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El ministro de Agricultura prestó servicio militar en 1993, hoy tiene 33 años y está recién casado. Para él, la juventud es una virtud y no un problema. Piensa que el crecimiento del agro es esencial para derrotar los grupos irregulares. Pide que su gestión sea evaluada por los resultados.

Perfil

Andrés Felipe Arias, un hombre de armas tomar

El Ministro de Agricultura, el consentido del Presidente y a quienes todos llaman ‘Uribito’, brilla con luz propia en el actual gabinete. ¿Quién es? ¿De dónde viene? ¿Para dónde va? Perfil escrito por el periodista José Monsalve.

17 de mayo de 2007

Es el más uribista de todos los uribistas. Lo dicen 10 de las 12 fotos que adornan su despacho. Lo dicen sus críticos y admiradores: los primeros hablan de ‘Uribito’ mientras que los segundos exaltan su lealtad al jefe de Estado. Lo dice él mismo al confesar que aún guarda el certificado que recibió cuando votó –en compañía del Presidente– por la reelección. Lo dice su esposa. Y lo dicen también las continuas noticias que produce.

Las ya recurrentes salidas en defensa de Uribe y de su proyecto político graduaron al más joven del gabinete como el primer espadachín que se lanza a la arena de la confrontación cada vez que alguien intenta perturbar a su jefe. “Pienso que eso es lo que debo hacer”, dice. En su empeño por enfrentar los dardos contra el Presidente, parece no importarle dar palos de ciego o pisar terrenos ajenos.

Hace unos días se atrevió a calificar de “panfleto” un estudio del llamado gurú de la economía, Luis Jorge Garay, que cuestiona la equidad del TLC negociado con Estados Unidos en el tema agrícola. En vísperas del debate sobre el paramilitarismo en Antioquia, Arias levantó ampolla cuando hizo un parangón entre ese fenómeno y la arepa y concluyó que el debate era “un ataque contra Antioquia y contra la gran mayoría de colombianos que queremos un país libre de Farc, ELN, paramilitarismo y narcotráfico”. Estas salidas de Arias inevitablemente generan suspicacias de que son el reflejo de una temprana ambición política que alimenta las dudas sobre si cuenta con la madurez necesaria para tener un cargo ministerial.

Sin embargo, como él lo pregona a los cuatro vientos, está en manos de “el mejor profesor”. Así califica el papel que cumple en su vida el presidente Uribe.

Antes de ser funcionario, Andrés Felipe Arias fue un aventajado estudiante. Su trayectoria académica está llena de distinciones. Cursó el bachillerato en el Columbus School, en Medellín. De esa época, su profesor de química, Alberto Lopera, recuerda que su ambición recurrente era conquistar el mundo, dominar las masas y saber qué había después de la muerte.

Una experiencia profunda

Luego vivió una experiencia que lo marcó profundamente. Un año de servicio militar en el que aprendió y se enamoró de la disciplina castrense, al punto que pensó en seguir la carrera. “Creo que en otra vida fui militar y hasta peleé guerras”. Finalmente se decidió por la economía. Varios compañeros y profesores coinciden en que era el más brillante. Se graduó en Los Andes y luego, gracias a una beca, obtuvo el doctorado de la Universidad de California, en 2002. Regresó a Colombia e ingresó al gobierno. Llegó a ser viceministro de Hacienda.
Alguien próximo a él en esa época explica que pasó de esa cartera a la del agro porque el ministro Alberto Carrasquilla no se lo aguantó más. Pero ya el Presidente se había fijado en él. Y, por su puesto, él en Uribe. Se conocieron en el club campestre de Medellín en 2000. A partir de entonces, y durante más de un año, Arias le envió al Presidente documentos de interés por correo electrónico. “Hasta que él no pudo volver a responderme por falta de tiempo”, recuerda. De vuelta en el país, tras concluir el doctorado, Arias ingresó al Ministerio de Hacienda. Llegaron los roces con Carrasquilla y fue nombrado viceministro de Agricultura; luego de un año, el Presidente le confió la conducción de la cartera. El 21 de enero de 2005 fue designado Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural.

Además de la plena identificación con las tesis uribistas, el ministro comparte –imita, dicen sus retractores– ese estilo de ejecutar la política. Cuando los precios de la panela cayeron, Arias visitó sorpresivamente tiendas y abastos para verificar que no se estuviera vendiendo derretimiento de azúcar por panela auténtica. En Semana Santa se le vio distribuyendo alimentos a las comunidades pobres del Carmen del Darién, en Chocó. Más conocidos son sus duros enfrentamientos con el Polo Democrático, que contemplan desde gritos hasta demandas penales. Por ser tan estricto y exigente, a veces parece intransigente, explica su esposa, Catalina Serrano.

“Sus iniciativas y todos los auxilios económicos que está dando son politiquería”, dice un crítico de la gestión de Arias, que pide reservar su nombre. Rafael Mejía, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, afirma que el Ministro le ha dado nivel a una cartera tradicionalmente opaca. Por su parte, Arias sostiene que hoy puede ayudar a los agricultores con recursos económicos gracias a que su gestión cuadruplicó el presupuesto al pasar de 300.000 millones de pesos a 1,2 billones. “No hay politiquería porque todo se tramita por convocatorias transparentes”.

Sobre su futuro, el Ministro dice que a veces se siente tentado a estudiar derecho penal, pero se queja de la falta de tiempo. Piensa que la contienda política que libra el presidente Uribe está en un gran momento y no descarta entrar más de lleno al ‘combate’. Será por eso que piensa como un soldado, tanto, que cuando tiene alguna picadura de insecto en la piel, la exhibe diciendo: “Esta una esquirla de mi ultima batalla”.