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En Colombia existen tan sólo 2.400.000 computadores y más de la mitad están en Bogotá y Medellín. Natalia Carrizosa navega por la brecha digital que divide a los colombianos.

Natalia Carrizosa
12 de febrero de 2006

En el centro Juan Bosco Obrero se hace evidente la enorme distancia que puede hacer un clic en la vida de los jóvenes. El centro está conformado por grandes edificios con jardines impecables en la mitad del Tesoro, en Ciudad Bolívar. Las aulas son amplias, muy iluminadas y dotadas de computadores para cada alumno. En un salón, grupos de unos veinte alumnos estudian sistemas informáticos básicos, en otro, mantenimiento de computadores, en el siguiente, redes, en uno más, contabilidad sistematizada. "En esta clase todos menos tres son muchachos reinsertados de la violencia", comenta el padre Jaime García, director de la institución, que en convenio con el SENA ofrece capacitación a unos 700 jóvenes que desertaron de la guerrilla y los paramilitares.

En la sala popular de acceso tecnológico que se construyó gracias a una donación de Microsoft también están los niños del barrio que vienen a investigar sus tareas y cada vez más adultos interesados en imprimir documentos o investigar temas relacionados con su oficio. "Antes tenía que pagar 1.500 pesos en el café Internet más cercano para hacer las tareas", explica un niño de 12 años.

Natalia, una joven de 20 años, viene al Centro a buscar moldes de arte foamy (con  espuma de colores) en Internet que imprime para hacer las confecciones de muñecos y decoraciones navideñas que luego vende. Quince alumnos de un taller de soldadura que rondan los treinta años investigan sobre normas y clases de electrodos. En lugar de imprimir la página, un joven alto y flaco dura horas copiando en su cuaderno, con la ayuda de una regla de cartón improvisada, una tabla que encontró en una página web sobre soldadura inversa de electrodos revertidos.

Los más viejos nunca han usado un computador y no saben dirigir el ratón ni poner mayúsculas. El profesor del taller, que apartó el centro de cómputo para apoyarse en las posibilidades de la red, le explica a los más perdidos que deben hacer clic en las letras azules subrayadas para entrar a la página anunciada por el motor de búsqueda Google. Es toda una aventura tecnológica.

Lamentablemente, iniciativas como las de Juan Bosco representan una porción ínfima de lo que habría que hacer para reducir la brecha digital que separa a los colombianos que tienen acceso a todas las tecnologías y aquellos que nunca han usado ni un computador.

Aunque no existen datos unificados, se estima que no deben haber más de 2.4 millones de computadores en todo Colombia. Es decir que sólo un 4 por ciento de los habitantes tiene acceso a un computador. Aún más alarmante es la cifra de penetración de Internet. De acuerdo a la Comisión de Regulación de Telecomunicaciones (CRT) en diciembre de 2004 solo ocho de cada cien colombianos tenían acceso a Internet, una de las penetraciones más bajas de Latinoamérica (el promedio de la región es de 11.5). Para colmo, esos datos han sido criticados como muy optimistas por la Cámara Colombiana de Informática y Telecomunicaciones (CCIT) Que contrató un estudio independiente. Según este estudio contratado con la firma IDC el número de usuarios de Internet en Colombia es de 2.848.690, lo que equivale a una penetración de apenas 6.8 por ciento.

La desigualdad en acceso a las tecnologías es dramática entre países ricos y países pobres, como quedó claro en la reciente

En el centro Juan Bosco Obrero se hace evidente la enorme distancia que puede hacer un clic en la vida de los jóvenes. El centro está conformado por grandes edificios con jardines impecables en la mitad del Tesoro, en Ciudad Bolívar. Las aulas son amplias, muy iluminadas y dotadas de computadores para cada alumno. En un salón, grupos de unos veinte alumnos estudian sistemas informáticos básicos, en otro, mantenimiento de computadores, en el siguiente, redes, en uno más, contabilidad sistematizada. "En esta clase todos menos tres son muchachos reinsertados de la violencia", comenta el padre Jaime García, director de la institución, que en convenio con el SENA ofrece capacitación a unos 700 jóvenes que desertaron de la guerrilla y los paramilitares.

En la sala popular de acceso tecnológico que se construyó gracias a una donación de Microsoft también están los niños del barrio que vienen a investigar sus tareas y cada vez más adultos interesados en imprimir documentos o investigar temas relacionados con su oficio. "Antes tenía que pagar 1.500 pesos en el café Internet más cercano para hacer las tareas", explica un niño de 12 años.

Natalia, una joven de 20 años, viene al Centro a buscar moldes de arte foamy (con  espuma de colores) en Internet que imprime para hacer las confecciones de muñecos y decoraciones navideñas que luego vende. Quince alumnos de un taller de soldadura que rondan los treinta años investigan sobre normas y clases de electrodos. En lugar de imprimir la página, un joven alto y flaco dura horas copiando en su cuaderno, con la ayuda de una regla de cartón improvisada, una tabla que encontró en una página web sobre soldadura inversa de electrodos revertidos.

Los más viejos nunca han usado un computador y no saben dirigir el ratón ni poner mayúsculas. El profesor del taller, que apartó el centro de cómputo para apoyarse en las posibilidades de la red, le explica a los más perdidos que deben hacer clic en las letras azules subrayadas para entrar a la página anunciada por el motor de búsqueda Google. Es toda una aventura tecnológica.

Lamentablemente, iniciativas como las de Juan Bosco representan una porción ínfima de lo que habría que hacer para reducir la brecha digital que separa a los colombianos que tienen acceso a todas las tecnologías y aquellos que nunca han usado ni un computador.

Aunque no existen datos unificados, se estima que no deben haber más de 2.4 millones de computadores en todo Colombia. Es decir que sólo un 4 por ciento de los habitantes tiene acceso a un computador. Aún más alarmante es la cifra de penetración de Internet. De acuerdo a la Comisión de Regulación de Telecomunicaciones (CRT) en diciembre de 2004 solo ocho de cada cien colombianos tenían acceso a Internet, una de las penetraciones más bajas de Latinoamérica (el promedio de la región es de 11.5). Para colmo, esos datos han sido criticados como muy optimistas por la Cámara Colombiana de Informática y Telecomunicaciones (CCIT) Que contrató un estudio independiente. Según este estudio contratado con la firma IDC el número de usuarios de Internet en Colombia es de 2.848.690, lo que equivale a una penetración de apenas 6.8 por ciento.

La desigualdad en acceso a las tecnologías es dramática entre países ricos y países pobres, como quedó claro en la reciente Cumbre de Internet en Túnez. Pero la cobertura también es muy desigual dentro del territorio nacional. Más de la mitad de los suscriptores de Internet está en las grandes ciudades, de las cuales Bogotá tiene una cuota de 39.7 por ciento y Medellín de 13.4, mientras que en todos los municipios del país sumados sólo hay un 13.3 por ciento de suscriptores. Para completar,  la penetración de banda ancha en Colombia es mínima: cercana al 0.25 por ciento, una de las más bajas del mundo, mientras que la de Chile es de 3.2, la de Argentina de 1.1 y  Perú de 0.75. Estas cifras se traducen en una enorme desigualdad de acceso a la información.

Por ejemplo, mientras en escuelas como la Institución Educativa Simón Bolívar, en Jamundí, Valle, los niños no cuentan ni con un monitor, los alumnos del colegio Nueva Granada (CNG) de Bogotá, uno de los más avanzados tecnológicamente, comienzan a tomar clases de informática en segundo de primaria. Y según la profesora María José Mora todos los niños ya saben usar un computador desde mucho más pequeños porque aprenden en la casa. En el último grado ya saben usar todos los programas de Office y pueden elegir electivas de diseño por computador, programación, edición y publicación en Internet.

Estas disparidades se reflejan por igual entre universidades, entre alcaldías y entre negocios. Los ganaderos y comerciantes de varios pueblos tienen que madrugar a las dos de la mañana para hacer sus depósitos porque la falta de sistematización de los bancos hace imposible agilizar las transacciones y muchos hospitales locales no pueden consultar sus exámenes con médicos en los centros urbanos por falta de acceso a un computador.

Estos datos son preocupantes pues en el mundo actual las desigualdades sociales también dependen de la desigualdad del acceso a la información y a la tecnología. Sin ellas es casi imposible el desarrollo industrial, que es uno de los principales motores de crecimiento de la economía. El Banco Mundial, en un documento de 1999 titulado "El conocimiento al servicio del Desarrollo" concluyó que lo que distingue a los países avanzados de los subdesarrollados no es sólo que éstos últimos tienen menos capital sino también menos conocimientos.

Según el informe las diferencias notables que existen entre economías que hace apenas algunas décadas eran similares, dependen en buena medida en el mayor acierto con que algunas han sabido adquirir y utilizar los conocimientos. Este es el caso de Ghana y la República de Corea, que hace tan sólo cuatro décadas tenían el mismo ingreso per cápita. Hoy en día, el ingreso per cápita de Corea es seis veces superior al de Ghana, y se estima que probablemente la mitad de esta diferencia se explica por la manera como Corea utiliza los conocimientos que ha adquirido.

Qué se está haciendo

En el documento Colombia 2019, que traza las metas de desarrollo a largo plazo del país, el gobierno colombiano se propuso aumentar la tasa de penetración de Internet con banda ancha al 60 por ciento para el 2019. Para 2015 todas las escuelas rurales y los hospitales deben estar conectados.

La Agenda de Conectividad del Ministerio de Comunicaciones que busca promover el uso de las tecnologías de la información como fuente de desarrollo y coordina las actividades para reducir la brecha digital en asocio a otras entidades y ministerios trabaja en 18 proyectos diferentes. Uno de los proyectos más interesantes es el portal de Gobierno en línea que permite un acceso integrado a toda la información y los servicios que ofrecen las entidades públicas. La Agenda de conectividad en asocio con Compartel ha llevado equipos, conectado a la red y capacitado a los funcionarios de 400 alcaldías.

En las dos fases previstas para el 2006 se llegaría a todas las restantes. De la misma forma los telecentros de Compartel, que son centros de cómputo comunitarios para las regiones aisladas,  ya han llegado a 1490 municipios del país y hoy no existe una cabeza municipal que no disponga de esta forma de acceso a la red.

Gustavo Gómez, director de la Agenda de Conectividad, explica que aunque el país no está nada mal con respecto a los vecinos en desarrollo de contenidos de Internet, el principal reto en Colombia es, en efecto, la banda ancha. Según él, la baja penetración responde a que a diferencia de los operadores de telefonía móvil, entre los proveedores de banda ancha no hay mucha competencia. Para mejorar esta situación se vienen realizando nuevas licitaciones para que grandes operadores privados lleguen a las regiones desatendidas. 

Otro programa bandera para reducir la brecha digital es el Programa de Nuevas Tecnologías del Ministerio de Educación. En su primera fase ha llevado infraestructura, contenidos, capacitación y conectividad a 3.000 colegios públicos de un total de 19.946 existentes. El Ministerio también está estudiando la forma de traer al país computadores más económicos y no se descarta en un futuro la posibilidad de trabajar con la Fundación One computer per child que está terminando de desarrollar el computador de 100 dólares presentado en la Cumbre de Túnez. 

Javier Torres, jefe de la oficina de informática del Ministerio de Educación, reconoce que hay mucho por hacer, pero cree que el país va por buen camino. Según él al ritmo en que está planeado el cronograma del programa Computadores para Educar las metas de conectividad para todas las escuelas  se cumplirá antes de lo previsto en el documento Colombia 2019. Torres dice que Colombia es un ejemplo a seguir en desarrollo de contenidos y que los ministerios de otros países de la región estudian las políticas del país con mucho interés para replicarlas. El portal