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columna del lector

Oscuros nubarrones

José E. Mosquera, lector de SEMANA.COM, escribe sobre las crisis de las loterías y el futuro incierto, en particular, del negocio en Chocó, su departamento.

José E. Mosquera
26 de agosto de 2005

La insolvencia económica para pagar varios premios que han caído en poder de los apostadores, la firma de quince acuerdos de pagos con los beneficiarios de los mismos y la perdida del 50 por ciento del mercado, sintetizan la crisis económica que atraviesa de la empresa comercial de Lotería del Chocó.

La empresa tiene un pasivo de 8.300 mil millones de pesos, una deuda de 6.570 millones, cuentas por pagar a proveedores sin soportes presupuestales por 1.172 millones y ventas mensuales del orden de los 650 millones.

Sin embargo, los compromisos por conceptos de contratos de publicidad y mercadeo son superiores a los ingresos de la empresa.

Esta es la realidad financiera de una empresa que por muchos años fue uno de los principales pilares del gobierno chocoano, pero que sistemáticamente fue diezmada por la onerosa carga burocrática y por los apetitos políticos y económicos desmesurado de la dirigencia.

De hecho, el detrimento patrimonial de empresas de esta naturaleza es el resultado de los manejos irregulares que le han dado las administraciones de turno que, con el paso de tiempo, se convirtieron en las causas de su quiebra y bancarrota.

Basta sólo con analizar las cifras de la Superintendencia Nacional de Salud y de la Contaduría General de la Nación sobre los estados financieros de las empresas comerciales de Loterías para darnos cuentas de los apuros financieros que tienen varias loterías en el país. Así como los problemas jurídicos que afrontan algunas de ellas, por los manejos indebidos en las adjudicaciones de los monopolios de las apuestas permanentes.

Por eso hay casos como los de las loterías del Cauca y Caquetá que entraron en causales de disolución por presentar resultados deficitarios durante más de tres años. Y los relacionados con las Loterías del Magdalena, Atlántico y Bolívar que hasta el 2001 registraron buenas utilidades pero que, a partir del añ0 2002, comenzaron a registrar perdidas que en su conjunto superan los 9 mil millones de pesos y que las coloca a las puestas de la liquidación.

Increíblemente, las Loterías de Chocó y Bolívar viven una situación casi similar. En el 2003 los gobernadores de ambos departamentos -a pocos meses de culminar sus períodos y en plena campaña electoral donde se elegirían sus sucesores- abrieron licitaciones para la adjudicación de los monopolios de las apuestas permanentes. Dichos procedimientos fueron calificados de viciados en los dos departamentos. Por ello las empresas que no salieron favorecidas presentaron querellas jurídicas.

En el caso de Bolívar, hace un par de meses la Procuraduría General de la Nación solicitó a la Corte Constitucional confirmar la anulación de la licitación que le había otorgado el monopolio a la controvertida empresa de apuestas El Gato.

En cambio, en el Chocó, a pesar que las empresas que se disputaban el negocio luego de un largo proceso de conciliación lograron una unión temporal, ahora un fallo del Consejo de Estado que rechazó un recurso de apelación de la empresa Apuestas Unidas del Pacífico dejó también en el limbo el negocio del chance.

En el Chocó, los líos jurídicos comenzaron en el 2003 cuando la Lotería abrió una licitación pública que debió cerrar 22 días después, pero, 24 horas antes del cierre, amplió el plazo para que pudiera participar la empresa Apuestas Unidas del Pacífico, que finalmente fue la favorecida con la adjudicación del monopolio durante cinco años.

En un proceso que fue calificado de poco transparente, pues ni la Gobernación ni la Junta Directiva acataron las advertencias de aplazamiento de la Procuraduría, y donde se vieron involucrados algunos familiares del gobernador William Halaby.

Ahora, en virtud al fallo del Consejo de Estado, la gerencia de la Lotería se vio obligada a suspender la adjudicación y a revocar la unión temporal de las empresas. Es decir, oscuros nubarrones se ciernen sobre el futuro del negocio de las apuestas, y por consiguiente de la Lotería.

Amaneceré y veremos que pasa con estos procesos y con el futuro con la morenaza de los sábados.