Home

Noticias

Artículo

columna del lector

La democracia y las reformas en la Nacho

Martes 12. El académico Guillermo Maya explica por qué cree que la crisis que ahora enfrenta la Universidad Nacional es culpa del ex rector Marco Palacios.

Guillermo Maya Muñoz*
10 de julio de 2005

La actual crisis en la UN, expresada tanto con la suspensión de actividades académicas, mucho más en Medellín que en otras sedes, se debió, entre otras cosas, tanto a la manera como llegó el historiador Marco Palacios a la rectoría de la UN, a la manera como gobernó a la institución, así como a la manera tan inesperada de su retiro. No sobra decir, que los tres eventos han tenido un costo alto para la UN, en términos económicos y académicos

El historiador Palacios fue nombrado en la rectoría de la UN por parte del Consejo Superior Universitario (CSU), de manera legal de acuerdo al reglamento de selección del rector. Sin embargo no era el candidato que representaba a las mayoría de la comunidad académica de profesores y estudiantes, siendo la promoción de su candidatura muy cuestionada, con un campaña llena de contratiempos y conflictos porque la comunidad lo percibía como el candidato "oficial" y de la mano dura, de acuerdo a su desempeño anterior al frente de la rectoría entre 1984-1988. Unas expectativas completamente racionales.

En la UN no se ha podido afianzar el principio democrático de que una comunidad académica puede darse su propio rector, como en tantas partes del mundo. Siempre se ha esgrimido lo peligroso de someter el nombramiento del rector a cualquier fórmula, que lleve implícita la consulta a la comunidad académica para elegirlo. Se esgrime que el populismo y el clientelismo se tomarían la universidad, y esto contribuiría a su crisis y decadencia.

Sin embargo, argumentar en contra la democracia en la universidad a partir de los modelos administrativos y de gobierno que se han tenido, es darle crédito al supuesto poco realista, de que la institución está libre de camarillas y de grupos que gobiernan para sí y para sus amigos. Argumentar en contra de la democracia solo ha llevado a que los mandarines de la política universitaria (caciques se les dice en pueblos y veredas) se erijan en grandes electores de rectores, decanos, y directores de departamento y que administren un sistema de prebendas y privilegios, que muchas veces no consulta la racionalidad académica, ni la económica, y mucho menos la democrática.

Palacios en el tiempo que estuvo al mando del gobierno universitario promovió e impuso la reforma de los pregrados (4 años +1 año de especialización), reforma al estatuto general, reforma al estatuto docente, reforma a los trabajos de grado, etc. Mientras la primera no se ha llevado a cabo todavía, las tres últimas ya son una realidad.

La reforma del estatuto orgánico permite gobernar a la UN simplemente por consultas que no son vinculantes para el CSU, el rector o los decanos, pues se pueden ignorar los candidatos mayoritarios de la comunidad académica, cuando éstos no satisfacen los criterios de gobernabilidad y de unanimismo de la administración de turno, para los nombramientos de rector, decano, director de departamento, instituto, etc.

Por otra parte, la reforma de los pregrados en la UN ha sido uno de los objetivos prioritarios de la rectoría en los dos últimos años. Con esta reforma se pretende hacer más racional el currículo de las carreras, al igual que el uso del tiempo del estudiante. Minimizar el tiempo de permanencia del estudiante en la U es el objetivo.

El historiador Palacios, con la sentencia de que "la universidad enseña demasiado", se refería a que los estudiantes de la UN estaban sobrecalificados y que la U debería reconocer esa sobrecalificación otorgando, en el mismo tiempo de 5 años, no un título como se viene haciendo, sino por lo menos dos títulos, uno de pregrado y otro de posgrado, como el de una especialización. Era la propuesta del 4+1, que aunque muy criticada porque recortaba los pregrados a 4 años, tenia la ventaja de que por fin los postgrados se desprivatizaban, e iba a permitir que las mayoría de los estudiantes pudieran acceder a estos estudios, a los mismas costos del pregrado.

Mientras para el 2003 los estudiantes matriculados en la UN en los pregrados eran unos 39.674, los estudiantes de postgrados no llegaban a 3.500, es decir 8%, sobre un total de 43.159. Esta última cifra es muy insignificante para un país como Colombia, por los desafíos que tiene, tanto educativos, tecnológicos, como de equidad.

Esta dualidad entre los pregrados y los postgrados ha determinado la existencia de una UN privatizada en los postgrados, porque los estudiantes más talentosos no pueden asistir a ellos, solo los que pueden pagar, debido a las altas matrículas, y a unos exámenes de admisión más porosos que los de pregrado. Mientras en los pregrados, con sus más bajas matrículas, la UN permite que los jóvenes más talentosos, de los sectores menos pudientes de nuestra sociedad, tengan la oportunidad de estudiar en ella.

Sin embargo, en los últimos meses, en cuanto a la reforma de los pregrados, ya no se promete el año de especialización, a los mismos costos del pregrado, y solo quedan pregrados de 4 años, precarios en formación profesional y disciplinar, y sin la elaboración de un trabajo de grado.

En cuanto a los trabajo de grado en el pregrado, especialmente el monográfico, tenía tal importancia, tanto en trabajo académico como en valor ceremonial, que los estudiantes le ponían mucha entrega y dedicación: Había que elaborar un anteproyecto y someterlo a la evaluación de por lo menos un profesor. Luego, se le asignaba un profesor asesor; y posteriormente, cuando el profesor autorizaba la entrega del trabajo para jurados, se nombraban dos profesores para la evaluación final. Después de la aprobación se socializaba el trabajo con una exposición oral. Y, por último, se enviaba una copia a la biblioteca.

Sin embargo, con la reforma de los trabajos de grado introducida por Palacios, todo esto ha quedado reducido a elaborar un trabajo escrito bajo la dirección de un profesor, que lo califica al finalizar el semestre.

La oposición de los estudiantes a la medida ha cogido por sorpresa a los directivos de la UN, que no esperaban que un regalo, una especie de caballo de Troya, envuelto en menores requerimientos académicos terminara siendo rechazado por todos. ¿Por qué los estudiantes se oponen a la reforma de los trabajos de grado si así es más fácil? Esta pregunta de un directivo universitario pone de presente que el populismo también tiene otras caras.

¿Cómo justifica Palacios la reforma de los pregrados y de los trabajos de grado? "Obtener un titulo profesional de alta calidad será mucho más alcanzable de lo que pretendió una sociedad con rezagos feudales y señoriales que bloqueó a la mayoría de la población sus aspiraciones legítimas de educación profesional. Para este fin, mistificó los grados universitarios y trató de hacerlos inaccesibles, prologándolos y llenándolos de requisitos arcaicos con exceso de clases, contenidos repetidos, rigidez en los planos de estudio y en los requisitos de grado" (Carta de renuncia a Maria Cecilia Vélez White, Ministra de educación, abril de 2005). La argumentación de Palacios basada en el bajo número de estudiantes que se gradúan porque los requisitos no son pertinentes es equivocada. El problema de la educación superior en Colombia es de cobertura y no de promoción automática. La sociedad exige un esfuerzo e idoneidad a quienes pretendan hacerse a un titulo profesional, y éstos, a su vez, a que la universidad realmente lo garantice.

La reforma de los trabajos de grado es un serio golpe a la formación académica, mucho más si tenemos en cuenta que el 95%-97% de los estudiantes de la UN no pueden continuar con los estudios de posgrado, debido a que la propia U tiene privatizadas, con altas matrículas, la admisión a ellos.

Por otro lado, la afirmación de Palacios de que "en un país de ciegos el tuerto es rey", después de haber afirmado que "la U enseña demasiado" revela el resentimiento contra una comunidad que ni lo aceptó ni lo acogió, mas bien lo soportó, y que Palacios, consciente de ello, nunca pretendió reunirse con los profesores y mucho menos con los estudiantes. Tampoco, como Rector hizo nada para mejorar las condiciones laborales de los profesores.

Valga decir, que estas reformas, que van a modificar radicalmente la vida académica de la U, no han tenido una amplia discusión. No solo la democracia es importante para designar a las directivas de la U sino también para el trámite académico de las reformas, a través de una amplia discusión y participación.

Sin embargo, después del análisis presentado en los párrafos anteriores, lo que podemos concluir es que de tuertos, ahora todos vamos a quedar ciegos, con pregrados más precarios y postgrados inalcanzables. Así Palacios diga lo contrario.

*Profesor Titular UN.