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columna del lector

La guerra mediática

Viernes 11. Hay un sector de la izquierda cuyo único objetivo es desdibujar la realidad y desacreditar al presidente Uribe, opina Erwin Vargas, lector de SEMANA.COM.

Erwin Vargas V.*
12 de febrero de 2006

La lucha de los voceros de la izquierda colombiana frente a la fumigación de los cultivos ilícitos, el Acuerdo Humanitario, Los Derechos Humanos y la Política de Seguridad Democrática, es bien interesante como pieza de análisis político y estratégico.

Sobre la fumigación de cultivos ilícitos, la izquierda toma como base argumental el deterioro que sufrirá el medio Ambiente. Opinan que quienes deben decidir si se fumiga o no son los científicos. Argumentan además que en Afganistán no se usó el glifosato para erradicar los cultivos de amapola por los daños que este causa al planeta, y cuestionan la moral de los norteamericanos al exigirle a Colombia algo que ningún país se atreve a hacer por ser supuestamente nocivo.

Lo que logran con todas estas argumentaciones es crear un problema geopolítico con el que logran torpedear las relaciones bilaterales con nuestro más firme aliado.

Por otra parte, frente a los derechos humanos, se falsean datos y se toman como ciertas la informaciones sesgadas y manipuladas. Anastasia Ogready, del Washington Post, señalaba que organizaciones como el Cinep logran desprestigiar al gobierno y su Fuerza Pública con sus cifras e informes, cuestionan los resultados en seguridad obtenidos durante la actual administración y no tienen en cuenta la opinión positiva de los colombianos sobre la reducción en los índices de violencia en nuestra Nación.

Otros gurués del conflicto, como Alfredo Rangel, tampoco dicen que los daños ambientales que causan los narcoterroristas con los residuos de las cocinas de coca y la deforestación, son ya un problema global. Y resaltan menos que el acuerdo humanitario es usado por las Farc para lograr una posición de fortaleza, en el ámbito nacional e internacional, que nunca han tenido.

Rangel  culpa al gobierno de dilatar un acuerdo con las Farc, cuando en realidad es ese grupo armado el que, por medio de excusas que rayan en la estupidez, cercenan cualquier esperanza de paz para los colombianos. Su interés por los secuestrados es usarlos como objetos para lograr fines políticos y reinventarse para ver quien cae en su infame juego.

El fondo del asunto es atacar a los Estados Unidos, al TLC, a la Política de Seguridad Democrática, a la Fuerza Pública y lógico, desacreditar al Presidente Uribe (el objetivo real a destruir por parte de los enemigos de la democracia).

En manos de los colombianos de bien está la respuesta inmediata a la desinformación y la calumnia. No es tarde para reaccionar. Pero tampoco muy temprano para hacerlo.

* Comunicador Social de la Universidad Jorge Tadeo Lozano