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debate sobre bogotá I

"La concertación es peligrosa"

Martes 31. SEMANA.COM abre el debate sobre la estrategia política de Lucho Garzón. Para comenzar, la concejal peñalosista Gilma Jiménez respondió la pregunta ¿le conviene a los pobres el modelo actual?

5 de septiembre de 2004

Si Lucho Garzón no cambia las estrategias de implementación de sus políticas, concretamente los programas asistenciales de Bogotá sin Hambre y Salud a su hogar, lo que va a pasar es que se terminará atendiendo a una parte de la población.

Además son programas que no tienen ninguna sostenibilidad. Si a los sectores de pobreza no les dejan una infraestructura, no les construyen colegios, alcantarillado, jardines, parques, sólo se estaría tocando temporalmente la pobreza. Pero estructuralmente no se toca para nada. Todo lo contrario, esa población queda con más necesidades y limitaciones.

Hay que aclarar que el programa en sí mismo no es malo. Lo que es debatible es la estrategia, que no es de superación de pobreza. Darle comida a la gente todos los días no es superar la pobreza, lo que hace es atenuar una necesidad nutricional.

La pobreza es un problema estructural que se soluciona con empleo, con riqueza, con plata. Esos programas no están orientados a eso. ¿Estamos seguros de que la gente a la que le llegan los comedores comunitarios no tienen con qué comer? Nosotros tenemos muchas dudas sobre a quiénes le están apuntando. ¿Cómo sabemos que son las personas que más lo necesitan?, ¿cuáles son los instrumentos para focalizar?, ¿cómo es posible que nos enteremos que a dos cuadras de un comedor comunitario hay una mujer que les da de comer a sus hijos papel periódico? Eso no tiene ningún sentido. Entonces, lo que parece es que no están focalizando correctamente.

La otra cara de la moneda es que esos programas tienen problemas gerenciales. Lo que hay que hacer es estructurar e invertir bien. Lo primero que tenemos que tener seguro es que a los que están atendiendo en verdad lo necesitan. Yo dudo mucho que se esté trabajando sobre esas soluciones.

Entre tanto, hay un principio constitucional obligatorio para cualquier gobernante y es que se debe gobernar en función de las mayorías y no de las minorías organizadas. La democracia no funciona cuando un grupo minoritario hace presión y logra que el Estado le conceda algunas prebendas que benefician a esa minoría y afectan a las mayorías. Por ejemplo, el tema del espacio público. Si se ayuda a mil vendedores ambulantes se atenta en contra de la calidad de la vida de la inmensa mayoría de personas que requieren del espacio público para vivir. En eso es sabia la Constitución y en eso no se puede concertar.

El alcalde todo lo concerta. Pero la ley no se concerta, la ley se aplica. Lo que se acuerda es la elaboración de la ley, para eso está el Congreso de la República, el Concejo, donde las comunidades representadas por las personas a las que eligieron establecen reglas, normas de convivencia. La palabra "concertación" puede sonar sexy, pero es muy peligrosa a la hora de impartir autoridad.

Mockus y Peñalosa habían logrado tener una imagen de autoridad. Un alcalde es eso, que, valga la aclaración, no quiere decir autoritarismo. Se había construido la institución de la Alcaldía como una institución de autoridad: al alcalde se le hace caso. Y yo creo que el Gobierno de Garzón ha sido muy ambiguo en ese mensaje y creo que la gente ha perdido ese respeto hacia la institución. La autoridad no pelea contra la democracia, todo lo contrario.