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Batallas contra la lepra

Concebir el saber científico como un ejercicio interdisciplinario, experimental, lleno de hipótesis -dice la investigadora Diana Obregón- se acerca al campo del arte. Y lo explica de manera sencilla esta historiadora de la ciencia, que se ha apasionado por hallarle distintas interpretaciones al camino de la historia nacional. La periodista Dominique Rodríguez hace un reportaje sobre la investigadora y su trabajo.

Dominique Rodríguez Dalvard
16 de diciembre de 2002

Dominique Rodríguez: ¿Por qué surge el interés por estudiar un problema tan estigmatizado como la lepra?

Diana Obregón:Este interés científico coincidió con un recuerdo de la infancia de los leprosos que venían de Agua de Dios y golpeaban en las casas y llegaban con objetos de plástico y metal y las intercambiaban por ropa. La lepra causó en nuestros padres, en nuestros abuelos unas impresiones muy profundas. Elaboraron unos imaginarios, unas representaciones colectivas alrededor de la lepra muy fuertes que hoy desaparecieron. Las representaciones colectivas de los colombianos fueron remplazadas por la guerrilla. .

(Además) .no le podemos negar a la ciencia la historia. Es un objeto también histórico cambiante. Las relaciones entre política y ciencia también son móviles. En cada momento histórico los actores deciden cuáles son las fronteras entre la ciencia y cuáles no, dónde empieza la ciencia y dónde termina la sociedad. Por eso las polémicas en la ciencia son polémicas reformistas, donde se mezcla la política, lo científico, y eso no está mal, porque la posición que asumen muchos historiadores es la de condenar y creo que yo me abstuve en mi libro de condenar eso, intenté simplemente mostrar.

Luego de más de diez años de investigación sobre las sociedades científicas nacionales en el siglo XIX, además de su interés por el nacimiento de la bacteriología, Obregón encontró que coincidían algunos nombres en tales campos: Federico Lleras Acosta, Juan de Dios Carrasquilla y Guillermo Muñoz Rivas, unas de las primeras personas en interesarse en el tema de la lepra en Colombia. Frente a estos personajes de la ciencia que describe como apasionados, nace su tesis doctoral Struggling against leprosy, ampliada y postulada para los premios de la Fundación Alejandro Angel Escobar del año 2001, con la cual se mereció el título de ganadora, trabajo publicado por la EAFIT este año, bajo el título Batallas contra la lepra.

D.R:¿Cuál fue el tinte moralista que pudo y aún puede reconocer en la lepra?

D.O:El leproso es una figura emblemática del período medieval. Por un lado, es el representante de todo lo despreciable, lo impuro, lo contaminado, es el castigo divino, por alguna razón Dios lo ha castigado, pero por otro lado es objeto de caridad. Toda esa construcción que la Iglesia y los poderes gubernamentales de la Edad Media hicieron de la lepra.

Y aunque sea difícil creerlo, la lepra aún existe en Colombia y en prácticamente todo el continente americano. Sin embargo, obviar estigmas de impureza que desde tiempos bíblicos se han creado alrededor de la enfermedad no es posible sin la debida explicación. A decir verdad, no se sabe más sobre la lepra que lo que se repite popularmente, es decir esa imagen presente en nuestras cabeza de enfermos encorvados ocultando sus extremidades y cuyos miembros fétidos se van desprendiendo de manera repugnante... una imagen grotesca y que está muy lejos de la realidad.

Primero, porque la lepra no carcome los miembros, los deforma debido a las infiltraciones que se producen, pero en un avanzado desarrollo de la enfermedad dermatológica. Tampoco es contagiosa como siempre se ha afirmado y temido. Ni es hereditaria como durante mucho tiempo se creyó. No es enfermedad de pobres como en reiteradas veces se le calificó.

La lepra es una bacteria, una enfermedad infecciosa que ataca la piel causando en su grado máximo la insensibilidad total de sus extremidades nerviosas. Su agente transmisor es el mycobacterium leprae, más conocido como el bacilo de Hansen, descubierto por el médico noruego Gerhard Hansen en 1874. Aún hoy, luego de más de un siglo de investigación, no se conoce qué tiene la persona sana que no tiene el paciente de lepra. Y aunque el bacilo de la lepra puede estar en cualquier parte, sólo algunas personas tienen susceptibilidad de adquirirla ya sea porque tienen las defensas tan bajas que son propensas a desarrollar la enfermedad; una temperatura corporal adecuada para que la bacteria se cultive ?29°C a 30°C- también porque tienen un contacto íntimo prolongado con un enfermo o porque heredan la propensión a tener bajas defensas ?no la enfermedad como tal. El bacilo penetra al cuerpo por las fosas nasales, lo que nos demuestra cuan difícil puede llegar a ser aislarlo totalmente del ambiente.

D.R:Háblenos cómo nacen las ideas que se tenían sobre los microorganismos y la teoría del contagio.

D.O:Los europeos de comienzos del siglo XIX no saben de la existencia de los microorganismos, pero establecen una relación directa entre suciedad y enfermedad, además de la actitud de los gobiernos que se ponen en una tónica de la higiene que hace este período muy interesante. Por ejemplo Federico Engels escribe el primer libro "La situación de la clase obrera en Inglaterra", por lo cual Marx lo conoció, que es un libro típicamente premarxista. Es una descripción de la situación de los obreros, de los inquilinatos, la promiscuidad, la pobreza, en donde se empieza a relacionar pobreza-suciedad-enfermedad; todas esas conexiones empiezan ha hacerse en la primera mitad del siglo XIX, y es a finales de siglo cuando esta teoría aparece.

El interés por la investigación

En sociología han existido dos maneras de percibir América por parte de los europeos: la primera, aquel mito del buen salvaje, en donde siendo un lugar paradisíaco, exótico y novedoso, el hombre blanco no está preparado para los microorganismos que allí cohabitan, por lo cual muchos al llegar no pueden soportar las diferencias de clima y condiciones geográficas y mueren de paludismo, fiebre amarilla y otras enfermedades tropicales.

Y la segunda versión de América es -luego de sopesar los factores de la falta de resistencia, estudiarlos a fondo encontrándoles vacunas y creando científicamente defensas convenientes para resistir estos cambios- donde el mismo blanco llega con nuevos anticuerpos que ni siquiera las poblaciones indígenas pueden resistir y no estaban de ninguna manera listos para esta reconquista implícita. Aquí los descubrimientos científicos se convierten en herramientas políticas de conquista y de apoderamiento del territorio.

¿No es una interesante manera de entender la creación de la cátedra de enfermedades tropicales en Europa si no era para aprender a contrarrestar sus efectos y combatirlos para una conquista de colonias de las que se carecían? sugiere la investigadora Diana Obregón.

De esta manera, vemos que el mito de que la lepra no era una enfermedad que infectaba a los europeos, se vio derrumbado cuando el padre Joseph Damien se contagió y murió por esta causa en 1886, en la isla de Molokai en el archipiélago de Hawai. Así, mientras estaban en la tarea de reconquistar el mundo y de agrandar sus territorios con colonias caribeñas, el pánico se apoderó de los nuevos conquistadores al darse cuenta de que no eran infalibles frente a la lepra.

Es a través de ejemplos como estos que se puede percibir un interés de la comunidad internacional por el estudio de la lepra. Los países no estudian necesariamente una u otra enfermedad si no es porque tienen un interés específico frente a ésta, hechos que se demuestran con algunos ejemplos :

El importante desarrollo y estudios médicos sobre la lepra en Noruega porque había un brote de la enfermedad en sus tierras.

La creación de las fundaciones de investigación londinenses sobre la lepra cuando Europa se vio amenazada por la enfermedad ya roto el mito de que sólo la adquirían un tipo de personas.

El desarrollo de los más grandes centros de investigación sobre lepra en países que no necesariamente tenían manifestaciones de la enfermedad ?Estados Unidos- porque el Orden Mundial de ese entonces estaba transformando los polos de interés colonial, y la medicina francesa y europea ?entre otros factores- se estaba reemplazando por la norteamericana.

Los laboratorios farmacéuticos multinacionales que impulsaron sus medicamentos tan asiduamente ?a pesar de que el primer experimento en sulfonas resultó altamente tóxico (Promin)- y que evidenciaba el nacimiento de un nuevo poder.

Todo esto para insistir en que como con toda enfermedad, se hizo de los países infectados, inmensos laboratorios epidemiológicos, vivos.

D.O:¿De qué manera se percibe que se ha utilizado el desarrollo de la ciencia con fines políticos en el caso de la lepra ?

Hay una cosa fascinante sobre el Congreso de Berlín en 1897. Es todo ese período en el que los alemanes están en su expansión. Alemania no tenía colonias. Sus colonias son el este de Europa. En Alemania se ha desarrollado una bacteriología muy fuerte con Koch y ellos encuentran lepra entre otras muchas enfermedades en el este de Prusia y por eso el primer Congreso Internacional de la lepra se desarrolla en Berlín en el año de 1897 . A una enfermedad hay que erradicarla sea como sea. Es muy impresionante ver hasta dónde puede ir la medicina, esa mentalidad que se apoderó de la medicina europea de la época y es ese espíritu de erradicación de la enfermedad, y yo encontré una conexión, pues obviamente guardadas proporciones, entre eso (el holocausto nazi) y las políticas de aislamiento de los leprosos que eran en últimas políticas de persecución como lo denunciaba Juan de Dios Carrasquilla.

En 1907 cuando el general Reyes promulga esas medidas (de denuncia a los enfermos de lepra) se establece la conexión muy clara entre la ciudadanía colombiana, el ser ciudadano colombiano, con la obligación de denunciar enfermos de lepra, y ese es el momento que los historiadores han señalado como el momento de la construcción del Estado Nacional y la modernización del Estado. Reyes es una figura fundamental en la modernización del Estado.


El problema de la lepra entonces, no es como siempre lo hemos percibido. No es cuestión de caridad cristiana como lo tenemos grabado en nuestro inconsciente colectivo, ni tan sencillo como para desestimarlo como un problema de salud pública ya que hoy no se muere de lepra, pero la muerte social continúa asolando al paciente leproso. Un tercio de los enfermos deja de ser productivo para la sociedad y ésta debe reinvertir en su tratamiento ya que la lepra en Colombia es la única enfermedad que bajo legislación, recibe un salario mínimo mensual por discapacidad.

Gracias a este recuento recreado a partir de una interesante conversación con Diana Obregón es fácilmente comprobable su espíritu pedagógico en donde caben las inquietudes, los análisis rigurosos y la mirada dentro de una amplio panorama que abarca la ciencia, la filosofía, la economía y la política encuadrando una sociedad que es claramente visualizable a partir de este tipo de estudios sociológicos. Todo esto rodeado de un ánimo desbordante de carisma y que humaniza al científico sacándolo de ese estigma de genio encerrado entre las paredes de su laboratorio, donde lo único que le falta es precisamente, la vida. Por el contrario, es una mujer que representa una interesante generación de investigadores, que, sin ser científica, ha podido penetrar en su esfera con respetabilidad y credibilidad, implementando una mirada contemporánea y sociológica para estudiar el pasado.