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El segundo mandato de Bush

La guerra contra el terrorismo y las relaciones diplomáticas con Europa y Latinoamérica estarán a la orden del día en el segundo mandato de Bush. El académico Alejo Vargas analiza lo que viene en el país más poderoso e influyente del mundo.

Alejo Vargas Velásquez*
23 de enero de 2005

Se inicia el segundo mandato del Presidente George W. Bush en Estados Unidos y para bien o para mal, lo que haga o deje de hacer la superpotencia nos terminará afectando.

Se trata de un Bush fortalecido, con un mandato electoral más claro que en su primer período y un respaldo parlamentario más amplio, pero además, según los republicanos, incluido el propio presidente, con un apoyo de los electores a su política en Irak -percepción cuestionada por el Senador Kennedy que por el contrario considera a Irak el Vietnam de Bush-. Adicionalmente, tendrá un equipo de gobierno más cohesionado ideológicamente, con el ingreso de Condolezza Rice como cabeza del Departamento de Estado y el nuevo Secretario de Justicia de origen latino, que se articulan muy bien con todo el resto del team neoconservador que orientará la política de USA en el próximo cuatrienio.

Todo indicaría que la prioridad de Bush II será continuar su 'guerra contra el terrorismo global', matizada con un mayor uso de la diplomacia, "el tiempo de la diplomacia ha llegado", dijo Condolezza Rice ante el Senado y buscando, como lo dijo recientemente Bush, continuar "la diseminación de la libertad y la democracia", acudiendo a una modalidad atenuada de la 'guerra preventiva' -tratando de volver a un cierto multilateralismo, "las alianzas y las instituciones multilaterales pueden multiplicar la fuerza de los países que aman la libertad", según la Secretaria de Estado en el Senado-. Lo anterior significaría buscar estabilizar a Irak -hoy el principal factor de desestabilización en la región-, consolidar el gobierno de Afganistán y seguir la campaña, desplazando la prioridad a otros países de Asia, Medio Oriente y América Latina, considerados según Condolezza Rice, "reductos de tiranía", encabezados por Cuba, Birmania, Corea del Norte, Irán, Bielorrusia y Zimbabwe. En esa medida Latinoamérica -Cuba, Venezuela y Colombia- serían prioridades de esta nueva política exterior. Igualmente, va a relanzar la 'Hoja de Ruta' para el conflicto palestino-israelí.

Sin embargo, esto se debe matizar con varios elementos: la necesidad para USA de recomponer sus relaciones con los aliados históricos de la llamada despectivamente 'Vieja Europa', para volver a la combinación ideal del 'poder duro' norteamericano con el 'poder blando' europeo, especialmente en un escenario en el cual las relaciones con la Rusia de Putin no pasan por su mejor momento -"en Rusia vemos que el camino de la democracia es accidentado y su éxito no está asegurado" ha expresado Condolezza Rice- y una China que cada vez se vislumbra como la gran potencia emergente en lo económico, pero también en lo militar -lo cual conllevaría un tratamiento especial a Corea del Norte-.

En el conflicto palestino-israelí, el avance eventual dependerá de la capacidad que tenga de influir en los extremismos -judíos y palestinos-, pues de lo contrario el naufragio de cualquier iniciativa puede ser un fracaso anunciado.

En relación con América Latina, más allá de seguir apoyando a su aliado incondicional en Colombia, no es fácil que con un conjunto de gobiernos que no se subordinan incondicionalmente -Brasil, Argentina, Chile, Panamá y Uruguay-, se vaya a escalar el conflicto con Cuba y Venezuela (además de su dependencia petrolera); más allá de que sin duda el equipo neoconservador en el gobierno lo deseara.

En política interna tratará de sacar la controvertida reforma pensional y tomar medidas frente a los dos grandes déficits de la economía norteamericana, el fiscal y el de cuenta corriente y dar respuesta al electorado religioso-neoconservador que lo apoyó, en lo relativo a los nombramientos de jueces. Todo esto puede generarle fuertes tensiones con los congresistas demócratas y con una opinión pública más liberal, que si bien todavía no se repone de la derrota electoral, es previsible que vuelva a movilizarse a corto plazo.

* Profesor Universidad Nacional