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Los horrores de las guerras

Jueves 25. El académico Alejo Vargas espera que los más recientes errores militares, las muertes de civiles en medio del fuego cruzado y las incoherencias del ELN sirvan para que el grupo guerrillero, la Iglesia y el gobierno encuentren una opción de diálogo.

Alejo Vargas Velásquez*
20 de agosto de 2005

El reconocimiento por parte del ELN de su responsabilidad en las muertes violentas de los sacerdotes Jesús Emilio Mora y Vicente Rozo Bayona y de los civiles José Carrascal y Edgar Vergel en Convención (Norte de Santander) es para algunos es expresión de ingenuidad; para otros, de cinismo; y, para un último grupo, de una tradición muy peculiar de esta guerrilla.

Pero el hecho va más allá. Plantea el tema de los efectos perversos que las confrontaciones armadas generan en la población civil no combatiente y, por supuesto también en los combatientes, pues en un conflicto interno armado como el nuestro, son las vidas de muchos compatriotas las que se sacrifican. Todo esto es lo que lleva a rechazar y condenar la guerra, a pesar de la persistencia que la misma ha tenido a lo largo de la historia de la humanidad.

Si tomamos solamente los últimos meses tenemos una gran cantidad de 'errores militares', como el que le produjo la muerte a una familia campesina en el sector de la Línea y que hoy tiene con medida de aseguramiento a un grupo de militares. O la muerte del líder kankuamo Víctor Hugo Maestre en el Cesar, supuestamente en enfrentamientos con el ELN. Hoy están once militares con orden de captura por el caso, o la muerte de cuatro sindicalistas en Arauca, igualmente en un supuesto combate militar con el ELN. Y, como si fuera poco, hoy la fiscalía ha vinculado penalmente a varios miembros de la Fuerza Pública, a lo cual hay que sumar la cantidad de víctimas inocentes producidas por acción de los grupos paramilitares y de las FARC, el ELN y otras agrupaciones guerrilleras.

Esto no solamente se produce en el ámbito nacional. Es una constante de todas las confrontaciones armadas. Los norteamericanos decidieron denominar estos 'errores', que realmente son horrores, como 'daños colaterales'.

Estos hechos condenables afectan a una institución como la Iglesia católica, que ha hecho esfuerzos importantes de acercamiento entre las diversas partes de la confrontación armada.

Además deberían ser un punto de quiebre que lleve al ELN a tomar la decisión de iniciar un serio proceso de conversaciones hacia la superación del conflicto armado. Porque el mejor antídoto frente a los efectos perversos de los enfrentamientos para los civiles no combatientes, es un serio proceso de terminación de la confrontación. Mientras continúe, tendremos inevitablemente que seguir lamentando errores, daños colaterales, equivocaciones.

Hay una posibilidad interesante sobre la mesa. Monseñor Luis Augusto Castro propuso realizar unos 'pre-diálogos' en el exterior, sin condiciones, justamente para definir las características de la negociación. Esta iniciativa se suma a la de la 'mesa de acercamiento' propuesta por el gobierno en el pasado reciente, igualmente para discutir las estipulaciones de la negociación y a las sugeridas por otros facilitadores. Lo cual tiene total coherencia: hay que reunirse sin condiciones para conjuntamente acordar las condiciones y límites que tendrá la negociación, en cuanto a los aspectos de procedimiento (dónde negociar, acompañado de quiénes, qué papel tendrán terceros actores -nacionales e internacionales-, qué tipo de garantías para las partes, qué papel jugarían los 'acuerdos humanitarios' dentro del proceso negociador, cuál sería el calendario, quién va a ser el garante de lo acordado, cuál es el punto de llegada de la negociación) y de contenido (qué se va a tratar en la negociación, qué temas se incluyen y qué otros se excluyen).

Ojalá, estos hechos dolorosos -para la sociedad y la Iglesia-, sirvan para que el ELN, organización históricamente con una relación cercana con sacerdotes católicos como Camilo Torres Restrepo, Domingo Laín o Manuel Pérez, convierta esta crisis en una ventana de oportunidad para la paz y contribuya a cambiar el escenario político nacional: que la lógica de la confrontación militar comience a desplazarse hacia la lógica política de la negociación.

* Profesor Universidad Nacional