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La zona de frontera es estratégica como retaguardia para la guerrilla y como zona de cultivo de coca, pero también es la casa de humildes campesinos que, a lado y lado, se han quejado por los daños de la fumigación en sus cultivos de pancoger.

INTERNACIONAL

Baja la tensión entre Colombia y Ecuador por fumigaciones con glifosato en la frontera

Después de varias semanas de frialdad en las relaciones bilaterales, el presidente Álvaro Uribe y el electo mandatario de Ecuador, Rafael Correa, se reunieron en Nicaragua, conversaron sobre el tema y acordaron que no habrá fumigaciones sin previo aviso.

10 de enero de 2007

El acto de posesión del presidente nicaragüense Daniel Ortega sirvió de escenario para una sorpresiva cumbre colombo-ecuatoriana que parece bajarle el nivel a la tensión desatada desde cuando el presidente Álvaro Uribe ordenó reanudar las fumigaciones con glifosato en la zona de frontera.

Mientras los mandatarios centroamericanos asistentes a la posesión de Ortega hacían sus propias reuniones para discutir temas de la región, Uribe “sorprendió” al electo presidente de Ecuador, Rafael Correa, con quien discutió durante media hora los más recientes detalles del impasse, que amenazaba con causar enorme daño a las relaciones bilaterales.

Pese a que la cita fue concertada, la iniciativa fue del presidente colombiano, quien durante el último mes tuvo que ver cómo la posición ecuatoriana se endurecía ante lo que el gobierno colombiano considera un derecho propio: la reanudación de las fumigaciones en una de las áreas de más difícil control para las Fuerzas Armadas de Colombia y en la cual se sabe que hay abundante presencia guerrillera.

Pero en épocas de globalización y dada la sensibilidad de los temas medioambientales Ecuador también dice tener razones para oponerse a la fumigación con glifosato. Tanto el saliente gobierno de ese país como el presidente Correa se amparan en conceptos de destacados medioambientalistas que no solo alegan el grave daño del glifosato en la zona en que es usado, sino que, por un efecto similar al de la expansión del humo proveniente de las chimeneas de las grandes multinacionales, sus consecuencias traspasan las fronteras. Ecuador dice tener pruebas de que muchos cultivadores de yuca han perdido sus cosechas por culpa del químico que Colombia emplea y que luego de regado en la zona se extiende por toda la región, por ejemplo, a través de los ríos. Incluso asegura que en algunos casos la fumigación ha sido directamente contra su territorio.

El vecino país ya había advertido sobre su molestia por el uso del herbicida y por eso declaró su asombro a finales del año pasado, cuando Colombia decidió volver a usarlo. El tema llegó a tal punto que hasta se especuló sobre la ruptura de relaciones, la inasistencia de Uribe a la posesión de Correa (el próximo lunes), el retiro definitivo del embajador ecuatoriano en Colombia (que aún no regresa a Bogotá) y hasta hubo anuncio desde Quito sobre una demanda contra Colombia ante la Organización de Estados Americanos, OEA.

Por eso fue que Colombia tomó la iniciativa en la búsqueda de un acuerdo y planeó la reunión de Nicaragua, partiendo de la certeza de que allí se podría dar el encuentro informal de mandatarios que Correa le rechazó recientemente a Uribe. Los presidentes se escucharon mutuamente. Habló primero Correa, quien se quejó de la actitud colombiana. Luego Uribe propuso soluciones pero no dijo que detendrá las fumigaciones en curso. A lo que sí se comprometió fue que a que futuros procesos de fumigación Colombia avisará oportunamente a Ecuador para que Correa envié inspectores a la zona de frontera, con el fin de cerciorarse de que el químico no llegará al vecino país.

La idea de la demanda ecuatoriana ante la OEA se cambió por la de solicitar al órgano interamericano que se constituya en parte para una comisión tripartita que definirá las bases de un estudio sobre el impacto del glifosato en el medio ambiente. La comisión también verificará que las fumigaciones sean exclusivamente sobre territorio colombiano y podrá solicitar testimonios de habitantes de ambos lados de la frontera.

Pero quizá la consecuencia más importante del encuentro entre los dos presidentes es que se despeja el camino para la normalización de las relaciones bilaterales, hasta ahora en entredicho. La Cancillería colombiana no ha confirmado si Uribe asistirá a la posesión de Correa, a la cual muchos expertos le recomendaron no ir, pues se arriesgaba a un desplante internacional. Pero con el nuevo escenario es posible que Uribe se arriesgue a ir a Quito en donde, por el momento, ya no se organizará la protesta internacional contra Colombia.