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Marzo 12, 10:22 p.m.

Barranquilla, un proceso poco confiable

En la meca del Carnaval, la desorganización electoral fue la nota predominante.

Tadeo Martínez
12 de marzo de 2006

Los jurados llegaron tarde. Algunos puestos de votación no abrieron a las ocho de la mañana. Los electores no encontraron dónde votar después de hacer largas filas para ingresar a los puestos de votación; a los computadores instalados para informar a los ciudadanos en donde les correspondía votar no se les había incluido las novedades sobre modificaciones de traslados de mesas a otros puestos y no entregaron suficientes bolígrafos para diligenciar los diferentes formularios.

Como resultado de lo anterior, las elecciones en Barranquilla fueron caóticas. La logística falló en todos los aspectos, desde las citaciones y capacitaciones a los jurados, hasta los refrigerios, pues en la mayoría de los puestos los emparedados tenían mal olor y mal sabor. Fueron devueltos.

La inconformidad de los jurados era general y coincidente por todas estas fallas que sin duda, manifestaron algunos a Semana.com, no dejan ganas de volver a participar.

En uno de los puestos más populosos, el Instituto Distrital Ciudadela 20 de Julio, la funcionaria del Ministerio Público encontró que los jurados titulares y los remanentes no llegaron oportunamente. En varias mesas sólo había tres y cuatro jurados, en la mesa 20 sólo había dos funcionarios y las cajas no disponían de cintas de seguridad.

En el colegio Biffi - La salle, mientras los jurados llegaron oportunamente, los delegados de la Registraduría no estaban listos para atenderlos, los kits con las bolsas de votación no habían llegado.

Y para quienes lograron encontrar su mesa de votación, vino entonces el proceso de votación que fue engorroso porque los ciudadanos no sabían cómo votar, algunos electores llegaron a marcar el cuadernillo de información, otros ni siquiera diligenciaron los formularios de votación y hubo quienes marcaron sólo el número del candidato y no marcaron la casilla correspondiente al partido con lo cual su voto quedó anulado.

La Registraduría volvió a fallar

Uno de los puntos más débiles del proceso electoral en Barranquilla fueron las citaciones a los jurados. Con las cartas en la mano, los jurados mostraban cómo habían recibido la citación dos, tres o cuatro días antes de las elecciones y en la misma carta le informaban que tenía que asistir a una capacitación que se había efectuado un mes antes, en los primeros días febrero.

La seguridad dada por la delegada de la Registraduría, doctora Lina García, de que sería una jornada en la que se habían cubierto errores de las elecciones anteriores, se fue diluyendo a medida que avanzaba el proceso y en cada mesa, de cada puesto en todas las 19 zonas habilitadas para votar en la capital del Atlántico, se fueron confirmando una vez más que la organización electoral había fallado. Incluso, a última hora fueron escogidos unos jurados y no se tuvo en cuenta su lugar de residencia, correspondiéndoles ejercer sus funciones en lugares muy distantes.
Para los jurados el problema más grave comenzaría a partir de las cuatro de la tarde, cuando abrieran a las urnas y se enfrentaran a varios tarjetones, con decenas de partidos y centenares de candidatos.

¿Cómo organizar los tarjetones era el dilema? ¿Empezar primero por los candidatos mayoritarios o por los partidos? ¿Por qué la gente no preguntó por las consultas? ¿Cuándo se considera que un tarjetón es nulo? Los jurados preguntaban si se anulaba también en aquellos casos en que los electores votaban por los partidos pero no por los candidatos. Incluso, los más acuciosos dedicaron las dos últimas horas a disipar las dudas con los instructivos y lograron organizarse y terminar dos horas después de cerradas las urnas.

Pero si votar y contar fue un acto de fe en la democracia, vendría la parte más difícil: llenar las casillas de los distintos formularios que debían diligenciar. En algunas mesas contaban una y otra vez hasta cerciorarse de que los votos depositados por cada partido coincidía con el total de los votos depositados en cada mesa. Hubo mesas en las que se anularon votos porque había un error, dos tarjetones de más. Se devolvía a la urna todos y se sacaban dos al azar, fueran de quien fueran.

Muchos jurados coincidieron en que era un proceso mal diseñado y peor organizado.