Home

Noticias

Artículo

Intervención del presidente Álvaro Uribe Vélez durante la posesión del nuevo Comandante de la Fuerza Aérea Colombia, general Édgar Alfonso Lesmez. 8 de septiembre de 2003

7 de septiembre de 2003

"Nos reunimos hoy, el marco de esta lluviosa tarde de Bogotá, para asistir a una ceremonia de gran importancia para la vida institucional de la Nación. Después de un largo, exitoso y patriótico recorrido por la Fuerza Aérea Colombia, el señor general Héctor Fabio Velasco Chávez le entrega el mando de la Fuerza al señor general Édgar Alfonso Lesmez Abad.

Quiero expresar, en nombre de toda la Nación, nuestra gratitud infinita al general Héctor Fabio Velasco Chávez por todos estos años de servicio a la Patria en la fuerza Aérea, de sacrificio de todas las horas. Entregó su juventud, lo mejor de su madurez, a servir bien a Colombia, en el constante sacrificio, en el constante desvelo, por devolverle a la Nación la paz total.

Señor General Velasco: usted hace dejación del Comando de la Fuerza Aérea en medio de la gratitud de sus compatriotas. Tendrá que seguir sirviendo a Colombia, bien, como siempre lo ha hecho. A su señora Sonia, a Viviana y a Juan, sus hijos, nuestra gratitud. Han sido sus compañeros de todas estas horas de desvelos y de servicios a Colombia.

Señor general Édgar Alfonso Lesmez Abad: asume usted el Comando de la Fuerza Aérea en un momento crucial para la Nación, cuando la inmensa mayoría del pueblo colombiano ha tomado la decisión de derrotar a los terroristas, y la Fuerza Aérea tiene que participar con un tarea crucial, tanto en lo estratégico como en lo táctico.

He tenido la oportunidad de conocerlo a usted desde hace varias décadas. Sé de su entereza, de su transparencia, de su ecuanimidad y de su capacidad decisoria. Por eso estamos seguros que el Comando de la Fuerza Aérea queda en unas buenas manos, en unas manos firmes y transparentes.

La Patria necesita que la Fuerza Aérea ayude a liberarla de la pesadilla de los terroristas, y usted desde hoy tiene la máxima responsabilidad, señor general Lesmez. A Nohora , su esposa, a sus hijos, María Angélica y Juan Felipe, a su madre, Doña Ligia Abad de Lesmez, a su hermano Carlos y a toda su familia, nuestra gratitud por acompañarlo y apoyarlo en esta gran tarea.

Quiero saludar a todos los generales, a todos los oficiales, a todos los suboficiales y a todos quienes se están preparando en la Fuerza Aérea.

La Fuerza Aérea ha trabajado armónicamente. Lo decíamos el sábado en una reunión con el Comandante saliente, con el Comandante entrante, con todos los generales de la Fuerza, con la señora Ministra y con el señor general Jorge Enrique Mora, Comandante general.

Esa armonía, ese trabajo de equipo, tiene que mantenerse, consolidarse todos los días. Cada uno tiene que aportar de sí lo mejor: su talento, su sabiduría, para ayudar a que la Fuerza Aérea le responda bien a Colombia.

Esta semana es la Semana de los Derechos Humanos. Por supuesto, esta política de Seguridad Democrática es una política de Derechos Humanos.

Cuando nuestra determinación de Seguridad se calificó como Democrática, lo hicimos por un compromiso con el pluralismo, con la totalidad de nuestros compatriotas, sin detenernos en sus ideas políticas, en sus creencias religiosas, en su estatus económico o social.

Esta política es para defender a todos los colombianos, para defender al campesino, al empresario agrario, al industrial, al obrero, al líder gremial, al líder sindical. Esta política es para proteger a quienes, por ejemplo, son candidatos en todo el país a alcaldías, a gobernaciones, a asambleas y a concejos, en un momento en el cual la Patria se apresta a un nuevo certamen democrático.

Esta política es para defender por igual a quienes comparten las tesis del Gobierno y a quienes se oponen a ellas. Esta política no va a producir milagros. No puede producir resultados plenos en el corto plazo. Pero lo que demandan nuestros compatriotas de nosotros es acción permanente. No podemos desmayar en la acción en un solo segundo. Para la tarea de devolverle la paz a Colombia no hay día de mayor actividad ni día de menor actividad. Todos los días tienen que ser de intensa actividad, y eso nos obliga a todos.

Esta política es Democrática para que sea sostenible. Su sostenibilidad depende de su eficacia y de su trasparencia. Si esta política la hacemos con transparencia, con buena fe, con patriotismo, la opinión pública siempre nos acompañará, no obstante la voces que tratan de desorientarla.

Mientras para el Gobierno y la Fuerza Pública los derechos humanos son un compromiso de todos los días, para otros sectores los derechos humanos son una bandera política de ciertas ocasiones.

Colombia tiene que entrar en reflexión. Por ejemplo, entre los críticos yo observo teóricos, de quienes discrepo, pero a quienes respeto. Observo organizaciones respetables de derechos humanos, que tienen todo el espacio en Colombia y tienen que gozar de toda la protección de nuestras instituciones. Y observo también escritores y politiqueros que finalmente le sirven al terrorismo y que se escudan cobardemente en la bandera de los derechos humanos. Les da miedo confesar sus aspiraciones políticas y entonces tienen que esconderse detrás de la bandera de los derechos humanos.

Me voy a referir a los primeros. Respeto a los teóricos que discrepan de la solución de autoridad. Tienen todo el espacio en Colombia. Lo primero para reivindicar que esta política es democrática, es que en ningún momento se les ha cercenado una sola de sus libertades.

Ningún país del mundo, afrontando el desafío terrorista de Colombia, ha garantizado como Colombia la plenitud de las libertades.

Países del mundo con desafíos terroristas infinitamente menores, localizados en áreas determinadas, pequeñas y fácilmente controlables, han anulado la libertad de prensa.

Aquí hemos encontrado un terrorismo enseñoreado por décadas, un terrorismo escondido en nuestras grandes ciudades y en más de 300 mil kilómetros de selva, un terrorismo financiado por el narcotráfico. No creo que en la historia de mi generación se haya tenido que enfrentar en el mundo un terrorismo más rico, más poderoso, un terrorismo más agresivo, más peligroso que el que hemos enfrentado en Colombia.

¿Y cómo lo estamos enfrentando? De la mano de la Constitución. Lo estamos enfrentando sin recortar la libertad de prensa, lo estamos enfrentando con el desafío de que los vamos a derrotar, pero los vamos a derrotar limpiamente.

Nuestra Fuerza Pública jamás tiene la menor inclinación a igualarse con los terroristas en su desprecio por los derechos humanos. Por eso, mientras las Farc y el terrorismo que la acompaña, mientras la organización terrorista todos los días viola los derechos humanos, aquel sector politiquero de los derechos humanos sale a defender a las Farc con el pretexto de defender los derechos humanos.

Algunas personas, del grupo de teóricos que respeto, dicen que esta es una guerra de perdedores. Están equivocados. Perdió la Nación cuando, al amparo de las teorías y de las actitudes débiles, se entregó al territorio y se entregaron las instituciones para que avanzara el terrorismo. Allí perdió la Nación. Y allí perdieron los ricos que no pudieron invertir y los pobres que descendieron a la miseria y los estudiantes que perdieron sus ilusiones en Colombia. Allí perdió toda la Nación.

Segundo punto de mi discrepancia. Esta no es una guerra. Este no es un conflicto. Esta es una democracia garantista al servicio de 44 millones de ciudadanos, desafiada por unos terroristas ricos.

Tercer punto de mi discrepancia. Esto no es de perdedores. Aquí está ganando el Estado y la sociedad colombiana. ¿Cómo dicen que es de perdedores, desconociendo las cifras del último año? ¿Que nos falta mucho? Lo sabemos. Pero con la ayuda de Dios, nada nos detendrá en el camino de detener y derrotar el terrorismo. Aquí hay solamente un objetivo: liberar a Colombia del terrorismo, a través de que se desmovilicen o por intermedio de la victoria de nuestra Fuerza Pública.

Los colombianos recibimos con respeto las voces de este grupo de teóricos, pero no las compartimos. No hay debilidad para asustarse al sonar de la primera crítica. Aquí hay firmeza para reiterar la voluntad de derrotar el terrorismo, aún en los peores momentos de la adversidad.

Y frente a esta crítica, ¿qué si la atendiéramos? Nos haría perder lo que hemos hecho en un año. Nos haría perder lo que hemos construido en opinión pública, nos haría devolverle al terrorismo los pedazos de la Patria que hemos recuperado para bien de nuestras instituciones en el último año.

Para estos críticos, un año es todo. Para nosotros los resueltos a derrotar el terrorismo, un año es apenas el período de calentamiento de una batalla que vamos a llevar hasta el final para derrotar el terrorismo.

Discrepamos de esas voces críticas. Las respetamos. Y le advertimos a Colombia que no podemos caer en esas tentaciones de debilidad, porque toda debilidad que nosotros mostremos es un motivo de fortaleza para el terrorismo.

Segundo grupo. Las organizaciones de derechos humanos, las respetamos. Tienen todo el espacio en Colombia. El Vicepresidente, yo personalmente, nos hemos reunido con ellos. Estamos dispuestos a atender sus críticas, objetivas. Otros países en menores problemas los echaron de su territorio. Aquí han tenido y tienen todas las oportunidades.

Nuestra decisión es proteger a los activistas de derechos humanos, mantener un diálogo con ellos, discrepar con ellos cuando no los asista la razón.

Y el tercer grupo. Politiqueros al servicio del terrorismo, que cobardemente se agitan en la bandera de los derechos humanos, para tratar de devolverle en Colombia al terrorismo el espacio que la Fuerza Pública y que la ciudadanía le ha quitado.

Cada vez que en Colombia aparece una política de seguridad para derrotar el terrorismo, cuando los terroristas empiezan a sentirse débiles, inmediatamente envían a sus voceros a que hablen de derechos humanos.

Muchas de esas críticas las han tomado de la página de internet de las Farc. No tienen vergüenza ni limitaciones. Sacan libros en Europa sobre rumores y calumnias. Ellos saben que su única arma es la calumnia que hipócritamente se esconde detrás de los derechos humanos.

Estos señores pueden saber que aquella determinación de derrotar al terrorismo y a sus secuaces, que una de nuestras decisiones políticas es aislar el terrorismo y que para aislarlo vamos a capturar a todos aquellos que delinquen por complicidad o por ocultamiento.

Y hablan estas organizaciones, se ha hablado de tres grupos. Los teóricos, de quienes discrepamos pero respetamos. Las verdaderas organizaciones de derechos humanos, que aquí tienen el espacio que les han negado en países con menores dificultades. Y los politiqueros de los derechos humanos. Me estaba refiriendo en estos últimos minutos a los politiqueros de los derechos humanos.

Hablan de redadas de la Fuerza Pública. Por Dios. En otros países, para salir del terrorismo, entre la Fuerza Pública y escuadrones de la muerte eliminaron todos los auxiliares del terrorismo. Grupos de justicia privada empezaron a hacerlo en Colombia.

¿Qué ha hecho este Gobierno? Enfrentar con todo el rigor, como lo muestran las cifras, a los grupos de justicia privada. Y al mismo tiempo, de la mano de la Constitución y en el marco de los principios de los derechos humanos, buscar en una acción de aislamiento de los terroristas que se pueda capturar a todos sus secuaces y auxiliadores.

Lo vamos a seguir haciendo como lo hemos hecho: recibiendo información, convirtiéndola en inteligencia, poniéndola en manos de los fiscales. Y tan pronto los fiscales le entregan a nuestra Fuerza Pública órdenes de captura, capturando a los terroristas.

Da gusto saber que un altísimo porcentaje de las capturas ha sido confirmado. Aquí no ha habido redadas como arbitrariamente lo dicen los politiqueros de los derechos humanos. Aquí hay una política con una estrategia. Y en uno de sus puntos esa estrategia ordena aislar a los terroristas, capturando limpiamente a todos sus auxiliadores.

Y hablan los politiqueros de derechos humanos de política social. ¡Por Dios!. Ellos y los terroristas que ellos defienden han producido el desplome social de la Nación. Cómo son de desmemoriados. ¿No recordarán la Nación que nos entregaron el 7 de agosto del año pasado? ¿Nos van a culpar a nosotros del estado social de Colombia que lo deprimió y lo postró y lo llevó por el precipicio del terrorismo? ¿Por qué no les preguntaron hace un año, antes de mi posesión, a los empresarios si querían invertir para que hubieran recibido un no rotundo? ¿Por qué no le preguntaron hace un año a los estudiantes si querían irse definitivamente de Colombia para jamás regresar y hubieran recibido un sí rotundo? ¿Por qué no le preguntaron a los obreros si en esas condiciones de terrorismo ellos avisaban la posibilidad de encontrar empleo en Colombia y habrían recibido como respuesta un no rotundo?

Este Gobierno está haciendo un gran esfuerzo para enfrentar un cuadro clínico de terrorismo: alto déficit fiscal, alto desempleo, aguda pobreza y alto endeudamiento. Y eso no se corrige de la noche a la mañana.

Vienen hablar ahora de que no hay política de Reforma Agraria y presentan, con su firma y con mentira los politiqueros de los derechos humanos, los cuadros de concentración de tierra que se presentaron mucho antes de la llegada de este Gobierno.

Se ignora que este Gobierno está adelantando una política de recuperación del campo, uno de cuyos principales elementos es la derrota del terrorismo e ignoran que aquí se modificó la legislación de extinción y que esa legislación nueva nos permitirá avanzar para recuperar tierras mal habidas.

Estos profetas del desastre, que no ven luces sino cuando el terrorismo es campeón, hablan de las restricciones democráticas. ¿Cuales? Colombia tiene la mejor libertad de prensa y de opinión del mundo entero. Volvamos al Estatuto Antiterrorista. Que no lo diga yo, lo han dicho bases respetables en el mundo: el Estatuto Antiterrorista nuestro es muy restringido en comparación con estatutos antiterroristas de democracias occidentales.

En Inglaterra, en España, la Policía y la Fuerza Pública tienen unas funciones para combatir con el terrorismo, unas competencias para enfrentarlo de las cuales aquí estamos lejos. Proponemos en el Estatuto Antiterrorista facilidad para que la Fuerza Pública capture terroristas, facilidad para que la Fuerza Pública haga allanamientos a fin de esclarecer hechos terroristas, interceptaciones para liberar a secuestrados del terrorismo, todo con la obligación de comunicar de inmediato a los fiscales, a la Procuraduría y con un control político del Congreso, que se impone a hacerlo por lo menos cada seis meses.

Los politiqueros del terrorismo ignoran que el propio Presidente de la República se ha apersonado de que haya seguridad para los congresistas de la oposición.

Estos politiqueros de los derechos humanos, estos politiqueros ignoran que los terroristas justificaron durante años su acción terrorista porque en Colombia no había elección popular de alcaldes. Y después de que se aprobó, ellos han producido los mayores atentados contra la elección popular de alcaldes.

Hoy como ayer, mientras el Estado en los pueblos de Colombia defiende a todos los candidatos los terroristas los intimidan, atentan contra sus vidas. Sin embargo, hemos avanzado.

Mientras los politiqueros de los Derechos Humanos calumnian y se valen de la libertad de prensa de Colombia, esta mañana las autoridades y la opinión del Huila nos certificaban que hace un año 17 alcaldes de ese departamento no podían atender sus despachos, hoy 3 mantienen dificultades y uno dudas. Y esto lo desconocen los politiqueros de los Derechos Humanos.

Desconocen la disminución del homicidio y desconocen la disminución de la droga y desconocen la disminución del secuestro y desconocen que el principal de los Derechos Humanos es devolverle al pueblo colombiano el derecho a la seguridad.

Pero estamos acostumbrados. Quiero recordar, señora Ministra y señores generales, lo que muchos de ustedes conocieron cuando empecé como Gobernador de mi provincia la tarea de combatir el terrorismo, inmediatamente aparecieron unas voces que jamas se habían escuchado. Eran débiles, imperceptibles, en las épocas del dominio terrorista y cómo se volvieron de vociferantes cuando empezamos a actuar contra el terrorismo.

Aparecieron colectivos y abogados, aparecieron bajo uno y otro nombre, voceros del terrorismo. No atacan a los terroristas sino atacan la voluntad de aquel gobierno departamental de derrotarlos.

Cuántas denuncias no propusieron, cuántos inventos no hicieron, y cómo guardaban silencio cada vez que se atentaba contra la persona del mandatario regional.

Y tienen los recursos para publicar libros y mancillar la honra de nuestros generales y de los colombianos que batallamos contra el terrorismo, y no tienen vergüenza ni pudor y engañan a la opinión internacional con libros sin fuentes serias.

Por eso esto que empiezan ellos a agitar, no nos sorprende. Ya buscaron hace meses en Londres engañar nuevamente a la opinión internacional, que los desconoció, para frenar la ayuda a Colombia.

Se empezaron a dar cuenta en Europa que aquí hay unos traficantes de derechos humanos que viven a toda hora pidiendo auxilios de la Unión Europea y otras entidades, simplemente para sostenerse, porque han hecho de eso un modus vivendi y porque necesitan esos recursos para frenar la acción de autoridad del Estado, que es la manera de frenar la derrota del terrorismo.

Repito, hay tres críticos, unos críticos teóricos que respetamos pero no compartimos su tesis de la debilidad. Unas organizaciones serias de Derechos Humanos, que respetamos y acogemos, con las cuales mantendremos permanente diálogo para mejorar lo que hay que mejorar. Y unos traficantes de Derechos Humanos que se deberían quitar de una vez por todas su careta, aparecer con sus ideas políticas y dejar esa cobardía de esconder sus ideas políticas detrás de los Derechos Humanos.

General Lesmez: Asume usted el Comando de la Fuerza Aérea para derrotar el terrorismo. Que los traficantes de los Derechos Humanos no lo detengan, no lo equivoquen, que toda la Fuerza Aérea Colombiana le preste a esta gran Nación el servicio de ayudar a que nos liberemos de una vez por todas de esa pesadilla.

General Velasco, desde el fondo del corazón una palabra: Gratitud.

General Lesmez, proceda.

A todos muchas gracias"