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FOTO: DANIEL REINA / SEMANA

Punto de vista

Círculos que se expanden

A propósito de las noticias de los últimos días, César Augusto Castaño asegura que las organizaciones políticas bolivarianas ideadas por Chávez no sólo buscan atender el frente interno, también pretenden, por todos los medios, exportar su modelo revolucionario especialmente hacia Colombia.

15 de mayo de 2007

En Venezuela la consolidación de la revolución bolivariana, encabezada por el Presidente Chávez, no solo depende del éxito al interior de sus fronteras; depende también de la capacidad de expansión de esta revolución que responde a lo que han llamado sus seguidores el “socialismo del siglo XXI”. De nada serviría al histriónico mandatario fundar una republica bolivariana sin hablar de integración y de una posible confederación de estados, una versión profundamente ideologizada del modelo logrado por la Unión Europea que le permite competir en bloque, en el mercado mundial, y una premisa política e ideológica del bolivarianismo.

Expresión de esta política es el ALBA, ó Alternativa Bolivariana para las Américas, un modelo de integración en oposición a la propuesta norteamericana del ALCA. Los intereses de expansión e integración de la revolución bolivariana, son evidentes en asuntos estratégicos y en perspectivas políticas. En materia de hidrocarburos, vías y equipamiento militar las cifras continúan en ascenso. La colaboración a los movimientos de izquierda y la participación de estos en el sistema democrático, que garantiza la legitimidad internacional, son objetivos de Chávez. La fórmula es sencilla, consolidar aliados, integrarlos y expandirse. Por ello últimamente el país hermano, se ha convertido en anfitrión de cuanto evento se realiza, esto le ha permitido posicionar su política y hacerse a la vanguardia de la izquierda latinoamericana, tal y como lo fue Cuba en su momento, solo que aquella no contaba con petrodólares ni con la visión estratégica del sector en el poder.

Pero el interés particular de Venezuela en apoyar un giro en la política interna colombiana, no es exclusivo. Pues las FARC se han sumado al proyecto bolivariano, con sus propias particularidades e interpretaciones. El 29 de Abril de 2001 esa organización en cabeza de Alfonso Cano presentó públicamente, al Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia (MB), acto realizado en San Vicente del Caguan, en el marco de los frustrados diálogos de paz, entre esa guerrilla y el gobierno Pastrana. Casi a la par y por una extraña “casualidad” Chávez, en junio de 2001, organiza los llamados “círculos bolivarianos”, pequeñas células con el supuesto encargo de resolver problemas locales y debatir permanentemente acerca del ideario del Libertador.

Más allá de algunas coincidencias con el modelo Venezolano, las FARC, han tenido su propia transformación interna respecto al bolivarianismo. Los estatutos de esa organización, modificados en la Séptima Conferencia (1982), presentados y redactados por un comité encabezado por Jacobo Arenas dan cuenta del interés de darle un carácter bolivariano a esa guerrilla, no obstante su ortodoxia. Es en esa misma conferencia, en la que se fija un plan estratégico para la toma del poder, y se determinan metas para crear un movimiento nacional, cuyo primer experimento fue la UP. Años después, tras la conformación del MB, Cano resumiría en tres los principios rectores de este movimiento clandestino: antiimperialismo, unidad latinoamericana y apertura del pensamiento latinoamericanista.
El movimiento bolivariano, de carácter encubierto, sin estatutos y controlado por la estructura política clandestina de las Farc conocida como el PC3 (Partido comunista colombiano clandestino), tiene como tarea abrirse paso en las grandes urbes y convertirse en la fuerza social de la insurrección que pretende estimular esa organización, de acuerdo con lo expresado en su Plan Estratégico. La similitud cronológica en la aparición de los movimientos bolivarianos, de Venezuela y el MB de las FARC; sus nexos ideológicos y en general sus proyecciones políticas, son suficientes razones para trazar un hilo conductor, hallar una relación estrecha y una unidad orgánica, pues son muchas las coincidencias entre los dos proyectos.

En los últimos tiempos, la influencia en Colombia del MB de Venezuela se ha hecho notoria en varios aspectos. Son conocidas las alianzas institucionales en algunas capitales, sobre todo en niveles como el educativo, la salud y la cultura, financiadas por organizaciones políticas venezolanas. Se han creado las casas de la solidaridad con Venezuela en las grandes ciudades del país, las cuales funcionan como “embajadas” del proyecto bolivariano. La idea es generar un clima de aceptación y confianza entre estos grupos y la izquierda colombiana, en la perspectiva de fortalecerla y convertirla en aliada en el proyecto estratégico para el continente. Sin embargo, la mayor actividad se presenta a través de los círculos bolivarianos que, en el fondo, serán el respaldo en las calles y las urnas para el cumplimiento de los planes chavistas con el apoyo, entre otros, de los miles de colombianos habitantes de las fronteras que han sido cedulados en Venezuela, lo cual les convierte en una reserva política estratégica. Pero independiente de este trabajo político, es seguro que algunos de estos círculos muy seguramente busquen un permanente entendimiento con las FARC, en el tema del modo y el tiempo necesario para realizar la revolución bolivariana en Colombia.

Tras estos argumentos sobre las particularidades del trabajo bolivariano en los dos países, y en relación al sonado caso de los miembros de contrainteligencia que efectuaban una investigación interna cerca de la casa de la exesposa del Senador Petro, es explicable el afán que acompaña a los militares por conocer si alguno de sus oficiales o suboficiales en actividad, se encuentran participando en los círculos. La preocupación radica, en que más allá de simples deliberaciones políticas o debates académicos, es muy probable que algunos de estos espacios estén siendo aprovechados por las Farc para el planeamiento de actividades en contra de la institucionalidad. Por ello y más allá de toda especulación, es natural que se investigue, auncuando no deja de ser curioso que estén implicados algunos oficiales retirados, pero al fin y al cabo pertenece al fuero personal el interés que cada uno dedique a sus actividades particulares.

De algo que si puede estar seguro el país, es que las células bolivarianas continuarán enquistándose en nuestro territorio con la simpatía de las Farc, la solidaridad oportunista de algunos políticos liberales y de izquierda, el respaldo de una minoría militar en retiro, pero ante todo, con los beneficios que otorga una pródiga chequera que, muy seguramente, extenderá favores económicos, suficientes, para ganar adeptos y comprar una que otra conciencia.