Un país de roscas

Hace algunos meses en su columna de El Tiempo, el periodista Daniel Samper Pizano, sacó a relucir una lista de personalidades que ocupan importantes cargos tanto en el Ejecutivo como en el exterior, para demostrar la forma en que las élites se reparten el poder burocrático, sin dar paso a nuevas generaciones igual o más capaces.

Algunos son hijos de ilustres ex presidentes y otros hijos de congresistas que con su voto lograron aprobar la reelección presidencial. Parece una manía, pero el Establecimiento siempre quiere vivir del Estado, porque si uno se pasea por los institutos, allí también están incrustados muchos de ellos. No tienen ni la más firme convicción de crear empresas, contando con capital para ello. A este grupo de gente se les conoce con el término de "rentistas".

Colombia es en definitiva, un país de roscas, donde se logra llegar más por la cantidad de palancas que se cuente, que por las capacidades y meritos intelectuales que se posea.

Pero la rosca no solo esta en el poder político de administrar el Estado. También lo vemos en otros puntos, como el deporte. El joven que aspire triunfar, debe estar al lado de un dirigente con altas influencias, no importa si es de baja calidad. En lo concerniente al arte, si un pintor quiere exponer sus obras, debe ser amigo de un importante galerista. En la música, el cantante que añore ser escuchado en las emisoras, debe tener vara alta con los disck - jockey.

En la televisión ni se diga, donde para ser actor se necesita además de buena presencia, tener a alguien allí. El caso más patético de "rosca" fue el de Paula Jaramillo y su hermano, el autodenominado futbolista Lucas, quienes no tuvieron el sentido de la vergüenza, al participar los dos en el reality "la granja". Ella oficiando de presentadora y él de concursante.

¿Hasta cuándo vamos a vivir en el país de los amiguismos?.

*Magíster en Estudios Políticos. Columnista Hoy Diario Del Magdalena.