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columna del lector

Réquiem por los árboles y el conservatismo

María Jimena Londoño, lectora de SEMANA.COM, lamenta la agonía del Partido Conservador. Por eso da fórmulas para sacarlo adelante.

María Jimena Londoño*
17 de julio de 2005

Una cifra superior a cien árboles de la alameda de la Calle Quinta en Cali, serán reubicados para permitir el paso de un tramo del Mío. Entre ellos habrá samanes y ceibas, bellísimas y tradicionales insignias de esta ciudad. Aunque más de la mitad de estos árboles morirán en el traumático proceso, son relativamente pocos los que han asumido la defensa de este patrimonio histórico de la ciudad.

Con temor de vulgarizar la anterior denuncia haciendo una analogía con la política, debo señalar que lo que va a pasar con estos enraizados habitantes de Cali, es similar a lo que ha pasado en los últimos tres años con el Partido Conservador. Al ser transplantado al uribismo, el partido sufrió muchas bajas y rápidamente está desapareciendo una presencia que engalano la política nacional desde su nacimiento.

Este partido que se preciaba alguna vez de ser el hogar de intelectuales críticos con matices de estadistas brillantes como Álvaro Gómez Hurtado, está agonizando, y como en el caso de la alameda en Cali, los ofendidos no han sabido unirse para lograr una reacción acorde con las circunstancias.

En los últimos meses Colombia ha visto al fénix del liberalismo resurgir de las cenizas con ímpetu inesperado. Me alegra por los liberales. Aunque no exactamente por ellos, sino por el resurgimiento de la oposición organizada.

Me alegra todavía más que poco a poco se estén alejando de los coléricos ataques ad hominem al Presidente y se acerquen más a la crítica propositiva, tan necesaria para generar el cambio. Bajo el liderazgo de políticos curtidos como el ex presidente Gaviria, el Senador Pardo y el persistente Horacio Serpa, el lema del partido liberal parece ser "errar es humano y rectificar de sabios".

Los liberales han asumido el pasado y están dispuestos a modificar su posiciones con el propósito de hacerse sentir como oposición vigente y presente. He leído críticas de quienes indignados comentan que: "¿con que derecho salen a criticar los políticos que nos dejaron como estamos?" Pues fácil, con el derecho que les da haberla embarrado y haber aprendido.

Si a Gaviria no le da pena asumir sus errores en el proceso de apertura y asumir el debacle de la agricultura resultante y pararse a proponer una nueva propuesta de desarrollo social y económico, bienvenido sea. Por lo menos ya sabe qué no se debe hacer. Si Pardo no se pone rojo para criticar la laxitud del gobierno frente al proceso paramilitar después de estar tan mancillado por los hechos alrededor de Pablo Escobar y el desastre de la Catedral, pues algo habrá aprendido. Y es que así es la política, imperfecta y humana y por lo tanto no siempre perfectamente consecuente.

Entonces, ¿por qué tan callados los conservadores? Si bien los últimos años el conservatismo ha sido un modelo de obediencia y entrega servil al gobierno, y el más reciente gobierno conservador ha sido tácitamente descalificado por el gobierno actual, eso no significa que haya que empezar a tejer la mortaja del partido.

¿Por qué Pastrana no pasa una pena también y asume el Caguán, como lo que fue? Un experimento constructivo que dejo enseñanzas y sirvió para reconstruir los lazos de nuestro vilipendiado país con el exterior. Voces como la del ex presidente están todavía a tiempo de darle primeros auxilios al moribundo partido.

Personalmente me ha parecido efectiva la gestión del actual Presidente. Es más, si hubiera tenido cédula en las elecciones pasadas hubiese votado por él. Y ahora que la tengo, probablemente lo haré.

Pero este apoyo no es incondicional. Y no es un voto de fe en un líder mesiánico. Es un voto por un programa que puede ser ejecutado por el presidente Uribe o por cualquier otro. No existe el líder de ideales, existe el control político vigilante y pensante. Y para eso esta la oposición.

La Constitución Política de Colombia establece en su artículo 112 que "los partidos y movimientos políticos podrán ejercer libremente la función crítica frente a éste y plantear y desarrollar alternativas políticas". Este planteamiento es un derecho, un deber de los partidos, es su razón de ser. Aunque en el horizonte no se ve al conservatismo elevando la bandera culta y argumentativa que algún día enarboló, no debe descartarse que el siempre minoritario conservatismo puede realinear sus filas.

Es triste que la actual dirección del partido en cabeza del Senador Holguín no proyecte hacia el futuro las consecuencias de sus actuaciones y sus efectos en la posteridad. Al dejar al partido sin candidato presidencial se ha puesto en peligro la permanencia del partido como ente autónomo. En la página web del Partido Conservador Colombiano se señala que parte de la misión que se ha fijado la dirección actual del mismo es convertirlo en un partido de avanzada. Definido por la misma página: "un Partido de avanzada es el que va marcando camino, el que va abriendo la trocha, el que va señalando la ruta". La vamos señalando justo detrás de donde la va delimitando el Presidente...

Cortos se han quedado los lánguidos intentos del Senador Luis Alfredo Ramos por reafirmar el conservatismo por medio de la disidencia. La falta de una voz fuerte que llame a la unificación y que plantee un futuro verosímil para las nuevas generaciones conservadoras es una realidad ineludible. Las semillas de conservadores (léase menores jóvenes menores de 30 años) somos muy pocos y parecemos hinchas del Santafe, agarrados de la gloria del pasado y enfrentando la decepción en el presente.

Ya que el conservatismo "no es dogmático, lo que ofrece es un pensamiento coherente y lógico sobre la vida, acerca del cosmos, sobre Dios, sobre el hombre y la sociedad y en relación con la función político", como también lo indican sus preceptos, queda abierta la puerta del conservatismo por fuera del partido.

Al paso que vamos los patriarcas verán huir al futuro del partido hacia las filas del liberalismo, del Polo Democrático y, en el peor de los casos, los verán unirse a la última tendencia de los inconformes: formaran su propio movimiento alienando aun mas al electorado y socavando cualquier posibilidad de impacto social de los ideales que en teoría aun compartimos los conservadores.

Así que si leen estas líneas y se sienten inspirados a hacer algo, todavía no es demasiado tarde para actuar. Esto es si quieren salvar al partido...o a los árboles.

* Estudiante Universidad de los Andes, Facultad de Derecho