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columna del lector

Televisión e identidad cultural

Lo que está detrás de la crítica de los canales colombianos Al TLC no es una defensa a la cultura, sino una preocupación estrictamente económica, opina Jorge bustos, lector de SEMANA.COM.

Jorge Alberto Bustos O.*
3 de diciembre de 2005

El que la televisión vaya a ser objeto de negociación -como cualquier otro sector económico- en el TLC con los Estados Unidos ha provocado una alérgica reacción en los círculos televisivos nacionales. En el fragor de las primeras reacciones un par de palabrejas se han ido convirtiendo en la definición de la causa a defender: "identidad cultural". Gracias a las intervenciones de actores, creadores o empresarios de este medio, los espectadores hemos ido concluyendo que ellos suponen un estrecho nexo entre televisión y la "identidad cultural"; que los programas televisivos -específicamente los de producción nacional- son un componente esencial para suministrar y mantener nuestra "identidad cultural colombiana". Yo pregunto: ¿a qué se refieren con "identidad cultural" estos señores?, ¿qué tienen en mente cuando utilizan estas palabras?, ¿de qué modo la televisión contribuye o es esencial a esa identidad? Yo supongo que quieren decir algo así como que la programación de producción nacional recoge nuestros valores y refleja nuestro modo de ser como colombianos, y que la inscripción de la televisión en la dinámica del TLC expone a los colombianos a valores culturales que no son los nuestros en detrimento de los valores, costumbres e idiosincrasia auténticamente colombianos. Sin embargo, me siguen asaltando varias dudas sobre este tipo de reflexión. La primera es de tipo académico. Resulta que el antropólogo Nestor García Canclini en un libro llamado «Consumidores y Ciudadanos» analiza la relación entre identidad cultural y nacionalidad. Garcia Canclini sostiene que, ante el avance de los medios para comunicarse e interconectarse entre las sociedades (como Internet, modernas telecomunicaciones o la misma televisión) las identidades cada vez se ligan menos a un territorio nacional y se configuran más con elementos simbólicos provenientes de diversos contextos nacionales. Es decir, los ciudadanos de un territorio nacional dado no construyen su identidad únicamente con elementos culturales originados dentro de ése territorio nacional, sino que arman su identidad con valores y símbolos tomados de diversas fuentes, siendo los elementos nacionales unos más entre otros. El caso del impacto de MTV entre los jóvenes del mundo es un ejemplo bastante claro de esta "transnacionalización" de las identidades. En este sentido, apelar a una "identidad cultural" de índole nacional es una visión equivoca y anacrónica, sobre todo, teniendo en cuenta la globalización cultural en marcha. Pero yo creo que los empresarios televisivos saben esto, solo que intentan recabar solidaridad para su causa apelando al sentimiento nacional. De este modo el problema no aparece como el de unos empresarios (casi monopolicos, además) temerosos por la poderosa competencia que enfrentaran sino como una causa nacional. Pero la identidades no solo se globalizan. García Canclini llama también la atención sobre su diversificación interna: no hay una "identidad nacional", hay múltiples identidades. Nuestra Constitución ya reconoce esto, pero aún no se ha hecho tan claro que esa diversidad se expresa no solo en la existencia de minorías étnicas, sino también en la diversidad de públicos y de consumidores. Existen tantas identidades como comunidades de consumidores hay. Y quienes consumen rock tiene una identidad diferente de quienes prefieren el reggaeton, como quienes consumen programas culturales pueden tener una identidad diferente de quienes consumen telenovelas. Aquí también pensar en una, y solo una, identidad cultural nacional es equivoco, además de no dejar ver el gran fallo de la televisión nacional: su insistencia en configurarse como canales genéricos, canales que pretenden llegar a todos los públicos. Por el contrario, la televisión por cable es un ejemplo de los canales especializados, dirigidos a públicos específicos. Canales para aficionados a los deportes, canales de ciencia y tecnología, histórico-culturales, de entretenimiento y farándula, de cine, noticiosos, etc. Sin embargo, los canales colombianos insisten en abarcarlo todo, asignándole a cada publico un pedacito llamado «franja» (infantil, noticieros, telenovelas, etc.). Con el canal especializado el televidente accede a cualquier momento al tipo de programa que quiere y cuenta con la posibilidad de repeticiones para los eventos especiales. Este ultimo esquema se conecta más directamente con la identidad de los grupos de consumidores que lo que lo hace nuestra actual televisión con una supuesta "identidad cultural nacional". Finamente, mi segunda duda se refiere a la calidad del aporte que la televisión actual esta haciendo a la cultura de los colombianos. Las creaciones artísticas hacen un aporte cultural significativo cuando sus productos confrontan a las sociedades consigo mismas, mostrándoles estéticamente sus limitaciones, sus obsesiones y aún sus aberraciones. Sin embargo, en Colombia los intentos de hacer una televisión como Arte en producciones como 'Crónica de una Generación Trágica', 'Amar y Vivir', 'La Mujer del Presidente', y otras cuantas, han quedado olvidadas por una televisión como arte pop, que en ningún momento amplía nuestro horizonte cultural sino que refuerza la visión maniquea, de blanco y negro, de buenos y malos, tan propia de una cultura que no le gusta mirarse directamente y procura no airear sus conflictos. Que la televisión sea mayoritariamente pop me parece normal, pues es un arte dirigido al consumo masivo, no puede, entonces, tener pretensiones de arte profundo y complejo, debe ser entretenida y ligera. Pero que toda sea pop y superficial si me parece grave. Que no hayan producciones con mayores ambiciones de penetrar en la complejidad de los conflictos humanos, esa es la gran carencia de las producciones nacionales y es ahí donde le están fallando a la cultura de los colombianos. El TLC no va a ser la solución a estas cuestiones, inclusive las puede agravar si al maniqueísmo colombiano le sumamos el de los gringos. Pero - triste consuelo - al menos habrá una carpeta más amplia de maniqueísmo de donde escoger. En todo caso, la cuestión es que los grandes canales privados colombianos no están encabezando la resistencia a esta dimensión cultural del TLC porque la suerte de la cultura colombiana les preocupe sinceramente. La preocupación es más monetaria, más de la cuota de mercado que podrían perder. Si los colombianos seguimos siendo tan intolerantes, tan dados a las componendas, tan proclives a saltarnos la ley, tan moralistas y godos, tan desdeñosos con el Bien Publico y tan dados a sacar ventaja personal, esas son cosas que no le interesan a los empresarios televisivos - hoy defensores de la "identidad cultural" - lo que les importa es que mañana como hoy todos los televisores se enciendan en RCN y Caracol. * Sociólogo de la Universidad del Valle