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COLUMNA DEL LECTOR

El Sisbén y la telefonía móvil

"¿Cómo es posible que una persona sea tan pobre como para requerir subsidio, pero tan boyante como para tener un celular?", se pregunta Diego Sepúlveda, columnista de SEMANA.COM

Diego Sepúlveda Falla
12 de febrero de 2006

Se supone que el Sistema de Identificación y Clasificación de Potenciales Beneficiarios (Sisbén) cubre a aquellas personas que por sus condiciones de vida e ingresos económicos no están en capacidad de contribuir al sistema, ya sea como subsidiados o mientras definen su situación, como vinculados. Tenemos entonces que según el Dane en el 2003 había mas o menos 10'000.000 personas cobijadas por el régimen subsidiado y 15'000.000 por el régimen contributivo, quedando por fuera del sistema 16'000.000 de habitantes; por lo tanto hay 26'000.000 de habitantes que no aportan al sistema ya sea por que no pueden o por que ni siquiera aparecen en él. Esto es por demás coherente con los actuales índices de pobreza que reporta que el 64% de nuestra población está por debajo del nivel de pobreza, algo así como 27'000.000 de pobres. Hasta ahí las cuentas dan, incluso parece que hay alrededor de 1'000.000 de colombianos que siendo pobres pagan heroicamente salud. Aparte de señalar los problemáticos y ampliamente discutidos problemas de afiliación al Sisbén, estas cifras no aportan mucho.

Por otro lado, en el último año ha habido un sector económico en franco crecimiento, el cual orgullosamente muestra sus cifras validándolas como resultados de la recuperación económica del país. Las empresas de telefonía celular han reportado cómo en el presente año se han vendido 31 celulares nuevos por minuto, añadiendo 4'200.000 nuevos abonados y declarando un nivel de penetración para el final de 2005 del 47%, algo así como 20'000.000 de líneas. Aparentemente el 73% de estos celulares son prepagos, es decir 14'000.000 de líneas. Somos uno de los países latinoamericanos con mejor asimilación de esta tecnología y estamos al día con los avances tecnológicos en esta área.

Si combinamos ambas situaciones pueden surgir algunas preguntas, por ejemplo, no hay 5'000.000 de pobres con celular? Expliquémoslo mejor, supongamos por un momento, solo por el ánimo de la discusión, que aquellos que contribuyen a la salud son tan pudientes que también tienen celular, lo cual no tiene que ser necesariamente cierto, pues algunos contribuyentes del sistema apenas están por encima del nivel de pobreza y bien podrían elegir solo pagar salud. Eso nos deja con 5'000.000 de celulares en manos de beneficiarios del Sisbén.

Lo anterior no es una fantasía ni un ejercicio de matemáticas, cualquier trabajador de la salud ha visto beneficiarios del Sisbén paseándose por centros de salud y hospitales con su móvil, en algunos casos se ve cómo varios miembros de la familia, todos con Sisbén, defienden su estatus de pobreza y su incapacidad para realizar un copago. ¿No es acaso paradójico? Cómo es posible que una persona sea tan pobre como para requerir subsidio, pero tan boyante como para tener un celular. Ah, pero la mayoría son prepagos, bien puede ser que los tienen porque los necesitan para sobrevivir en alguna de las variantes del subempleo y le cargan una tarjeta cada 6 meses. Desgraciadamente, esto no es compatible con los billonarios ingresos de los operadores de telefonía móvil que indican un consumo intenso.

Afrontémoslo. Hay personas muy pobres que tienen celular y lo usan. Por supuesto que esto no es malo per se, es un artefacto útil, cómodo y en algunos casos necesario. Todo el mundo tiene derecho a acceder a la tecnología y existen diversas iniciativas alrededor del mundo para que en condiciones de pobreza extrema la gente pueda acceder a internet o a otros servicios tecnológicos, por aquello de que son ventanas a la imaginación y el conocimiento, condiciones necesarias para el progreso social, lo que es por demás absolutamente cierto.

Sin embargo, para aquella persona situada apenas por encima del nivel de pobreza, empleado o subempleado, lo suficientemente honesto o lo suficientemente presionado para pagar su salud y la de su familia, esta situación es francamente injusta. Todos conocemos los problemas suscitados por la encuesta del Sisbén y mal haría en defenderlo, pero es un intento para darle acceso a los servicios de salud a aquellos que mas lo necesitan. ¿Donde está el problema entonces? ¿Le quitamos el Sisbén a todos aquellos que tengan una línea de celular registrada a su nombre? No, sería desconocer casos particulares y como hemos dicho, es útil y en algunos casos necesario.

Tal vez lo más sano sería que las empresas de telefonía móvil fueran más selectivos a la hora de vender sus servicios. Realizar un análisis de cada solicitud, involucrando el estatus con respecto al sistema de salud, por ejemplo, una persona que quiera comprar un pospago debería demostrar que es contribuyente o por lo menos beneficiario de uno. Alguien con Sisbén podría acceder a una línea de prepago, pero si cargara su equipo con el equivalente mensual de tarjetas a la contribución mínima a una EPS, debería ser estudiado para requerírsele su contribución al sistema de salud o el retiro de la línea.

Es posible que esta situación se haya dado debido al afán indiferente de las empresas de telefonía móvil, a ellos sólo les importan los beneficios, las implicaciones sociales de su "alta penetración" debe tenerlos sin cuidado. Esta es una de las tantas situaciones de inequidad que sumadas dan cuenta de nuestros problemas sociales y de las dificultades para mejorarla. En el caso del sistema de salud, es solamente un ejemplo de su falta de evolución y adaptabilidad, en el papel está bien, en la práctica todavía debe mejorar. Quizás aún no hemos entendido que contribuir al sistema es una responsabilidad social o creemos que la única responsabilidad social es del estado y ni los individuos ni la empresa privada deben preocuparse por ella.

Personalmente, no creo que nada vaya a cambiar, dentro de unos años estaremos celebrando el cubrimiento del 70% de la población por la telefonía móvil, algunos cuantos afiliados mas al régimen subsidiado y pocos, muy pocos contribuyentes mas al sistema de salud.