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Columna del lector

El liberalismo: en búsqueda del presente

Camilo Pachón, lector de SEMANA.COM, opina que el centro del espectro político en Colombia sigue sin ser ocupado y defiende una alternativa progresista para el Partido Liberal en esta coyuntura.

Camilo E. Pachón Pinzón*
3 de abril de 2005

Por estas calendas corre mucha agua bajo el puente en materia política: alianzas, coaliciones, deslizamientos y posibles definiciones ideológicas y programáticas entre las distintas fuerzas políticas en el país, son el pan de cada día. Se respira un ambiente de deliberación por cuenta de la reelección y como lo ha señalado el profesor Fernando Cepeda, asistimos a una bipolarización saludable (un esquema gobierno-oposición) con signos claros de consolidación democrática.

En el mapa político, se perfila una nueva derecha (el uribismo y el partido conservador), y una nueva izquierda (el polo democrático y alternativa democrática); en tanto, que el centro del espectro político sigue sin ser ocupado. Mi propósito en este escrito es argumentar a favor de una alternativa de centro y progresista, en la encrucijada política pues, esta parece ser la conversión que desea experimentar el partido liberal, bajo las riendas del ex presidente Cesar Gaviria. Aclaro que no tengo las claves para armar ese cubo de rubbik que es el partido liberal, función de la que me relevo pues tan solo quiero apuntar las nociones básicas para un nuevo consenso liberal en Colombia, idea más elusiva pero tan necesaria en esta coyuntura.

Dicho propósito requiere de gran imaginación, y de un gran sentido de la realidad, para ver el presente y el futuro con generosidad y desprendimiento. Ya el ex presidente Gaviria tuvo oportunidad de decir "esta bien dejar atrás las diferencias significativas que he tenido con algunos dirigentes liberales. Las preocupaciones que hoy nos deben ocupar deben ser sobre el presente y el futuro" (El papel de los partidos. Mi discrepancia con Uribe. El Tiempo, 18 de Febrero de 2005). Pienso que si se trata de fortalecer los partidos políticos y revitalizar la democracia colombiana articulando intereses y mediando en la resolución de los problemas nacionales, es prudente dejar a un lado sectarismos y viejas querellas partidistas y reconciliar las distintas vertientes liberales, modernizadoras y tradicionales, pasando la página que nos divide.

En este periodo, el desafío del liberalismo es la búsqueda del presente. El pasado es insondable y la historia como dijo el escritor cristiano Eliot es aquí y ahora. En consecuencia tenemos que asumir que ha llegado la hora de marcar el paso definitivo y tomar el tiempo en nuestras manos, para moldear el futuro y anticipar todas las contingencias posibles.

En su esbozo de la parábola del liberalismo colombiano Marco Palacios nos brinda los tres significados básicos que ha tenido el liberalismo: ideología, visión del mundo y talante. Todos ellos ofrecen las pistas necesarias para retomar un proyecto de cambio histórico y transformación de la sociedad colombiana. Repasemos cada uno de ellos por separado y busquemos la respuesta a nuestra encrucijada viviendo nuestro presente y descontando el futuro.

- El liberalismo en cuanto ideología; encarna los valores universales que expresaron unas clases medias educadas, en pleno apogeo de las revoluciones inglesa, francesa y norteamericana que luchaban por arribar al poder y crear una nueva sociedad. En el proceso de (des) encuentro de los colombianos con el liberalismo, este se desdobló en una versión más francesa, anticlerical, estatista y nacionalista, que buscó movilizar al pueblo, hacer viable la participación popular y apuntalar un liberalismo de corte más social, en una sociedad excluyente. lamentablemente este ideal se vio interrumpido y defraudo a una sociedad entera. Sus fallas más significativas están asociadas: i) Con el papel que el liberalismo jugó en la creación de un capitalismo agrario (propiedad de la tierra, latifundio y poder político), y ii) Con la consolidación de un sistema de educación.

El tema de la propiedad de la tierra y la fusión del latifundio con el poder político, es todavía fuente de la aguda confrontación armada que asola al país (guerrillas, paramilitares, cuerpos pretorianos del narcotráfico), y el fracaso liberal radicó en la imposibilidad de mediar en un legítimo proceso de reforma agraria. En el tema educativo no fue posible instituir un sistema de educación primaria, laica y universal como único medio de formar una república de individuos libres. Y "fracaso por la patente desigualdad de oportunidades para acceder a una educación pertinente y de calidad, y por la ausencia de un discurso político-moral que sustentare el ideal republicano y democrático".

Desbrozado el panorama, cabe preguntarnos ¿cuál es el reto en el presente?. Una respuesta tentativa es que hoy debemos comprometernos en acometer la agenda modernizadora que ha quedado trunca, pero sin desconocer la expansión de los derechos de ciudadanía social. Se trata de consolidar la formula constitucional del Estado Social de Derecho enunciada en nuestra carta política y ampliarla en lo que los profesores Garay y Uprimny han dado en llamar Estado social y democratico de derecho pos-benefactor, formula que consiste en armonizar las pretensiones de bienestar general, sustentada en una vida decente y digna para todos los ciudadanos, con la búsqueda de la responsabilidad económica y colectiva: expresada a su vez en la eficiencia y la rendición de cuentas tanto en el sector público como privado, función que descansa en los partidos políticos, organizaciones de la sociedad civil y los órganos de control.

- El liberalismo en cuanto visión del mundo; ha querido rendir tributo a los ideales ilustrados y racionalistas de culto al cambio y el progreso histórico, atributos esenciales de la modernidad. Tan elevada aspiración no ha sido asimilada en nuestra mentalidad liberal, por la misma disonancia entre el discurso y la realidad. Nuestra sociedad, todavía sigue dividida entre el país legal y el país real, los liberales han renunciado a dirigir el pueblo, mediante una verdadera función pública y electiva. Se han refugiado en los ejércitos modernizadores de la tecnocracia, o en el mundo privado de los negocios, sin asumir los atributos de la modernidad; es decir, la construcción de ciudadanía y el ejercicio político; dejando a su turno la política en manos de arribistas de nuevo tipo y expertos intermediarios políticos. La nueva cultura de masas urbana que está siendo colonizada por los medios de comunicación, (en un mundo cada vez más globalizado), representada en la diversidad de tendencias - jóvenes, mujeres, clases profesionales, empresarios, minorías sexuales, étnicas- , habrá de ser tenida en cuenta, y el liberalismo tendrá que abarcar todas estos estilos en su nueva visión del mundo, sin olvidar tampoco el país rural, envuelto en la violencia. Para ello tendrá que hacer propósito de enmienda y valerse de una nueva ética pública, que le permita recuperar la confianza ciudadana.

- El liberalismo en cuanto talante; reivindica la afición al diálogo, la diversidad de pensamiento, la autonomía del individuo, así como la realización de sus fantasías individuales. Libertad y pluralismo, son sus valores más notables. Nuestro reto en el presente, consistirá en promover un partido de razones, no un partido sectario ni atomizado. Hacer posible que se introduzcan nuevos argumentos partidarios -medio ambiente, seguridad económica y humana, desarrollo urbano y regional, cultura ciudadana, medios de comunicación, ética pública y la inserción económica en un mundo globalizado, entre otros-, además de los existentes y que han sido tan caros a la tradición liberal colombiana. Y nada más sensato, si hablamos de una colectividad que ha sido una coalición de matices de centro e izquierda democrática, y para ello es viable hablar de una real democracia deliberativa al interior del partido.

Concluyendo, sabemos que nuestro tiempo es el presente. Tiempo real y único, simultaneidad de tiempos y nuestro encuentro con la conciencia, la crítica y la fraternidad. Allí esta la respuesta como lo intuyó Octavio Paz, y nuestro liberalismo sin saberlo ya la encontró. El consenso liberal de hoy tendrá que unir sus dos mitades, la tradicional y la modernizadora y converger hacia el centro. Defender sus ideales y reinventar la parábola del liberalismo para la Colombia del siglo XXI que hasta hoy ha sido tan accidentada y tan elusiva como la misma legitimidad.

*Abogado. Coordinador del observatorio Legislativo del partido LIberal colombiano y miembro fundador de eLemental -alianza jóven progresista-.