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CONTRA EL LUGAR COMÚN

"Bogotá es de todos pero no es de nadie"

Los colombianos dan por hecho que los costeños son perezosos, que tienen el mejor café del mundo y que al que madruga Dios le ayuda. Sin embargo esos supuestos no son del todo ciertos. En una nueva sección semanal, SEMANA.COM desvirtuará los prejuicios más populares.

Verónica Rodríguez
15 de agosto de 2004

Durante mucho tiempo se culpó a los migrantes de las cosas malas de Bogotá. Se creía que los paisas, costeños y boyacenses eran los culpables de la basura en las calles, los grafitos en las paredes, los rayones en las sillas de los buses, la poca cordialidad de la gente. En fin, es un lugar común decir que la ciudad, por ser de todos, es de nadie. Además, muchos creen que los pocos bogotanos de 'pura cepa' no son suficientes para defender lo suyo como sí sucede en Medellín o Cartagena.

Pero SEMANA.COM descubrió que eso no es cierto. Aunque es verdad que hubo un crecimiento acelerado de la ciudad en los años 50 y 60, durante los cuales llegaron muchos inmigrantes, a partir de la década de los 70 la cifra aumenta tanto así que el censo de 1985 muestra que más de la mitad de los habitantes de la capital son nativos de Bogotá y el censo del 93 indica que la cifra sigue creciendo.

De otro lado es un mito que los migrantes perjudiquen el desarrollo de la ciudad. Por el contrario, grandes urbes como Nueva York, Chicago o Londres son de gente que llega de otras partes, por lo que se puede establecer la relación de que a más foráneos, más diversidad cultural; la ciudad es menos provinciana y se va desarrollando una apertura a los extraños. Bogotá, en menor medida que esas ciudades, tiene esa ventaja. Como siempre ha sido receptora, quien llega se adapta a lo que la ciudad es. Se puede decir entonces que Bogotá es de los bogotanos y de los 'bogotanizados'.