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columna del lector

El Anti-Gurú

Darío Álvarez, lector de SEMANA.COM, cree que hay formas más inteligentes de invertir dos millones de pesos que en una conferencia con importantes figuras.

Darío Álvarez Jaramillo
5 de junio de 2005

¿Perdón, casi dos millones de pesos? Fue mi inmediata reacción. Kasparov puede que sea un genio, pero en términos de ajedrez político desde cualquier concejal hasta candidato presidencial, en Colombia le hacen jaque pastor. Y si tanto cuesta Kasparov, ¿cuanto cobrará la IBM que le ganó?

A lo mejor para muchos integrantes de la llamada clase dirigente pueda que dos millones no signifique nada. Pero para el resto de nosotros es mucho mas de lo que devengamos en un período mensual.

No es noticia establecer que en la actualidad mas de la mitad de nuestros compatriotas subsisten con ingresos de menos de 430 mil pesos al mes. El mismo Dane recientemente estableció que en febrero las ventas de alimentos y de productos farmacéuticos disminuyeron alrededor 3,4 por ciento en comparación al año anterior. Pero esa cifra para pocos es noticia.

Lo que si es noticia, como lo reportó esta revista en su edición anterior, es que durante Expogestión 2005, que acaba de terminar, alrededor de 1000 empresarios colombianos asistieron a este evento y pagaron casi dos millones de pesos para escuchar las conferencias de figuras como Garry Kasparov, Tom Peters y Howard Gardner.

En Colombia pagar casi dos millones de pesos para una conferencia de gestión es tan absurdo como si Coldeportes contratara al mas importante equipo de entrenadores de invierno para que unos cuantos atletas pudieran competir en las próximas olimpiadas invernales de Turín.

Las cifras no mienten. El periódico El Tiempo la semana pasada reportó, que de los 44 millones de colombianos, solo siete millones tienen alta capacidad de compra, 15 millones tienen una capacidad moderada, mientras que mas de 20 millones, no tienen ningún poder adquisitivo. Estas cifras están cercanamente ligadas a los niveles de pobreza nacional que cubre al 52 por ciento de la población.

Al exponer mi crítica, un amigo me contestó: ¡usted está loco, el Foro Económico Mundial cuesta US$25,000! Pero desafortunadamente Bogotá no es Davos, y afortunadamente Davos no es Bogotá.

Aunque no soy ni economista, ni gerente, ni administrador, entiendo y apoyo la motivación y el empeño con que muchos colombianos buscan el aprendizaje y la superación para mejorar su gestión. Pero este evento difícilmente podría catalogarse como educativo, debido a que lo dicho por los conferencistas se volvió secundario al evento en si. Por ejemplo, mientras esta revista dedicó un amplio cubrimiento en sus páginas sociales a los tradicionales chupafotos durante una nota titulada, "Una comida con el Rey", en donde se cubría un agasajo a Kasparov, sus demás secciones incluso la económica, al igual que otros respetados medios del país, brillaron por su silencio en torno a las ideas expuestas por tan importante panel internacional.

Es importante aclarar que no estoy en contra ni de los organizadores ni los conferencistas. Los primeros habrán realizado sus estudios de mercado y comprobado que en Colombia existe el suficiente número de lagartos y bonachones dispuestos a pagar. Como dicen las abuelitas en Antioquia, "mijito se acaba primero la mielmesabe que el marrano".

Los segundos se merecen las tarifas mas altas que puedan recaudar. Están donde están por su trabajo y dedicación. Pero mi crítica si va dirigida a dos blancos. Los empresarios que carecen de una consciencia social y los medios que a veces sorprenden por su frivolidad.

En consecuencia, tengo un par de sugerencias para todos aquellos que piensan asistir próximamente a Exposgestión 2. En vez de gastar esa platica en escuchar a Clinton, gástensela distribuyéndola en obras de caridad. Actualmente las causas son muchas y los filántropos criollos mas bien pocos. O tal vez, den un merecido bono a sus empleados. De esta forma la gestión de ellos y la moral laboral incrementará.

Por otra parte, tendrán un incremento en su poder adquisitivo lo cual generará mas recursos en la economía y esta generará un efecto multiplicador. Así, esta platica no se irá a la cuenta de Clinton en Arkansas o Nueva York, sino tal vez a la cuenta de su colega empresarial. Si lamentablemente ya pagó, invite a su mejor empleado. Esto le demostrará a todos en su empresa su gratitud y buena voluntad. O aun mejor, dónela a un estudiante de una universidad. Para aquellos que únicamente buscan el valor académico, no sea flojo y lea los libros. De paso compre un par copias mas para amigos y empleados y fomente la práctica de lectura que tanto necesitamos en nuestro país.

Empresarios y medios, en estos días próximos a su visita es mas apropiado que nunca recordar que una de las claves del discurso de Clinton siempre ha sido la importancia de la responsabilidad y de la necesidad de una conciencia social.