Home

On Line

Artículo

ANTETITULO

Chicó y un final feliz

Queríamos terminar esta edición con una historia llena de luz. Así, gracias al acuerdo de paz, llegó la energía eléctrica a una pequeña vereda de Putumayo.

Andres Morales
7 de julio de 2008

Cuentan que el 16 de diciembre de 2017 las 21 familias de la vereda Santo Tomás de Aquino, en Orito (Putumayo), emanaron tanta energía positiva que, por primera vez en 40 años, se encendió ahí una bombilla. Hubo luz. Ese mágico momento fue posible gracias a una labor mancomunada en la que, incluso, participó el sol.

Tras la firma del acuerdo de paz en La Habana, se estableció que Orito sería uno de los municipios donde se desarrollarían proyectos priorizados. Para cumplir con ese pacto, varios miembros de la Agencia de Renovación del Territorio (ART) se embarcaron por el piedemonte amazónico en febrero de 2017.

A bordo de la canoa, surcaron por el río Acae, la ruta más cómoda para arribar a la vereda Santo Tomás de Aquino. Jairo Cabrera, quien es gestor municipal de la ART y, ante todo, oritense, cuenta: “Vinimos a implementar la estrategia de Pequeñas Infraestructuras Comunitarias (PIC) que está contemplada en el acuerdo. Con ellas buscamos atender las principales necesidades de las comunidades rurales, recuperar su confianza y mejorar su calidad de vida”.

Como se trata de una estrategia de participación ciudadana, se realizaron varias socializaciones. “¡Queremos un puente!”, expresaron algunos. En medio de la concertación la gran mayoría coincidió en que: “Necesitamos paneles solares, necesitamos nuestra propia energía”. Según lo que ha dicho Gustavo Best, coordinador de Energía de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO): “Los sistemas de fuentes renovables son la solución viable para suministrarles la energía necesaria a las comunidades rurales aisladas”.

Y en este caso la solución fue concertada. Mao Bastidas, representante de Cañiasomayo, la organización social que ejecutó el proyecto de PIC para la vereda, dice que la misma población indagó sobre la viabilidad de la energía solar. Cañiasomayo realizó 12 cotizaciones de paneles solares, sistemas de conexión y baterías. La ART contaba con algo más de 70 millones de pesos para llevarlo a cabo y así sucedió.

La comunidad dispuso de tres canoas para transportar de orilla a orilla del río Acae los 21 paneles solares y el doble de baterías (una planta para las 21 familias de la vereda). Así, desde el 16 de diciembre del año pasado la energía llegó a Santo Tomás de Aquino (ver para creer). Esa noche un sector de Orito resplandeció como nunca. Y la energía solar transformó a la población. “A diario todos protegen sus paneles del polvo; los cuidan. No se trata solo de energía, la gente del pueblo descubrió un nuevo estilo de vida, con derechos y con ilusión. Ojalá todos los proyectos terminaran así”, concluye Mao, quien además es líder comunal en Putumayo.