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columna del lector

Polo y el Papa

Martes 8. Ximena Gutiérrez encuentra algunas semejanzas entre el Vaticano y Cali. Por ejemplo, las cabezas visibles de ambos no son las que en realidad gobiernan.

Ximena Gutiérrez*
6 de marzo de 2005

Nací por los días en que se posesionó el Papa Juan Pablo II. Hoy, 26 años después, todavía busco entender por qué en torno a la figura del Sumo Pontífice -que a la manera de Jesús, debería connotar humildad, sencillez y desapego por el poder- se tejen tantas argucias y esa feroz pugna por el puesto que él ocupa, hasta el punto de que muchos quisieran anticipar su partida.

Recuerdo en mi bachillerato a una profesora de ética y moral religiosa, que se pasaba horas enteras hablándonos de cónclaves y encíclicas. Al final, ella terminaba más enredada que sus propios alumnos. Y nosotros, sin saber qué diablos era eso de concilio ecuménico.

Pero ha sido mi incursión en la política lo que me ha aclarado en algo el intríngulis de El Vaticano y su imbatible maquinaria. Por eso encuentro una especial coincidencia entre lo que sucede allá y lo que nos pasa acá, con nuestro propio "Vaticano caleño", el del tercer piso del CAM.

Está claro: Al tiempo que se deteriora la salud del Papa, se fortalece la influencia de sus asesores que no son obispos, sino avispas. Igual que sucede en Cali: mientras Polo, 'El Bondadoso', desdibuja su imagen de gobernante popular y se desinfla en las encuestas de opinión, sus colaboradores viven frescos, influyendo sobre decisiones claves y aprovechando la debilidad del gobernante. ¿Mientras esto sucede, quién vela por el bienestar de la ciudad? ¿Por qué el alcalde no toma decisiones acordes con el ideario de su programa de gobierno?

Estoy convencida de que ese interés por hacernos creer que el Papa está bien tiene su trasfondo. A él se lo pasan por la galleta desde mucho antes de esta crisis. Es más, algunos expertos como el teólogo suizo Hans Küng, declarado por la Iglesia persona no grata, cree que el Papa en realidad no gobierna, porque existe un reducido grupo que maneja intereses personales y es el que toma las decisiones, mientras proyecta la ilusión de que el venerable líder aún sigue frente al timón.

En el 'Vaticano caleño', hasta la ilusión se nos perdió.

Sospecho que al igual que en El Vaticano, la autoridad de Polo se ha repartido (¿con equidad?) entre sus hombres de confianza. Y que en la Alcaldía cada uno controla una parcela diferente. Allá hay algunos personajes como el obispo Ratzinger, que maneja los asuntos doctrinales; Sodano, la diplomacia; Herranz aplica la ley; el alemán Walter Kasper maneja el ecumenismo; el nigeriano Arinze los aspectos litúrgicos y así sucesivamente. Aquí, en cambio, el poder se reparte entre los particulares que negocian lotes del estado a nombre del Dagma o le dicen a Polo que "todo listo con la privatización de Hacienda". Ahora entiendo por qué el Alcalde regaló, en diciembre pasado, una tarjeta de Navidad con su foto junto al Papa.

* Ex Edil Comuna 5 de Cali
Becaria del NDI Washington D.C.