de lo que ha aprendido en la vida, son cosas feas o desagradables, que, estoy seguro, el más valiente no se atreve a confesarlo ante cientos de personas al frente y a millones detrás de los televisores. Entonces, si lo que se quería era medir la valentía de la candidata para decir esas cosas ocultas de muy adentro de uno, la pregunta no cumplió su cometido, porque miren la respuesta.

Respuesta desacertada, disfrazada de inteligente: "Buenas noches a todos, estoy feliz, porque he aprendido lo necesario para llegar hasta donde estoy. He llegado muy lejos representando a mi departamento de Sucre y me toca aprender mucho más. Lo voy a hacer con mucho amor y con mucho orgullo de aquí en adelante".

¿Se fijan?, no respondió acerca de lo que aprendió que quisiera no haber aprendido o a olvidar, sino que contestó acerca de lo que aprendió y quiere seguir aprendiendo.


Pregunta tonta: ¿Qué acontecimiento de su vida cree que la partió en dos?

Difícil que una aspirante a un título reconozca en público que el divorcio o separación de sus padres, la ruina de la familia o la captura del padre o madre por desfalco de entidad pública, le haya dejado una huella profunda que la parta en dos. Lo mismo, no quiero decir que la representante de Antioquia haya pasado por semejantes acontecimientos en su familia, Dios la libre, sino que critico lo inadecuado de la pregunta. Yo diría que lo indiscreto de la pregunta.

Respuesta acertada, disfrazada de inteligente: "Estar concursando en señorita en Colombia"

Acertada por lo real, mas no creo que por lo sincera. Porque participar en concurso no fue algo que le cayó de repente y de manera desafortunada, que es lo que normalmente a uno le cambia su existencia en dos. Por el contrario, un concurso al que se va con ganas y para el que se preparan con toda clase de cirugías, etiquetas y protocolos no es algo como para partirla en dos, aunque deje experiencias significativas y casi siempre placenteras, excepto no haber ganado el primer lugar.

Pregunta tonta: ¿Qué oportunidades le ha dado la vida y ha desaprovechado?

¿Se imagina usted a una aspirante a un título reconociendo en público que es una perezosa que no quiso usar una beca en el exterior por no alejarse de su familia? Y algunas otras más que dejarían ver a una mujer que está fuera de foco o la haría ver como mediocre. Sigo insistiendo que no es que las candidatas entrevistadas, en este caso la de Bolívar, hayan pasado por las experiencias que presumo, sino que estoy valorando la intención de la pregunta. Si la intención es valorar la valentía o entereza de una persona para aceptar errores, difícilmente lo reconocerá en público, cuando por naturaleza humana, con pocas excepciones, ni en privado se aceptan totalmente. Y, si la intención es medir la agilidad mental de la concursante mejor pídale que de el resultado de una operación matemática medio compleja o pregúntele el nombre de la capital de los países de América. Porque de resto, escoger una entre todas las oportunidades que le ha dado la vida en 25 años, requiere de un tiempo de reflexión mayor a un minuto, salvo que le hayan pasado la pregunta por anticipado.

Respuesta lógica, disfrazada de inteligente: "Gracias Dios he aprovechado todas las oportunidades, que me ha dado la vida en estos 25 años y una de ellas es estar aquí. Tomé la decisión este año y bueno estoy dejando al departamento muy en alto".

Obvio, si al responder sinceramente la pregunta quedo como una persona tonta, pues digo lo contrario y me muestro como una persona pilosa y que mejor que usar lo inmediato para ello, y lo inmediato es el concurso. Pero a la señorita Bolívar le hablaron de oportunidades, que son cosas que casi siempre vienen de fuera de la voluntad de uno y uno analiza, piensa, acepta o rechaza. Con muy pocas excepciones la representación en estos concursos no es ofrecida sino buscada, luego no hay oportunidad brindada por la vida sino un escenario creado por la persona.

Pregunta tonta: ¿Si le dieran a escoger entre amar y ser amada que preferiría  y por qué?

La más tonta entre las tontas. La intención de la pregunta sería medir si la candidata tiene rasgos egoístas o algo así. Por lo que una aspirante a un título no va a decir en público que ella quiere que el mundo (familia, pareja, amistades) vaya hacia ella, sino que más bien ella es la que se va a entregar al mundo, al fin y al cabo eso es lo que le piden a las reinas de belleza. Por eso la vacilación inicial de la linda chocoana que casi dice que preferiría ser amada, ya que logró pronunciar "ser" y alcanzó a corregir.

Respuesta lógica, sin fondo, disfrazada de inteligente: "Ser. Preferiría amar, porque es el sentimiento más grande que existe".

Es lógica porque no se concibe que una aspirante a título con nobleza (no nobiliario) sea egoísta, y hasta en la oración de San Francisco (venerado en Quibdo y el Chocó) se reza así. Disfrazada de inteligente porque amar y ser amado es un sentimiento mutuo, recíproco. Es decir, si yo amo sin egoísmo, lo más seguro es que resulte amado por las personas a quienes les dedico mi amor. Es decir, no debería haber separación entre el sentimiento ofrecido y el recibido una vez establecido el vínculo.

Sin fondo porque todos sabemos (aunque en algo se olvida) que el amor es un sentimiento grande que existe, pero no el más grande que existe, porque dónde queda el odio que nos lleva a tantas muertes hoy día? No me atrevería a afirmar que hoy en el mundo hay más personas odiadas, despreciadas, discriminadas y atacadas que amadas, pero el número cada día crece.


Pregunta tonta: ¿Hacia dónde cree que van los parámetros de belleza, a ser más delgadas todavía?

No parecería tan tonta la pregunta, porque se la guardaron precisamente a la más delgada del concurso, yo diría que con todo el respeto que merece la hoy señorita Colombia, está tan delgada que sus huesos están exactamente debajo de la piel. Pero es tonta la pregunta porque a una mujer que se ajusta a regimenes de dietas y ejercicios para conseguir una figura que seguramente no tenía antes de ser inscrita como participante, no va a argumentar en público acerca de si el parámetro va hacia más delgada porque la acusarían a ella misma de suicidio, o si va a ser más rellenita porque le censurarían su delgadez.

Respuesta lógica y de cajón para concurso de belleza, que no responde la pregunta: "Bueno, la verdad es que yo la belleza la miro desde el punto de vista interior no físico. La belleza no tiene parámetros, cuando una persona la tiene, la lleva en el corazón y lo da todo"

La belleza si tiene parámetros y eso se nota precisamente en los concursos de belleza. No en vano en Miss Universo se han reconocido esos parámetros y así en algunos años la tendencia ha sido a engalanar o agasajar la belleza de raza oriental, la belleza de raza negra, la belleza con rasgos latinos y así sucesivamente. Y en algunas pasarelas de moda ya no se ven solamente las esqueléticas modelos, sino las que tienen sus carnes abultaditas. Lamentablemente la hoy señorita Colombia se fue por las ramas porque le preguntaban por los parámetros de belleza física y no de los parámetros de belleza interior, los cuales con toda razón no tienen parámetros porque son intangibles, no se pueden siquiera reproducir en una pintura. Mientras que los parámetros de belleza por los que le preguntaban sí existen y se puede dejar constancia de ellos mediante cuadros, fotografías y hasta por descripciones verbales. Sin embargo, el público se emocionó tanto con la respuesta de la señorita Atlántico como si hubiera respondido una pregunta que le diera el derecho al premio mayor de "quien quiere ser millonario".

Reitero, no estoy cuestionando o poniendo en duda las calidades humanas e intelectuales de las concursantes, sino más bien justificando que sus respuestas dependen del ambiente y el estímulo que tienen en ese momento, que eso si afirmo, no son adecuados, ni se deben hacer con el fin de "corchar" a las candidatas. Mas bien deben ofrecerles la oportunidad de mostrarse tal como son: mujeres cultas, eficientes, capaces,  bellas al fin, con deseos y ganas de ganar un concurso para ponerse al servicio de una causa.

Yo me atrevería a proponer que en vez de preguntas, las candidatas hablaran de un tema libre escogido por ellas, por un espacio de cinco minutos con un interlocutor (no necesariamente jurado) que pudiera confrontarlas dentro de ese tiempo y que con argumentos las candidatas nos pudieran dejar ver su temperamento, sus ideas, su profundidad en los conocimientos, etc.

Aunque ya sabemos que el concurso tiene temas prohibidos tales como política, sexo y religión sobre los cuales podría tenerse una muestra de lo que es el temple de una reina, bien podrían hablar de otros temas tales como cultura local, regional o nacional, alcances de una profesión (la que ellas tienen o están adquiriendo) en la sociedad a la que pertenecen, acciones concretas para fomentar la eficiencia de una empresa y evitar la corrupción (no solamente política), o cómo tratar un asunto de conflicto familiar de manera armónica y civilizada, etc. Así se podría tener la seguridad, o al menos la expectativa, de contar con una mujer (no por falta de hombres) que pueda usar sus encantos femeninos para liderar alguna o muchas de las gestiones que están pendientes en este país y no que solo se dediquen a tener ellas las expectativas de colocarse como presentadoras de la sección de farándula de los noticieros o convertirse en actrices sin garbo ni expresión interpretativa.