Lágrimas de sangre

Hoy un aire de desesperanza e impugnación recorre cada uno de los rincones de nuestros hogares. Ayer a las 06:30 de la tarde, mientras muchas personas disfrutaban de un atardecer llanero sentados en el jardín de su casa o a las afueras de la ciudad, la vida de un grupo de soldados de Colombia se desvanecía entre las manos de los terroristas en el departamento de Arauca.

Estas personas, si se les puede llamar así, no tienen idea del dolor que le causaron a nuestro pueblo, a nuestros hogares y a 17 madres y esposas, a quienes se les ve brotar de sus ojos lágrimas desgarradas del corazón y del alma sobre los cuerpos sin vida de sus seres queridos, preguntándole a Dios: ¿por qué los violentos tuvieron que sepáralas de ellos para siempre?, ¿qué les van a decir a sus pequeños hijos cuando les pregunten por qué su papá no regresa?, ¿qué futuro les espera teniéndose que enfrentar solas a la crianza de sus hijos?

Hoy en Colombia la esperanza de paz se vuelve a manchar con la sangre de nuestros soldados que sacrificaron sus vidas para garantizar las nuestras.

Por eso como colombiano y ser humano hago un llamado a los grupos violentos para que miren hacia atrás y se den cuenta que sus acciones solo dejan un profundo dolor y secuelas de odio en cada uno de nosotros.

También hago un llamado a nuestras Fuerzas Militares, al Gobierno Nacional y a todos los soldados que nos cuidan día y noche en los rincones más remotos de nuestro país, para que no desfallezcan y se den cuenta que no están solos y que nosotros, quienes amamos y anhelamos la paz, somos más. Entre todos los colombianos ayudaremos para que estos hechos no queden impunes y se acabe, de manera definitiva, esta guerra que sólo deja lágrimas de sangre.

* Habitante de Restrepo (Meta)