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Ética y marihuana

Martes 28. Rodrigo Cerón, lector de SEMANA.COM, resalta el tratamiento contradictorio que se le da al tema del consumo de la marihuana en una universidad caleña.

Rodrigo Cerón Coronado
25 de junio de 2005

"El aeropuerto", así me dice Guillermo que se llama el sitio de la Universidad del Valle en el que algunos de los estudiantes se reunen antes, entre y después de clases a fumar lo que fuman miles de jovenes en el país (y miles de adultos y de ancianos). Marihuana. Es ahí, dentro de la Universidad. Lo saben todos: el rector, los decanos, los profesores, los de la biblioteca, los vigilantes, los estudiantes que no la fuman y lo sabe Guillermo. No tengo pruebas para decir que lo saben también los miembros del comité de ética, pero apuesto doble contra sencillo a que así sucede.

No quiero con esto decir que por ser parte del comité de ética deban hacer algo por el simple hecho de saberlo o porque deban ponerle ética al asunto. La verdad es que creo que fumar marihuana o no, poco o nada tiene que ver con la ética. Tal vez su relación se haría más fuerte si es quien la persigue la misma persona que quien la fuma, es decir, si se es juez y parte.

Pero de lo que aquí se trata, al traer a colación las infidencias de mí amigo, es el hecho irrestricto de que sean de la Universidad del Valle los "cuatro alumnos y un médico que intentan aliviar uno de los efectos secundarios de la quimioterapia (a través del uso de la marihuana)" como lo reseña el diario El Tiempo. Estos jóvenes demostraron que su uso permite los mismos efectos que tiene la Ranitidina sobre el ácido del estomago.

Notable trabajo en bien de la humanidad, pues es la marihuana un "producto" natural de bajo costo a diferencia de los medicamentos que son utilizados para los fines descritos. Recorrieron los investigadores el camino entre Cali y Antofagasta (Chile) con su obra "Estudio de la actividad antisecretora de ácido gástrico de la especie cannabis sativa en un modelo animal" con el fin de presentarla provocando, de paso, excelentes comentarios entre los asistentes de su exposición.

Y digo que importa mucho que sean de Univalle, ya que fue el comité de ética el que prohibió el uso de seres humanos en las investigaciones y sugirió (¿ordenó?) el uso de animales en la misma. Fácil era inmiscuir la ética en este asunto, ya que la doble moral sobre el tema de las drogas gana espacios. ¿Acaso no sería más fácil facilitar el trabajo de los investigadores vinculando a los asistentes de "El aeropuerto"?

Prueba grande de la estupidez humana son las palabras de John Ashcroft, Fiscal General de los Estados Unidos, acerca de la querella interpuesta ante el Tribunal Supremo por dos mujeres que reclaman su derecho al uso de la marihuana con fines medicinales. Dice Ashcroft que "fumar marihuana, realmente, no tiene ningún futuro en la medicina" y es el abogado del Gobierno en este caso quien advierte sobre los graves "problemas para la salud de quienes usan la marihuana". Digo estupidez por cuanto ese par no deben hablar fundamentados en investigaciones como las de los señores de la Universidad del Valle, sino más bien con base en los intereses políticos y sobre todo económicos que tienen los gringos en este asunto. Tampoco se basan en las palabras de la paciente que interpuso la demanda, pues es ella la que afirma que "la marihuana ha salvado mí vida" y que sin "cannabis mi vida sería una sentencia de muerte".

Fumarla o no hacerlo sin más razón que nublar la mente es cuento aparte. Pero hacerlo para soportar el dolor es una necesidad que no debe ser inhibida por comités ni por altos funcionarios del gobierno de un país en donde la doble moral es del tamaño de su estupidez.