Aplanadora uribista en elección de mesas directivas del Congreso

Las mayorías uribistas se tomaron este jueves las mesas directivas del Congreso de la República. Tras superar diferencias internas y gracias a que los partidos Colombia Viva y Convergencia Ciudadana volvieron al redil, la coalición de gobierno empezó el cuatrienio con el 70% de las curules de Cámara y Senado y con el control de sus respectivas mesas directivas.

Aunque la superioridad numérica de los uribistas no tenía discusión, pugnas intestinas por puestos burocráticos hicieron que sólo hasta la hora de la votación se aclarara el panorama respecto a quiénes serían los encargados de representar a la coalición en los cargos directivos. Al final, Dilian Francisca Toro, del Partido de la U, le ganó la carrera a Germán Vargas, de Cambio Radical, quien intentó postular hasta al primo del presidente, el senador Mario Uribe, con tal de que la U no ganara la elección.

Toro fue la candidata al Congreso más votada del país en las elecciones del 12 de marzo. Médica de profesión y de origen liberal, es esposa del ex senador Julio César Caicedo, quien se retiró de la política en medio de un escándalo (del que después fue absuelto) por el decomiso de medicamentos del departamento del Valle en su apartamento. Es la segunda mujer en llegar a la presidencia del Congreso. La acompañarán Plinio Olano (de Cambio Radical) como primer vicepresidente; y el liberal oficialista Camilo Sánchez, como segundo vicepresidente.

En la Cámara fue elegido presidente el conservador Alfredo Cuello Baute; William Ortega (de Cambio Radical) será el primer vicepresidente; y el liberal oficialista José Homero Giraldo, segundo vicepresidente.

De esta forma, el uribismo se quedó con las presidencias y también con las primeras vicepresidencias, situación que le da un margen de maniobra muy amplio al gobierno de cara al trámite del paquete legislativo anunciado este jueves por el presidente Álvaro Uribe.

Entre los principales retos de las nuevas mesas directivas está el de amoldarse al nuevo sistema de bancadas, que obliga a la votación por bloques políticos y la elección de voceros únicos para los debates. La idea de este nuevo esquema de trabajo es evitar la negociación al menudeo entre el gobierno y el legislativo y hacer más ágiles y efectivos los debates sobre control político y la expedición de las leyes. Sin embargo, la misma ley de bancadas permite excusarse de votar en bloque invocando la “objeción de conciencia”, figura que según los analistas podría convertirse en una ventana de escape para quienes deseen burlar la ley.