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columna del lector

Lo que viene el otro año

Omar Jaramillo, lector de SEMANA.COM, es menos optimista en sus proyecciones. Pero también predice mucha actividad política.

Omar Ernesto Jaramillo C.
17 de julio de 2005

Sin lugar a dudas el tema político cada vez se pone más interesante. Y todavía no hemos visto nada. Lo que se avecina el próximo año, de cara a las elecciones, será algo nunca visto en la historia política reciente de Colombia. La campaña adelantada de Uribe (para algunos abusiva por utilizar medios del Estado para su difusión), alianzas entre partidos, las pujas entre dirigentes de organizaciones políticas, la presión que los grupos insurgentes -principalmente la guerrilla- ejercerán sobre el Gobierno, la tal vez culminación de un tratado de libre comercio que lleva discutiéndose por meses. Todo esto y más prometen poner al país en actividad.

El desgaste que hemos visto últimamente en el Presidente Uribe va a continuar. Es una tendencia en cualquier lugar, a no ser que un hecho extraordinario suceda. ¿Tendrá algún as debajo de la manga? Sin lugar a dudas intentará sacarlo.

Por otro lado, la guerrilla arremeterá con todo para incidir en la imagen negativa de un presidente belicoso que no pudo contra el terrorismo. Es un escenario muy posible. Así que señores, prepárense para una eventual ola de terrorismo el otro año.

¿Cómo incide eso en la economía? Bien, es decisivo para la confianza de inversionistas y para el consumo. Aumenta el riesgo-país, habrá menos viajeros moviéndose internamente, menos confianza, más temor. Tal vez el algo gasto público que caracteriza un año electoral no sea suficiente para solventar el hipotético caso de una desaceleración económica. Es posible.

La negociación con los paramilitares, si llega a concluir, será el otro año. Será uno de los "ases" propagandísticos con los cuales el presidente intentará repuntar en las encuestas y en el juicio de la gente. La culminación de un eventual TLC intentará ser una victoria del Gobierno, pero todavía está en duda su contribución a los problemas estructurales de nuestra economía. ¿Ayudará realmente a solucionarlos o contribuirá a profundizarlos?

Por ahora existe un descontento general con el Gobierno de parte de los sectores menos favorecidos. No es para menos. Los datos confirman que cada vez los que menos tienen ganan menos y viven peor. En contraste con quienes tienen más y aumentan sus ingresos. El crecimiento económico no abarca de lleno a toda la sociedad, siendo un crecimiento que genera riqueza sólo para un pequeño sector. El eterno problema de la mala distribución. El desempleo se mantiene, los impuestos aumentan. Los problemas estructurales de la economía se mantienen, en parte por la poca o nula continuidad en los programas de gobierno y en el corto-placismo que caracteriza a los Gobiernos de Latinoamérica.

La reciente elección de Antonio Navarro como candidato por el Polo Democrático es sin lugar a dudas una noticia interesante y trascendental. No sólo porque tenemos ya un contendor en la arena, sino por lo que representa: un hombre que dejó las armas porque entendió que ésta no era la manera correcta de ayudar a construir un país. Creyó en la lucha política y en su capacidad intelectual y moral para lograr hacer algo para el bien común. Sin lugar a dudas el principal candidato hasta ahora.

Desde mi punto de vista, sólo un hombre que ha vivido la guerra en carne propia y que ha visto la muerte de cerca, sabe que el mejor camino para encontrar la paz no es la misma guerra. Hay otros mecanismos que las sociedades civilizadas deben entender y aplicar. Es cuestión de encontrar un punto de convergencia en el que las diferencias y las luchas de poder se equilibren en pro de un país mejor, de la sonrisa de una gente que está acostumbrada a la tragedia. Se trata del bienestar de 40 millones de personas.