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Presidente, gánele la guerra a las Farc

Viernes 03. Jorge Pulido, economista y lector de SEMANA.COM, da su fórmula para acabar con la guerra.

Jorge Pulido Lombana
29 de mayo de 2005

La historia moderna está signada por la Guerra de Independencia de Estados Unidos de Norteamérica y la Revolución Francesa. En la primera se consolidó un desarrollo gigantesco porque no hubo feudalismo (excepción de las grandes haciendas esclavistas del sur, que terminaron en l867) y en la segunda fue necesario expropiar a los feudales por medios violentos; Inglaterra avanzaba lentamente desde la Revolución de 1648-1688.

Después de la Segunda Guerra Mundial Japón inició su reforma agraria sentando las bases para un crecimiento acelerado de su industria. Los tigres asiáticos hicieron lo propio (revolución verde) en las décadas de los cincuentas y sesentas. En conclusión: si un país quiere desarrollarse económica y socialmente debe limpiar todos los obstáculos que impiden la consolidación del capitalismo: reforma agraria.

Colombia inició su reforma agraria con la Ley 200 de 1936 y sufrió su primer tropiezo con la violencia de 1948-1958. Luego Lleras retomó la iniciativa en la ley 135 de 1961 auspiciada por la Alianza para el Progreso que respondía a la influencia de la Revolución Cubana. Burgués, conocedor como ninguno de su clase de la realidad colombiana, en su gobierno (1966-1970) se aseguró en su Ley 1/68 para que la reforma no quedara trunca, creando la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de la Reforma Agraria ANUC, pero no pudo. El gobierno de Pastrana Borrero (1970-1974) dio fin a este segundo intento auspiciando el encuentro de empresarios y latifundistas cuyas conclusiones se conoce como el Pacto de Chicoral. En él, el gobierno se compromete a facilitar crédito subsidiado para la modernización del latifundio, estos dineros fueron a parar a la especulación.

Veamos los resultados de ocho leyes sobre reforma agraria en cuarenta años (1962-2002): Ley 135/61: hectáreas distribuidas 28.173 y familias beneficiadas 1.861; Ley 1/68: hectáreas distribuidas 129.764 y familias beneficiadas 6.971; Leyes 4 y 5/73 y ley 6/75: hectáreas distribuidas 472.022 y familias beneficiadas 26.178; Ley 35/82: 185.760 hectáreas distribuidas y familias beneficiadas 12.254; Ley 30/88: 599.749 hectáreas distribuidas y familias beneficiadas 35.139; Ley 160/94: 316.366 hectáreas distribuidas y familias beneficiadas 22.418, para unos totales de: 1.731.834 hectáreas distribuidas y 104.821 familias beneficiadas! (fuente: Incora) Esta insignificancia ante tamaño problema es una incitación a las vías de hecho. Con la ampliación de la frontera agrícola el latifundio se ensancha exacerbando las luchas sociales y armadas.

La reforma agraria no es la revolución, es simplemente la reforma fundamental de la clase revolucionaria burguesa (en Colombia no ha cumplido con su misión histórica, creando el conflicto que estamos viviendo). Con ella la burguesía se segura de materias primas indispensables para la industria, alimentos abundantes, variados y a bajo precio para la dieta de los trabajadores (seguridad alimentaria), con esto último merma los salarios. De otra parte impide el crecimiento exagerado de las ciudades.

Mientras todo esto ocurría las luchas sociales por la tierra no descansaban (exacerbadas por el Frente Nacional) y en su desarrollo engendró las guerrillas, cuya reivindicación fundamental era y es la reforma agraria. El conflicto generó un desplazamiento exagerado de campesinos a las ciudades creando toda clase de problemas: económicos, sociales, políticos, culturales, inseguridad, prostitución, etc.

La solución para acabar con la guerra, los problemas reseñados y emprender el desarrollo económico y social acelerado es uan reforma social agraria integral. Para los entendidos la reforma agraria óptima es la modernización del latifundio para imponer el trabajo asalariado, esta forma de trabajo es altamente productiva. Se hace necesario la hacienda capitalista pero, en el caso colombiano, signado por problemas de violencia, desempleo masivo, exagerado trabajo informal y por lo tanto inseguridad lo recomendable es la reforma social agraria integral.

Colombia tiene 114 millones de hectáreas, la mitad de ellas son selvas vírgenes que hay que conservar (recuperar) y llanuras naturales poco fértiles. Las ciudades ocupan varios millones de hectáreas, la agricultura comercial 6, las extravagancias de los narcotraficantes 4, el minifundio 2 millones de hectáreas (datos aproximados); el resto están en ganadería extensiva, pantanos para drenar y tierras por irrigar. Es claro que es necesario impedir la expansión de las ciudades, garantizar la agricultura comercial y promoverla. Por otro lado, expropiar a narcotraficantes y comprar a precios reales a los latifundistas; estas tierras se puede repartir en unidades agrícolas de 10 hectáreas promedio para beneficiar a minifundistas, desplazados y familias "citadinas" que estarían dispuestas a volver al campo; también se debe ensayar formas asociativas. Hay estudios que demuestran que mas de dos millones de familias se beneficiarían de ésta reforma.

Para que se pueda llevar a cabo una reforma social agraria integral, la tierra debe entregarse sin costo alguno. Además crédito subsidiado con cinco años muertos, asistencia técnica, garantía de mercadeo con precios sustentables, seguro de cosecha, cooperativas de producción y consumo, escuelas, puestos de salud, vías de penetración; los resultados son previsibles: empleo productivo masivo en el campo que a su vez demandaría mercancías de origen industrial lo que forzaría la inversión y la utilización el parque industrial ocioso, generando mas empleo. Campesinos y obreros con ingresos dinamizarían el sector de los servicios. Lo anterior no es otra cosa que consolidación del capitalismo moderno.

Además de lo anterior las ciudades se desahogarían, demandando menos vivienda, escuelas, hospitales, servicios públicos, transporte, etc.; la delincuencia y la prostitución mermarían significativamente.

Presidente: los billones de pesos que actualmente se gastan para la guerra que genera destrucción y muerte de: soldados, policías, detectives, guerrilleros, paramilitares y población civil alcanzarían para la reforma social agraria integral que necesariamente nos reconciliaría. Atrévase Presidente, ¡ gánele la guerra a las FARC ¡

* Economista, miembro Fundador Universidad Autónoma de Colombia