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| Foto: Guillermo Torres

INFORME ESPECIAL

“A sus enseñanzas me aferro todos los días"

El exdirector del IDU Andrés Camargo habla sobre los libros de Julio Verne (1828-1905) y de Karl May (1842-1912), y ‘Desde la adversidad’ (2003) de Santiago Álvarez de Mon.

26 de diciembre de 2015

Siempre he creído que todo libro que vale la pena terminar deja alguna huella. Esa es su magia y es la razón por la cual uno se convierte en un buen lector. Siendo niño, dos obras dejaron la mayor marca: una colección de libros de Julio Verne que me regaló, como premio al final de tercero de primaria, nuestra profesora Josefina y los fantásticos relatos del Viejo Oeste del alemán Karl May, que conseguí todos porque mis papás me inscribieron en el hoy desaparecido Círculo de Lectores. A ellos les debo la poca imaginación y capacidad de soñar que tengo. Ya como adulto, y por las circunstancias que he debido vivir, destaco el libro Desde la adversidad de Santiago Álvarez de Mon, que hace casi diez años me regaló un conocido a quien hoy le agradezco de corazón. Basta recordar estas líneas: “La adversidad, (…) enfrentada con lucidez y determinación, se puede alumbrar en una feliz paradoja: la inicial oscuridad y espesura puede trocarse en luz y claridad sabias. En sus involuntarios remangos se puede arribar a la abundancia y plenitud moral”. A sus enseñanzas me aferro todos los días para soportar las pruebas que me ha puesto la vida.