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El Nóbel de Economía 2004: un premio a la estabilidad de precios

El académico Guillermo Maya resalta los aportes de los ganadores del premio Nóbel de economía este año.

Guillermo Maya Muñoz*
30 de octubre de 2004

A los economistas Edward Prescott, de Estados Unidos, y Finn Kydland, de Noruega, les fue otorgado el premio Nóbel de economía de 2004 por su trabajo conjunto. Las razones para este otorgamiento descansan en los avances hechos por estos economistas en la teoría monetaria, y por su trabajo sobre las causas de los ciclos económicos, llamada teoría del ciclo real, que tal vez es su aporte más controvertido.

El pronunciamiento de la Academia Sueca de Ciencias dice que estos dos economistas "influyeron profundamente en la política económica en general y en la política monetaria en particular". Especialmente, sus aportes representan una alternativa a los modelos keynesianos de curva de Phillips, instrumento de política de los años 60 y 70, que hacían del desempleo (el empleo) una función decreciente (creciente) de la discrepancia entre la inflación actual y la esperada, y que al decir de la Academia fracasaron tan estruendosamente, generando mas inflación sin disminuir el desempleo; es decir, estancamiento con inflación.

En el artículo Reglas en vez de discreción: La Inconsistencia de los Planes Óptimos, (1977, Journal of Political Economy volumen 87, No 3) Prescott y Kydland plantean que los hacedores de política pueden en el largo plazo tener problemas, con la inflación, por ejemplo, cuando sus preferencias de corto plazo, como el empleo y el crecimiento, se imponen sobre sus objetivos de largo plazo, es decir, cuando los hacedores de política prefieren en el corto plazo un poco de inflación por un aumento en el empleo, que resulta en mas inflación y más desempleo en el largo plazo: "Hacer lo que es mejor, dada la situación corriente (corto plazo), resulta en un nivel excesivo de inflación, pero el desempleo no es mas bajo de lo que seria si la inflación estuviera a la tasa socialmente óptima" (475) Si en vez de tratar de maximizar en el corto plazo, escogiendo la mejor política, "tenemos una regla de política, el desempeño económico puede ser mejorado. Esto es un argumento a favor de las reglas sobre la discreción." (474). En este sentido, la política keynesiana de manejo de la demanda agregada "resulta en tasas de inflación excesivas sin ninguna reducción en el desempleo. La política de mantener la estabilidad de precios es preferible" (p. 477)

La inflación es uno de los fenómenos económicos más impopulares, especialmente en los años 70, para la opinión pública, demostrado por las encuestas y por los resultados electorales adversos a los gobiernos, que los electores furiosos y disgustados responsabilizan por el crecimiento constante de los precios, en muchos países. Los inversionistas no se mueven a gusto en un ambiente inflacionario, que causa una ineficiente asignación de los recursos que retarda el crecimiento.

Por estas razones y para ganar a los votantes, los partidos políticos se declaran enemigos de la inflación cuando aspiran a ser elegidos, pero apenas llegan al gobierno se olvidan de sus promesas, es decir, los gobiernos no son consistentes en su lucha antiinflacionaria. ¿Por qué? la inflación es una manera fácil de generar ingresos tributarios sin necesidad de pasar por el camino tortuoso de la negociación política de una reforma tributaria en el Parlamento o Congreso. Igualmente la inflación es una manera soterrada de disminuir el valor real de las deudas que el gobierno contrae con el sector privado a través de la venta de títulos o bonos gubernamentales. Además, muchos gobiernos creen que pueden generar más empleos y más producto con un mayor gasto deficitario, financiado con emisión, para mejorar la percepción de la gente de estar bien y ser reelegidos en el gobierno. Es decir los gobiernos están proclives, objetivamente tienen los incentivos, a generar inflación, aunque al comienzo se declaren enemigos de la misma, para luego olvidarse de sus promesas.

En este sentido, los bancos centrales independientes son una respuesta institucional a la discrecionalidad y a la falta de reglas monetarias claras para eliminar o atenuar la inconsistencia temporal o sesgo inflacionario, que surge de la creencia del gobierno de que puede explotar la "curva de Phillips" de corto plazo, es decir que puede generar más empleo y producto a costa de una mayor inflación. Para la efectividad de la política antiinflacionaria es necesario crear una reputación, credibilidad, por parte de las autoridades, de que son serios acerca del control de la inflación, de tal manera de que los individuos en la formación de sus expectativas vayan incorporando la información que las autoridades monetarias tratan de comunicar con su política monetaria.

La independencia del banco central respecto al gobierno es una idea que se ha ganado el corazón de los banqueros y del sistema financiero, y los gobiernos no han tenido más remedio que ceder el manejo de la política monetaria a los bancos centrales, a través de la ley o de reformas constitucionales, para satisfacer a la comunidad financiera, que sobresale sobre los otros grupos de interés en la sociedad por su oposición a la inflación, pues entre otros grupos de interés, es la más adversa a la inflación por las consecuencias que trae sobre su patrimonio, los pasivos del público y del gobierno con el sistema financiero. En consecuencia, la independencia del Banco Central ha sido estudiada y muy elogiada por los beneficios que trae para el control de la inflación, y por lo tanto para el crecimiento económico.

Sin duda alguna, el trabajo de Prescott y Kydland ha incentivado las reformas de la banca central, en los últimos 20 años, con el objetivo de garantizar la estabilidad de precios, que se ha logrado, no sin muchos sacrificios en empleos y en producción. Sin embargo, el desempeño económico no ha sido tan exitoso, y la distribución del ingreso ha beneficiado al sector financiero a costa de los sectores productivos. Pero esta es otra polémica.

* Director Maestría de Economía Internacional, UN Medellín.