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columna del lector

Las farsas de Fajardo

Los medios y ciudadanos, ocupados de la imagen atractiva de Sergio Fajardo, poco hablan de los problemas de paramilitarismo, desempleo y pobreza que aquejan a Medellín. El periodista Wilber Alberto Rico llama la atención sobre ello.

Wilber Alberto Rico*
25 de junio de 2005

Ni siquiera con desparpajo se escuchan las declaraciones del alcalde de Medellín Sergio Fajardo. No ha cambiado en nada. Es el mismo politiquero con promesas manidas y engañosas.

Atribuirle la seguridad de esta ciudad a su gestión, es como creer que este mandatario usa cinturones. El país entendió tal falacia el miércoles 1 de junio, cuando el transporte público paró bajo la orden del "ñato" don "Berna", amo y señor de Medellín 2005.

El control paramilitar en la ciudad completa llega hasta las cocinas y alcobas de los barrios populares. Allí, los comandantes de turno, con los argumentos del terror y las armas, solucionan desde un robo callejero hasta una infidelidad o discusión marital. ¡O se arreglan o los matan! es la ley.

Señor Fajardo: esa es la verdadera razón de la baja en homicidios. Nada que ver con su administración o la anterior.

El centro de Medellín -30 cuadras por otras 30-, es una literal cloaca. Bajo el viaducto del metro y en la avenida Oriental, los 3.000 habitantes de la calle -cifra escalofriante-, vierten sus heces a diario. En este espacio aun de pueblo, que es el centro de Medellín, cualquier transeúnte se topa con mínimo 10 de dichos personajes.

La inseguridad reina al paso de policías miopes o indiferentes y hasta miedosos. Los ubicó allí el burgomaestre para cuidar a los desempleados del parque Berrío, de Bolívar o de San Ignacio. Porque desde que tenemos memoria, Medellín nunca ha rebajado su tasa de desempleo a menos del 14 por ciento.

Los policías están en el centro, señor Alcalde, porque no se hacen matar en las comunas. ¿Qué es eso del nombramiento de un gerente -un tal Jorge Melguizo- para el centro? ¿Qué hace? ¿De qué se trata? ¿Cuál es su función? No le mienta al país señor Fajardo. No se escude en los medios nacionales que desconocen la realidad y menos compre con publicidad la prensa local, que ven intocable su figura sexy.

Que el país no se entere de las oficinas de cobro a mano armada de los "paras" o de la modalidad del "pagadiario" en los sectores de Belén, Manrique y el Centro. Una extorsión bajo las propias narices, que consiste en cobrar día a día el 20 por ciento de interés por una deuda de cualquier monto adquirida y ofrecida por las mismas oficinas. Un día de atraso y le adelantan el réquiem al deudor. De eso no habla el señor Fajardo.

Si lee los más recientes informes de la Corporación Región, El Colombiano, mayo 31 de 2005; El Tiempo, junio 1 de 2005, se habrá enterado de reojo de que Medellín y Antioquia son la capital y departamento más pobres del país, con más jóvenes profesionales que salen a vender celulares o productos de belleza y kits milagrosos. La informalidad campea directo al rebusque. Un millón de personas en la ciudad vive con menos de 250 mil pesos.

Pero usted le dice a `Julito` en la W que este es el "mejor vividero del mundo". ¿A quién engaña señor alcalde? Los ciudadanos sabemos que no lo es. ¿O qué decir de los más recientes suicidios en las estaciones del metro? ¿Acaso no le ha llegado por la Internet el vídeo de uno de ellos? Está regado por toda la ciudad el momento preciso en que alguien se arroja al paso de un vagón. Y Metromed calla. Ya se habla de más de cien en las estaciones y en los tramos al alcance de los metrosuicidas.

Ese fenómeno es un problema de salud mental pública. Y nadie dice nada. Sólo rumores y una tensa calma. Resignación y padrenuestros antioqueños, mientras sus politiqueros, -que no hay otros- salen en las portadas de los periódicos y revistas inaugurando monumentos al desperdicio de adobe y cemento.

Más que gobiernos estetas y sexyburócratas de farándula, Medellín necesita administradores y no académicos; gerentes y no matemáticos, o, por lo menos, gobiernos con pantalones bien amarrados. El problema es que tampoco se vislumbran.

* Periodista independiente