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columna del lector

Reflexiones de un secuestro

Blanca Aidé Díaz escribe las enseñanzas que le dejaron las cartas de los secuestrados publicadas en esta edición de SEMANA.

Blanca Aidé Díaz
7 de agosto de 2005

Con la propuesta del Gobierno de aceptar la Vereda Aures, del municipio de Caicedonia (Valle), como sitio de encuentro para dialogar con el grupo guerrillero de las FARC, surge de nuevo el tema del Intercambio Humanitario y con él, una nueva esperanza para los familiares de los secuestrados.

Suena un poco duro, pero el país entero debe saber que nuevamente las Farc van a negarse, porque a ellos poco o nada les importa el sufrimiento de los secuestrados y de sus familias. Ellos no buscan una solución real para este tema, lo único que buscan es obtener beneficios para esa organización. Por ejemplo, piden el despeje de dos municipios del Valle que, estratégicamente, representan mucho para ellos; piden la repatriación y puesta en libertad de dos de sus más importantes miembros "Sonia" y "Simón Trinidad"; también exigen la excarcelación de la totalidad de los guerrilleros que hoy están pagando por las atrocidades que han cometido.

Me atrevo a hacer la anterior afirmación porque es difícil leer estas cartas y no conmoverse. O, por lo menos, reflexionar (las Farc ni se conmueve, ni reflexiona) sobre lo que algunos hacemos con nuestras vidas, sobre cómo desperdiciamos el tiempo en cosas triviales, sobre cómo no valoramos a nuestros seres queridos, sobre cómo dejamos desmoronar nuestra Fe en Dios. En fin, cada una de estas cartas me llegó de diferentes maneras.

Clara Rojas. A pesar del horror que ella está viviendo, reconoce la grandeza de nuestro Dios, mantiene firme en su fe y, contrario a lo que muchos no vemos, ella ve y exalta lo hermoso de nuestro país.

Teniente Elkin Hernández Rivas. Su carta es la realidad que todos vivimos en nuestra época de juventud. Nunca escuchamos ni valoramos lo que nuestros padres hacen y sacrifican por nosotros. Siempre ponemos a los amigos por encima de cualquier cosa y ponemos más atención a sus "consejos", sin tener en cuenta que papá y mamá sólo buscan nuestro bien. También muestra cómo no buscamos el espacio para conversar con ellos, porque "qué jartera", como dicen los jóvenes de ahora: "qué ceba, ellos ya están muy "cuchos" y no entienden mis problemas".

Alan Edmudo Jara Urzola. Él toca un punto en el que casi todos pecamos. Restamos valor a cada segundo de nuestras vidas, a cada respiro que podemos dar; mal gastamos esos instantes con nuestra familia, en peleas absurdas o simplemente preferimos irnos a divertirnos porque necesitamos tiempo para nosotros, sin darnos cuenta que en casa hay personas que nos esperan para que los abracemos y les digamos un "Te quiero".

Diputado Jairo Javier Hoyos. Aunque es un mensaje de desesperanza total, también me deja una reflexión: antes de juzgar hay que ponerse los zapatos del otro. No soy política ni nada que se le parezca, tampoco busco justificar al señor Presidente, pero hay que entender que en sus manos no está sólo la vida de los secuestrados, él tiene la responsabilidad de todo un país (40 millones de personas).

Soldado Luis Alfonso Beltrán. Cuando estamos bien, poco o nada nos acordamos de Dios.

Capitán Edgar Duarte. La esperanza es lo último que se pierde. Él ha sufrido tratos inhumanos y degradantes, pero aún así, es él quien pide fortaleza a sus padres y tiene la plena confianza que pronto va a poder estar junto a ellos para "nacer" de nuevo.

Subintendente Álvaro Moreno. Tal vez esta es la carta que más me conmovió y me mostró dos cosas valiosísimas: primera, que el verdadero amor es paciente. El verdadero amor nunca se acaba. Si ya lo encontramos, cuidémoslo y valorémoslo. Si aún no ha llegado es porque a lo mejor no hemos buscado en lo profundo de las personas. Y segunda, es que un buen padre siempre está pendiente de su familia, aún en los peores momentos.

Diputado Francisco Giraldo. El calor de una familia, de un hogar, no se compara con nada. Los lazos que unan a todos los miembros de una familia deben ser tan fuertes, que ni aún las distancias más grandes ni las dificultades logren romperlos.

Oscar Lizcano. Nunca estamos contentos. Renegamos si hace frío, si hace calor, si llueve, si hay que hacer fila en un banco, si se demora el bus, si hay trancones. Las condiciones en las que estamos son una bendición, en comparación con las que tienen que vivir otras personas.

Consuelo González de Perdomo. ¡Madre, no hay sino una!

El señor Orlando Beltrán Castro y el Coronel Luis Mendieta dan un enorme ejemplo de amor paternal a aquellos hombres que pudiendo estar junto a sus hijos no lo hacen o, en el peor de los casos, ni siquiera reconocen.

Quiero hacer un llamado especial a quienes hayan leído estas reflexiones (incluidos los señores de las Farc que puedan hacerlo): Aprovechemos cada segundo de nuestra existencia. Quienes podemos ver la luz del día todas las mañanas, quienes podemos respirar, quienes tenemos un trabajo, quienes tenemos hijos, padres, parejas somos privilegiados. No esperemos caer en una situación difícil para reconocer lo afortunados que somos.