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columna del lector

Las encuestas y la Corte

No importa que la Corte Constitucional ignore las encuestas y la voluntad del pueblo, con tal de que cumpla la función para la que fue creada, opina Eduardo Plata sobre el debate acerca de la reelección.

Eduardo Plata
2 de octubre de 2005

En Colombia se habla de reelección desde el mismo momento en que se supo que Álvaro Uribe había ganado la presidencia de la republica en primera vuelta. Desde ese momento, cuando el Presidente aun no había puesto el primer pie en la casa de Nariño, ya se estaba debatiendo la reelección. Bueno, de la del Presidente Uribe.

Es innegable el arrastre que tiene el primer mandatario entre el electorado colombiano. Con solo ver los números de las encuestas de opinión se da uno cuenta que desde que fue elegido, su popularidad nunca ha descendido por debajo del porcentaje con el que salió electo.

Sin embargo, lo que esta en discusión en este momento en el país no es la reelección del Presidente Uribe, si no la institucionalización de la reelección presidencial. Para Uribe y para todos los que vengan. Buenos, regulares o malos.

La Constitución de 1991 (que niega la posibilidad de la reelección) creó la Corte Constitucional con el objetivo de garantizar la integridad de la Constitución. Dicha Corte esta integrada por 9 magistrados, miembros de la sociedad a los que esta misma les reconoce una sabiduría superior. Por eso no son elegidos públicamente y no cualquier ciudadano puede optar a tan honroso cargo, porque la sociedad en su humildad se reconoce a si misma ignorante e ingenua. Es la misión de la Corte Constitucional, así como la de la Corte Suprema de Justicia, proteger a la sociedad de si misma.

Siendo así, es no solo la obligación, sino la razón de ser misma de la Corte Constitucional, ignorar las encuestas y la voluntad del pueblo y proteger lo que en tiempos de calma fue decidido por ese mismo pueblo, como bitácora de viaje.

Cada vez que algún personaje publico, miembro del gobierno o de la oposición, presiona, ataca o desautoriza la Corte Constitucional, atenta directamente contra el orden, la armonía social y la democracia. Así lo hace el Senador Ciro Ramírez, al llamar irresponsable e impunemente a la desobediencia civil.

Es cierto que la Corte no puede traspasar sus fronteras y pisar los terrenos del Congreso de la Republica, organismo que según dice la misma Constitución de 1991, tiene toda la autoridad para modificar la constitución mediante actos legislativos, siempre y cuando se cumpla el debido proceso. No obstante, la Corte tiene mucho que decir en todo esto. Además de realizar la labor de peritaje sobre el proceso, debe la Corte analizar si en el proceso no se viola la filosofía detrás de la Constitución.

Debe la Corte entonces, verificar si tiene razón o no el Procurador Edgardo Maya cuando dice que en el proceso de aprobación del acto legislativo, se violo el derecho a la igualdad material. Debe la Corte determinar si lo que sucedió en el Congreso fue un debate abierto sobre la institucionalización de la reelección en Colombia, o un simple debate sobre la reelección particular de Álvaro Uribe Vélez. Debe la Corte verificar que al aprobar la reelección, no se atropelle ninguna de las ideas básicas sobre las cuales esta fundada nuestra Constitución de 1991.

Por eso desde estas letras hago un llamado a nuestros dirigentes a respetar el establecimiento y no darle malos ejemplos al pueblo. Y otro llamado a los señores magistrados de la Corte a no dejarse influenciar por los números ni las voces; a entender la razón por la que ocupan sus cargos; a cumplir su misión de proteger nuestra Constitución y decidir a favor o en contra de la reelección, pero a favor del estado derecho y de la democracia.